La justicia ha reconocido este martes que la muerte del periodista José María Íñigo fue causada por una enfermedad profesional, algo que él denunció antes de morir y que su familia ha seguido reclamando después.
El Juzgado de lo Social número 2 de Madrid ha dictaminado que la exposición prolongada al amianto presente en el material de aislamiento acústico de los estudios de RTVE le generó el mesotelioma maligno epiteloide que causó su muerte.
Según se detalla en la sentencia del tribunal, el amianto es un material friable que puede desprender fibras al ambiente debido a las vibraciones provacadas por actuaciones musicales, aplausos o gritos del público, entre otros motivos. Así, la exposición prolongada a esas fibras pone en riesgo a todos los trabajadores presentes en plató, así como al público asistente.
El juzgado considera probada la relación entre la exposición de José María Íñigo a estas fibras y su enfermedad. Desde 1974, el comunicador trabajó de forma intermitente en espacios de RTVE como Directísimo, Fantástico o Estudio abierto, muchos de los cuales tenían como plató el Estudio 1 de Prado del Rey, para cuya construcción en 1964 se empleó fibra de amianto como aislante acústico.
Batalla judicial
Antes de fallecer, José María Íñigo inició un proceso judicial contra RTVE para que se reconociera como enfermedad profesional el mesotelioma pleural que se le detectó en 2015 y que acabaría con su vida tres años después. Tras su muerte, su familia se encargó de contrinuar con esta batalla.
El presentador decidió interponer esta demanda después de poner nombre a su dolencia, un caso raro de tumor que todos los expertos asocian a la intoxicación por amianto. Ahora, la familia de Íñigo ha conseguido que la Seguridad Social les dé la razón para poder continuar con el proceso y pedir responsabilidades a TVE, pues consideran que la exposición del presentador al amianto se produjo durante sus décadas trabajando en los estudios de la cadena pública, muchos de los cuales estaban recubiertos por este peligroso material.
La defensa de RTVE, por su parte, alegó en un primer momento que, basándose en la vida laboral de José María Íñigo, la exposición a la fibra de amianto podía haberse producido en su experiencia anterior en una empresa de neumáticos. Sin embargo, la abogada de la viuda y de los hijos del presentador desmontó esa tesis asegurando que el período máximo de latencia de la intoxicación por amianto es de 40 años, mientras que el comunicador presentó síntomas más de seis décadas después de aquella experiencia laboral.
Ahora, tras confirmarse que el presentador sufrió una enfermedad profesional, se deberá determinar quién pagará las indemnizaciones por su muerte, que se estiman alrededor de los 100.000 euros para la viuda y entre 20.000 y 40.000 para los hijos.