Imagina, por un momento, que trabajas en una empresa cualquiera, una oficina, con labores administrativas, por ejemplo. Un día, durante una reunión virtual, en la que hay mucha gente conectada, un superior te pone en el centro, y le pide a tus compañeros que te describan.
Una muy veterana y querida te señala como “zángana irresponsable”, “poco profesional”, “inexperta” y “desagradecida”. Otro, también con mucha experiencia en tu mismo sector, y que viene de vuelta de todo, sube la crítica. “No solo es una vaga de siete suelas. Es vaga por todos los lados, vaga para formarse, vaga en el trabajo y además se lo tiene muy subidito”.
Otro día, también con mucha gente mirando, se saca a la palestra un tema familiar, sobre aquella vez que tu padre estuvo encerrado en la cárcel, acusado de haber abusado de una adolescente de 14 años, para después acusarte de ser mala hija. ¿Tendrías derecho a decir, libremente, que estás sufriendo acoso?
¿Y si en vez de una oficina, el escenario de tu trabajo es el plató de Sálvame, y en vez de ser tú el objeto de esos comentarios fuese Anabel Pantoja, tendría la sevillana razones para decir que le están haciendo bullying?
Todo esto que se está describiendo sucedió en directo esta semana. El miércoles, la sobrina de Isabel Pantoja no aguantó más y estuvo a punto de tirar la toalla, asegurando entre lágrimas que abandonaba el programa. Anabel Pantoja se sentía, de nuevo, un saco de boxeo, una diana a la que iban todos los dardos del programa.
“No usemos la palabra bullying, que es muy fea”
La palabra bullying salió de su boca, pero aquello no gustó a Carlota Corredera, la presentadora de Sálvame el pasado miércoles, que le pidió que rectificase. “No utilicemos la palabra bullying, que es muy fea”, pedía la gallega, quizá porque Mediaset ha hecho muchas campañas contra el acoso, y no queda bonito que una de sus trabajadoras diga ante una audiencia media superior a los dos millones que a ella se lo están haciendo.
En muchas ocasiones, Sálvame camufla (o confunde) el acoso con el espectáculo. Te tienes que someter, durante un tiempo prudencial, a numerosos ataques personales y profesionales. A que se ponga en duda tu valía, a que se desentierren tus trapos sucios, y lo camuflan de eufemismos. Igual que a los puticlubs los llaman “bares de lucecitas” y a los cubatas “agua con misterio”, el aguantar un chaparrón de críticas, días sí, días también, esa actitud cercana al acoso, lo bautizan como “remar a favor de obra”.
En un trabajo normal, de oficina (o en un restaurante, una tienda de modas o una peluquería), si tu jefe no está de acuerdo con tu rendimiento, y tus compañeros protestan que trabajas menos que los demás, y que vas a tu empresa a pasar el rato, lo normal sería una amonestación, o incluso el despido, pero Sálvame no funciona así. Tiene sus propias leyes, y se aboga por señalar con el dedo, por hacer burlas por lo mal que se trabaja, por lo poco profesional que se es.
“Estoy harta de que se me vapulee cada semana, que si por las joyas, por vaga, por mi familia... ¿Lo próximo va a ser decirme que tengo problemas psicológicos? Quedarse con vuestro programa, que es maravilloso y os ven cuatro millones de personas, pero yo me voy” se lamentaba el otro día la prima de Kiko Rivera, alterada.
Hay que destacar que, además, a Anabel Pantoja no solo la atacan por ser una “zángana irresponsable”, una “inexperta” o “directamente una vaga”. También se le hace muchos ataques por su físico; ella considera que tiene algún kilo de más, y se aprovechan de ese talón de Aquiles.
Con Anabel hay una gordofobia (generalmente) sutil, con chistes de interpretación abierta respecto a la comida, a los kilos. Este jueves, por ejemplo, Kiko Matamoros aparecía disfrazado del genio de la película Aladdín, y le concedía a Anabel varios deseos. Uno de ellos iba relacionado con su petición, un día antes, de trabajar dos jornadas seguidas, a poder ser, lunes y martes, para así poder disfrutar de su vida en Canarias. Concedido.
A continuación, el genio Kiko le hablaba a Anabel de su deseo de “bajar diez kilos”, al que había hecho mención. Por ello, le hicieron subirse a una caja y bajar un saco que ponía escrito “10 kg”. “El deseo no era adelgazar, era bajar 10 kilos”, añadía Matamoros, aclarando el chiste por si alguien no lo había pillado desde casa.
Recordemos que en 2019 el programa le dio a Anabel una sección propia consistente, precisamente, en adelgazar. La influencer debía someterse a una dieta y un entrenamiento tutelado por Pepa Sanz, ‘Pepitator’, y cada semana la pesaban en directo. Como Anabel no adelgazaba según los deseos de la dirección, llegaron a decirle que si no cumplía no cobraría su salario de ese día, cosa que llegó a suceder. ¿Se imaginan que eso pasase trabajando en una ferretería, un estanco o una tienda de animales, que si no pierdes peso porque tus jefes te lo piden dejases de cobrar?
El apellido Pantoja como insulto
“Que no se me diga que yo no trabajo o que yo no soy responsable, porque todo lo que tengo si no lo fuera no lo tendría. Le tengo que dar muchas gracias a mi tía por el apellido Pantoja, y a Sálvame, pero sobre todo a mi madre, que es quien me da los mejores consejos. Yo he tenido cabeza y tengo muchas cosas porque he sabido administrarme”, decía el miércoles Anabel Pantoja, cuando brotó contra todos sus compañeros.
Y es que ella sabe que está ahí por ser familia de quién es, de los Pantoja. Un apellido que muchas veces se vuelve un insulto. “Estás muy Pantoja”, le dijo Jorge Javier este viernes. “Eres Pantoja para todo, siempre haces lo mismo con el ‘y tú más’” le reprochaba en otro momento de esta semana Gema López.
En cierto modo, Anabel es Pantoja para todo en el universo de Sálvame. Y es que está recibiendo un bombardeo de comentarios negativos, que ella señala como bullying, día sí día también. Nada que no haya vivido, fuera del plató, su afamada tía Isabel durante años, tenga contrato con el grupo Mediaset o no. Que hasta han quemado una foto suya en directo. ¿Será que dado que no pueden provocar una respuesta en la tonadillera, esperan que sea su sobrina la que reaccione ante la cámara, y reme a favor de obra?