Por cuarta vez en 139 años de historia, y son bastantes, Wimbledon abrirá sus puertas el domingo de en medio y romperá una de sus tradiciones más importantes: se jugará el Middle Sunday, un día sagrado, destinado al descanso en mitad de la batalla. Como en 1991, 1994 y 2004, la organización del torneo tomó la decisión de romper sus propias reglas (y les cuesta bastante dar el brazo a torcer) para arreglar la situación que ha provocado la lluvia, retrasando y cancelando partidos casi a diario y provocando que hasta el sábado a mediodía (pasadas las tres de la tarde) la segunda ronda masculina no estuviese totalmente completa. Un disparate.

"Esta ha sido una decisión difícil, pero hemos tenido que llevarla a cabo para reducir la acumulación de partidos y poder terminar el torneo a tiempo”, explicó Richard Lewis, Director Ejecutivo del All England Club. “Estoy seguro de que habrá un gran ambiente, como ha pasado los otros domingos que hubo partidos en Wimbledon”.

La duda sobre el ambiente quedó rápidamente despejada. Como lógicamente no se habían vendido entradas para el domingo, Wimbledon anunció la forma de hacerse con un ticket para ver tenis, eligiendo internet como vía. Las 22.000 entradas (10.000 para la pista central, 8.000 para la pista uno y 4.000 con acceso al resto de canchas) que se pusieron a la venta (a las tres de la tarde) tardaron en agotarse… 27 minutos.

En consecuencia, en un abrir y cerrar de ojos el torneo se embolsó más de un millón de euros. Eso sí, a costa de provocar una fotografía impensable: por cuarta vez en la historia del torneo más prestigioso del mundo se jugará el día donde el tenis se paraba por completo. No habrá paz el Middle Sunday porque así lo ha querido la lluvia y la falta de varias pistas con techo (el Abierto de Australia tiene tres). Aunque parezca increíble, estas cosas todavía ocurren en 2016.