Telecinco estrenaba la sexta edición de Got Talent el pasado viernes 15 de enero; una fecha elegida con mucha estrategia, pues desde Mediaset pretendían contrarrestar el estreno ese día en Antena 3 de El Desafío, el talent con famosos presentado por Roberto Leal.
En aquella primera batalla El Desafío se impuso con rotundidad a Got Talent, en parte, por la novedad. Sin embargo, solo una semana después, el programa de Mediaset en el que cualquiera puede demostrar su talento (o su ausencia de él, según el caso) le arrebató el liderazgo a Roberto Leal, y desde entonces no ha bajado la guardia ni una entrega más.
Y es que, cuando un formato es bueno, siempre funciona. Incluso si la pandemia hace que el público tenga que sentarse disperso, y con mascarilla, lo que dificulta el juego de la realización, los insertos de las reacciones del respetable que generan el ritmo audiovisual.
El reto de que Got Talent funcionase era enorme, más allá de la crisis sanitaria del coronavirus. Y es que, recordemos, Paz Padilla es la gran ausente en las audiciones, pues como ya sabemos durante la grabación de la primera fase del talent, la actriz y presentadora gaditana estaba al cuidado de su marido Antonio Juan Vidal, que falleció el pasado mes de julio.
La gaditana es un soplo de aire en nuestra televisión, siempre. Da frescura a cualquier formato, ya sea Sálvame, Got Talent o el que le pongan por delante. Sus reacciones y su naturalidad conectan muy bien con el espectador que está en casa, y hace que el del plató se ría a carcajadas.
Sin embargo, el equipo que hacen Risto Mejide, Edurne y Dani Martínez ha logrado que no echemos en falta a Paz, a pesar de que se nos hace raro que solo sean tres jueces y no cuatro. El propio espíritu del programa lo permite, pues a lo largo de los años los miembros del programa han variado, y la audiencia siempre lo ha aceptado de buena gana.
El entretenimiento blanco de las noches de Telecinco
Analizando la parrilla de Telecinco nos damos cuenta de que Got Talent es un formato único, una rara avis entre los demás productos nocturnos de la cadena. Es un producto completamente diferenciado del universo de Sálvame, que actualmente tiene dedicadas las noches del sábado y del domingo. Tampoco tiene relación con La isla de las tentaciones (que tiene otras dos noches a la semana), ni con Love is in the air, la serie turca que también se emite otras dos noches.
Los guionistas del programa conectan como pocos con la fibra más sensible del espectador, a través de las historias personales de los artistas. Y es que tras unas actuaciones y performances que bien podrían verse en cualquier gran escenario hay personas que vencen sus miedos, que demuestran que se puede salir de cualquier revés, que regalan valiosos mensajes de superación.
En ese sentido, se puede mencionar la actuación de Marian Basa, un vecino de Barcelona nacido en Rumanía que acudió al programa a hacer un retrato con los pies, ya que tiene una artrogriposis congenital múltiple, una enfermedad que afecta a sus manos.
Para sorpresa de todos, Marian realizó un retrato de Risto Mejide, que se quedó alucinado con la proeza. “A mí Got Talent a veces me da unas lecciones de vida que tardo tiempo en asimilar. Cuando el talento es así de enorme, las críticas sólo pueden ser buenas”, apuntaba el juez con fama de ser el más duro.
Y entre tanto talento de primera división también nos encontramos con otras propuestas más ligeras, absurdas a veces, frikis si se prefiere llamar. Como Álamo, que la pasada semana se presentó como un antiguo amigo de Rocío Jurado, quien se llevó su propio pie de micro con forma de candelabro para cantar ‘Como una ola’ con más desparpajo que voz.
Un perfil, en definitiva, que ayuda a que el que está en casa (o en el patio de butacas) se eche unas risas, y que le pone la cosa fácil al jurado, que no tiene que dudar mucho si le dicen que sí o que no.