Kiko Matamoros dejaba estupefactos a los espectadores y a muchos de sus compañeros hace unos días al hacer una llamativa confesión: lleva meses comentando la serie Rocío, contar la verdad para seguir viva pese a que sólo ha visto los dos primeros episodios emitidos. "Mi hijo me ha pegado un vapuleo en un plató y yo no tenía fuerzas. Se me caía el alma al suelo, hubiese preferido que me hubiese roto la cara", decía para justificar su decisión.
El colaborador de Sálvame no sólo ha reconocido sin remilgos que ha comentado un contenido que no ha visto, sino que además ha afirmado que su opinión sobre el testimonio de Rocío Carrasco está condicionada por su experiencia personal.
Días después de las palabras de Matamoros, Carlota Corredera aprovechaba su visita a Viernes Deluxe para volver a cargar contra los negacionistas, pidiendo que dejen de cuestionarlo todo para intentar tumbar el relato de la hija de Rocío Jurado. La presentadora se ha referido directamente a Matamoros para criticar que "ha dicho en este plató que Rocío Carrasco es mala madre y mala persona y cuando se va a emitir el último episodio dice que no lo ha visto". La gallega se preguntaba, irónica: "¿Qué hago, me tiro al suelo?".
Esa frase final de Corredera resume lo que muchos espectadores sintieron al ver al exmarido de Makoke confesar que ha incumplido deliberadamente con su deber como profesional de la televisión. Una injustificable actitud con la que el colaborador repite los patrones de antaño, pero a la inversa: durante dos décadas creyó a Antonio David sin una sola prueba y ahora cuestiona el documentado relato de Rocío Carrasco sin tan siquiera escucharlo en su totalidad.
Opinar sobre algo que se desconoce es una actitud cuestionable para cualquier persona, pero que lo haga alguien cuyo trabajo consiste en comentar la actualidad del corazón es además en ejercicio de cinismo ante millones de espectadores.
No deja de resultar sorprendente que Kiko reconozca sin ruborizarse que lleva dos meses cobrando por hablar de una serie documental que no ha visto. Él, quien precisamente acostumbra a decir a los demás cómo tienen que ejercer su trabajo, se escuda en un supuesto trauma personal para justificar su falta. ¿Se imaginan qué habría ocurrido si fuese Lydia Lozano la que reconociese que no ha visto la docuserie? ¿Cúantas críticas, lecciones y bromas desagradables le habrían caído por parte de Matamoros?
Cabe recordar que el exmarido de Makoke ha atizado en repetidas ocasiones a su compañera y le ha llegado a decir que es la culpable del final de A tu lado o que ha puesto "patas arriba" la profesión periodística. De hecho, lleva varias semanas recordando con sorna el último lapsus de Lydia, que anunció la muerte de José María Manzanares, fallecido en 2014.
Lo más grave de la confesión de Kiko Matamoros es que asegura que no pasa nada por comentar un programa sin verlo, excusándose en que para eso están los fragmentos que se repasan en Sálvame y en otros espacios de la cadena. El colaborador equipara así la tarea de analizar el reality de turno con la de opinar sobre una serie documental cuya protagonista revela el infierno personal que ha vivido por culpa de su expareja, un formato que ha trascendido lo televisivo y que ha calado en la sociedad y en la política tratando asuntos como la violencia vicaria o el maltrato psicológico.
Rocío, contar la verdad para seguir viva es el grito desesperado de una mujer que busca en la sociedad la reparación que no le han dado los juzgados. Opinar sobre lo que cuenta Rocío Carrasco es una tarea que conlleva una enorme responsabilidad y para la que probablemente ningún tertuliano televisivo tenga suficiente autoridad, pero mucho menos alguien que ni se ha molestado en escuchar lo que la protagonista relata.
Este domingo, Matamoros se defendía en Viva la vida de las acusaciones de negacionista asegurando que nunca ha negado el sufrimiento de Rocío Carrasco. Sin embargo, y a pesar de ese dolor que reconoce y en el que incluso dice sentirse reflejado, el colaborador no ha dudado en cuestionar aspectos del testimonio de la protagonista. Considera Kiko, por ejemplo, que Carrasco no hace bien contando la paliza que recibió por parte de su hija, Rocío Flores, cuando esta todavía era menor. Una postura respetable pero ante la que habría que preguntarse si ese es motivo suficiente para no apoyar a Rocío Carrasco como la víctima que evidentemente es.
Matamoros dice estar condicionado por su experiencia personal a la hora de opinar sobre la docuserie, pero lo cierto es que parece más bien guiado por una predisposición a quedarse con la espuma del mar, a cuestionar constantemente lo que diga Rocío Carrasco pese a que ni siquiera la ha escuchado, a la vez que evita condenar con la misma dureza la demostrada actitud deleznable de Antonio David. Mientras Rocío apunta al cielo, él mira al dedo.