Decepción, cabreo, impotencia. Estos son algunos de los sentimientos que bien describen la sensación generalizada de la prensa acreditada en el estadio Ahoy de Róterdam, así como de los eurofans españoles, tras visionar el primer ensayo de Blas Cantó para la final del Festival de Eurovisión 2021 con su tema Voy a quedarme.
Al igual que el resto de países del Big Five (Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y España) y el país anfitrión (Países Bajos), el artista murciano tenía este jueves su primera toma de contacto con el escenario con las casas de apuestas en su contra, ya que aparecía en la penúltima posición sólo superando a Georgia.
Una posición que no va a remontar ni introduciendo cambios en la puesta en escena porque, a tenor de lo visto, todo hace indicar que TVE volverá a defraudar por enésima vez y su candidatura tendrá muy difícil para no quedar una vez más en la última posición, ya que su propuesta quedará totalmente difuminada y, a la hora de votar, los europeos se olvidarán de Blas. Y ya habrán pasado siete años desde la última vez que España consiguió superar un puesto 20. El peor historial de Europa.
En las semanas previas al certamen, el artista murciano había insistido que el objetivo con la puesta en escena creada -y muy trabajada- era que la historia de Voy a quedarme cobrara vida, emocionase a los espectadores de todo el mundo y sirviera de homenaje al amor de su vida, su abuela.
Sin embargo, nada está más lejos de eso. Repitiendo la misma escenografía minimalista que se pudo ver en la preselección de febrero, donde la luna era y es el elemento principal, Cantó y su equipo no consiguen llegar al corazón del espectador debido a una ausencia absoluta de emoción en la misma.
Se esperaba que de alguna manera el director artístico Marvin Dietmann fuera a contar, a través de su trabajo escenográfico, una historia sobre el amor y la ausencia de los seres queridos, tal y como ocurre en el videoclip del tema, o tal y como ha hecho con la puesta en escena de la bulgara Victoria. En ese caso, la historia de Growing up is getting old se narra mediante una actuación muy cinematográfica protagonizada por una roca gigante y un rayo de arena y en la que se representa de manera impecable y emocionante el paso del tiempo.
Sin embargo, en el caso de España, a pesar de que el artista contara en la rueda de prensa posterior que la luna viene a representar ese pasaje de la canción que dice "he bajado el cielo para descubrir, qué se esconde en tu mirada", la percepción es que no existe ninguna historia o concepto detrás.
De hecho, conociendo el proceder habitual en TVE, lo que realmente parece es que se ha decidido no dedicar ni un euro más en presupuesto para poder recrear una nueva puesta en escena distinta a la que ya se vio hace unos meses, a pesar de que durante las últimas semanas se ha jugado al despiste haciendo entender que habría profundos cambios en la propuesta. Una vez más el conformismo y la desidia por bandera.
La periodista Laura Ortiz decía ayer de forma afligida en un vídeo que rápidamente se convirtió en viral en redes sociales, que parecía que la luna estaba ahí a modo de señuelo para desviar la atención de la pobre puesta en escena. Y así es. Porque al contrario de lo que dice el refrán, aquí se nos señala a la luna para que no nos fijemos en el dedo.
En la noche de la final de Eurovisión el próximo 22 de mayo, las redes sociales se llenaran de memes sobre la luna, como ya pasó en años anteriores con el muñeco gigante de Miki Nuñez, el gallo y las camisas de flores de Manel Navarro o la caída de Barei. Y mientras los españoles sigan fijándose en eso, la atención no se centrará en los verdaderos responsables de que cada año España sume un nuevo ridículo. Otra falta de respeto y ya van...