“El tenis español tiene vida más allá de Nadal”. La afirmación llevó la firma de Feliciano López y fue tan real como reseñable. Tras clasificarse junto a Marc López para disputar la final de dobles de Roland Garros (se medirán este sábado con los legendarios hermanos Bryan), el toledano vino a reivindicar que no todo gira entorno a la figura del campeón de 14 grandes, imán de millones de miradas (y meritoriamente) desde hace casi una década.
“No es la primera vez que ha pasado esto”, reflexionó López, que jugará su primera final de un Grand Slam a los 34 años después de unirse junto al otro López (Marc) a principios de temporada y casi por sorpresa. “A veces, un súper campeón como Nadal eclipsa a cualquier otro gran jugador en su país. Es así. Nosotros hemos llegado a la final de dobles y tenemos la suerte de tener a Garbiñe en la femenina”, recordó. “En torneos grandes, Muguruza ya tiene buenos resultados. Verla en una final de Grand Slam significa que es candidata a estar arriba, a pelear por los grandes torneos y a ser una campeona de cara al futuro”, prosiguió. “Para el tenis español es un éxito. Hay dos finalistas en Roland Garros. Es el torneo soñado”.
Cuando Feliciano remató su impecable discurso, Muguruza ya estaba en su segunda final de Grand Slam, con un paso arrollador e implacable. Mañana, en una repetición de lo que ocurrió en Wimbledon hace algo más de un año (con Serena Williams como rival por la copa), la número cuatro tratará de empezar a escribir su esperanzador camino hacia la historia. Ella es la señalada para tomar el testigo de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez después de un importante vacío (más de 15 años) de españolas en lo más alto de la élite.
Mientras, lo de Feliciano y Marc tiene un valor increíble. En el dobles, una competición abierta e imprevisible, los españoles han logrado hacerse un hueco importante desde el primer torneo en el que unieron fuerzas (Doha, donde ganaron el título). El premio de jugar la final de Roland Garros (tercera de Grand Slam para Marc, que perdió la anteriores en Roland Garros 2014 y en el Abierto de los Estados Unidos de ese mismo año) es una recompensa al esfuerzo que han hecho, porque para derrotar a los dos últimos campeones en París (los franceses Benneteau y Roger-Vasselin en cuartos de final y Marcelo Melo e Ivan Dodig en semifinales) hay que tener algo especial.
Como decía Feliciano, hay vida más allá de Nadal y el sábado es una buena prueba de ello. Extraordinario es mirar el orden de juego de la pista central y comprobar que el penúltimo día de torneo, zona de finales, hay españoles en los partidos decisivos. Es extraordinario, pero no común. Cuidado: la diferencia es bastante importante.