"No supimos apreciar lo suficiente a Mila Ximénez en GH VIP, sus momentos van a quedar para la historia”, comentaba hace unos días en Twitter un fiel seguidor de los realities de Telecinco. Y así es. Porque, ¿quién no ha utilizado alguna vez uno de los virales momentos protagonizados por la periodista?
Y es que, aunque en su momento su actitud dentro de la casa fue muy criticada, lo cierto es que Ximénez fue fiel a su personalidad arrolladora y de fuerte carácter proporcionando a la audiencia un sinfín de vídeos y memes que hoy, tras su fallecimiento, ya son historia de la televisión.
Pero para entender el paso de Mila por GH VIP primero hay que hablar de su participación en Supervivientes en 2016, un programa donde se ganó con creces su sueldo, el más alto de la edición a razón de 30.000 euros a la semana, acumulando al final en torno a 360.000 euros.
Aquella experiencia, además de apuntalar aún más su potencial como personaje televisivo -llegó a la final no por sus méritos como superviviente, sino como creadora de contenidos-, le sirvió para cambiarle la mirada y creer en sí misma. "He dejado atrás la vida de la prisa", reconocía a Jorge Javier Vázquez tras su expulsión.
Su aventura no fue nada fácil. Durante las primeras semanas de concurso, la periodista no paró de plantearse abandonar el reality. Sin embargo, “la abuela se despertó” y sacó a la luz todo su temperamento para convertirse en ese personaje antagónico que todo reality necesita.
“Me he visto como el demonio de Tasmania. He intentado controlarme bastante tiempo. Al principio daba pasos pequeños diciendo que me encontraba mal, hasta que dije: ‘¡A la mierda! Ya no puedo más con esto’. Yola te decía buenos días en plan happy y yo pensaba: ’Cómo me vuelva a dar otro beso, le meto una medusa por la boca’”, contaba.
Con este antecedente no fue extraño que Telecinco pensara en ella para convertirla en el fichaje estrella de GH VIP a razón de 25.000 euros por semana de participación. Y, una vez más, la controvertida tertuliana se ganó los 350.000 euros que se habría embolsado tras quedar tercera finalista tras Adara Molinero y Alba Carrillo.
Y así lo demostró ya desde su entrada negándose a entrar en la casa en la forma en la que le habían pedido. "Me niego a hacer eso. No voy a entrar en la casa por la gatera. ¡Ya te digo yo a ti que no! Yo me voy mañana, te lo digo. No tengo edad para vivir en un búnker, para estar en el jardín y compartir cama”.
No sería su única amenaza de abandono y es que lo de querer marcharse del reality fue algo habitual hasta el punto de que su amigo y presentador del programa, Jorge Javier Vázquez, tuvo que intervenir en más de una ocasión, como el día que amenazó con abandonar la gala por ponerse que poner un traje de abeja.
“No me lo voy a poner, lo siento pero ya está bien. Hay más concursantes para reírse de ellos. No me gusta esta coña continuada. Ni una palabra eh, porque ya he mandado a paseo todo y mañana estoy en mi puta casa", decía mientras al final accedía a ponerse el disfraz.
Uno de los principales motivos para querer abandonar, sin embargo, fue su enemistad con Hugo Castejón. Tanto, que esta guerra le hizo brindar a la audiencia momentos irrepetibles como su intento de vomitar al conocer que el ex de Marta Sánchez se había salvado de la expulsión o que sufriera un exagerado ataque de ansiedad la quedarse a solas con él.
“No, por favor, no me hagáis esto. No, Súper por favor, no me hagas esto. Me voy, te lo juro”, decía Mila a la vez que se ponía más nerviosa. “Tranquila Mila, que no lo podemos pasar muy bien”, intentaba tranquilizarla Hugo sin mucho éxito.
Tampoco lo pasó nada bien en la casa del terror. La periodista, que se negó a entrar, no paró de gritar durante todo el recorrido y no pudo contener, en ocasiones, las lágrimas de desesperación. "Me cago en la puta", repetía una y otra vez.
Pero sin ninguna el momento más viral de Mila y que se sigue compartiendo a diario en redes sociales es ese en el que se le ve aporreando una plancha contra una tabla de planchar al grito de "no para, no para, no para". Y así ocurrirá justamente con el legado de Mila: nunca parará.