Como la propia Rocío Carrasco expuso en directo este miércoles en Telecinco, muchos pensábamos que el llamamiento público que le hizo su hija Rocío Flores días antes desde El Programa de Ana Rosa podía terminar desviando el foco del verdadero problema.
"Hace unos años lo hubiera hecho. Hubiera anulado la entrevista y hubiera parado el documental, ahora no", explicaba la hija de Rocío Jurado, que en todo momento quiso exculpar a su hija de sus movimientos arguyendo que "Rocío llega a ser verdugo porque antes ha sido víctima".
Y precisamente por eso, porque Rocío es otra víctima de su padre que no se da cuenta que con cada intervención en televisión, ya sea opinando o guardando un silencio cómplice, ayuda a debilitar el testimonio de su madre, lo que le aleja más de ella; quizá ha llegado el momento para dar un paso atrás y olvidarse por un tiempo de los platós.
De hecho, la clave la daba su madre. "No he tenido intención de cogerle las llamadas porque no estoy preparada para ello, y ella tampoco. Sé que las condiciones no son las idóneas para que ocurran según qué cosas. Tiene que pasar tiempo, que ella esté preparada, que yo esté preparada".
Y así es. Si realmente Rocío Flores quiere ese acercamiento con su madre, necesita estar preparada, ponerse en manos de expertos que le puedan asesorar como emprender ese camino de reconciliación con su madre porque ese vínculo que las une "no se puede romper". Que le hagan ser consciente del maltrato al que sometió a su madre y que le hagan ver que nunca se puede llegar a una pacificación si antes no existe arrepentimiento y se pide perdón por ese mal causado.
Es el mismo camino que ya emprendió Rocío Carrasco hace unos años, primero pidiendo una medición familiar, y después manteniendo silencio en toda historia hasta que, asesorada por expertos, ha decidido dar el paso de contar su verdad para seguir viva y, en la medida que pueda, recuperar a sus hijos.
Un camino que inevitablemente pasa por abandonar de momento la televisión ya que es un mundo que, por mucho que crea conocer, resulta de los más maquiavélico. Porque aunque recalque una y otra vez que es colaboradora de El Programa de Ana Rosa o Supervivientes para hablar única y exclusivamente del reality, o que piense que productoras y compañeros le van a cuidar, la cruda realidad es que lo que importa es el negocio.
Y en ese negocio, antes de que se encienda el piloto rojo, como periodistas (y algunos empresarios) que son, la misión va a ser conseguir algún gesto o una palabra que después pueda alimentar horas y horas de televisión. Y, ojo, que cualquiera que tuviéramos esa oportunidad también lo intentaríamos.
Un negocio que conoce muy bien padre, quién parece que ha sido fundamental para que, aquella joven vergonzosa y aparentemente ingenua que no quería aparecer en pantalla en 2017 para recibir a su tía Gloria Camila en el plató de Supervivientes, ahora ya sume tres colaboraciones en televisión.
¿Está Rocío Flores en televisión por decisión propia o porque la alargada mano de su padre le ha llevado a tener que colaborar en televisión para contribuir en la economía familiar ya que el impío no se conforma con unos 1.000 euros al mes?
Rocío debe alejarse de los platós, repararse, poder tomar decisiones por sí misma sin estar sometida a estas injerencias familiares y/o profesionales. De lo contrario nos llevará a pensar que esas llamadas de atención públicas no son sinceras, sino un intento (manipulado o no) por desviar el foco y que no se hable de aquel oscuro episodio del 27 de julio de 2012.