El julio de 2006, Telecinco arrancó las emisiones de Yo soy Bea, una serie que contaba la historia de superación de una joven muy inteligente (pero de poco atractivo físico) llamada Beatriz Pinzón (Ruth Núñez). Bea entra a trabajar en una revista de moda, Bulevar 21, y caerá rendida ante su jefe, don Álvaro Aguilar (Alejandro Tous), quien no le hace caso. Mónica Estarreado, Norma Ruiz, José Manuel Seda, Fedra Lorente, Miguel, Hermoso y Ana Milán, entre otros intérpretes, completaron el elenco de esta serie diaria, que estuvo en antena hasta agosto de 2009.
Yo soy Bea partía con cierta ventaja. Era una adaptación de la serie colombiana Yo soy Betty, la fea, que se había emitido ya en Antena 3. Una historia que ya había enamorado a 180 países y que posee 25 adaptaciones en el todo el mundo.
Muy pronto Bea caló en la audiencia, y sus episodios llegaban a los 3.000.000 millones de espectadores con facilidad. Hasta en 60 ocasiones fue el espacio más visto del día, diez capítulos superaron la barrera de los 4.000 millones y tiene el honor de ser la serie diaria más vista de la historia de nuestra televisión.
Cómo ‘Yo soy Bea’ se reinventó (tal como después haría ‘Aída’)
La serie se llamaba Yo soy Bea en honor a su protagonista. Sin embargo, Ruth Núñez y Alejandro Tous salieron de la serie poco después de que sus personajes se casasen (ante 5.194.000 espectadores y un 37,9% de cuota de pantalla). Sin embargo, Telecinco no quiso cerrar la serie y continuó narrando las aventuras de Bulevar 21.
Para no tener que cambiar el título a la serie introdujeron un nuevo personaje también llamado Beatriz, a quien todos conocían como Be (Patricia Montero), para que el nombre siguiese teniendo (cierto) sentido. De hecho, Be fue esencial en la transformación física y psicológica de Bea, y de ahí que después se convirtiese en su heredera.
Esta solución puede recordar a lo que sucedió, también en Telecinco, con la serie Aída. Cuando Carmen Machi se fue de la serie muchos se preguntaban que qué sentido tendría que la producción se siguiese llamando como su personaje.
Los guionistas entonces llevaron hasta el barrio de Esperanza Sur a Soraya (la hija de Aída) y a su pequeña Aída de la mano. Sin embargo, si Aída sí supo cerrar la serie con cierta maestría, y convirtiendo la historia en algo circular (con Aída -nieta- huyendo de casa por estar embarazada), el final de Yo soy Bea fue más abrupto.
Tanto, que algunos actores pidieron disculpas a través de sus bitácoras personales. “Hemos grabado un final de emergencia que tiene bastante gracia, pero para resolver las tramas y conflictos habríamos necesitado uno o dos bloques (un par de semanas) y desgraciadamente, Telecinco no nos ha dado ese margen” escribió en ese sentido uno de sus protagonistas, Miguel Hermoso.
Cuando la serie finalizó en agosto de 2009, por Yo soy Bea habían pasado 460 actores y 7.500 figurantes, se había llegado a las 8.000 horas de rodaje, se habían leído 29.000 páginas de guiones y se llevaron a cabo 9.800 cambios de vestuario.
El cambio de look, el mayor hito de ‘Yo soy Bea’
Cuando empezó Yo soy Bea todos los espectadores sabían que, antes o después, el patito feo se convertiría en cisne. Que un día aquella chica con gafas, aparato en los dientes y ropas anchas y anticuadas se convertiría en una empresaria sofisticada, que dejaría a todos con la boca abierta.
Tras 460 capítulos, Bea se convirtió en guapa, y Telecinco aprovechó la ocasión para llevarse el episodio al prime time. El resultado: un éxito en audiencias descomunal. 8.226.000 espectadores estuvieron pendientes de esta serie, con una cuota de pantalla del 42,1 por ciento. Desde 1992 con un capítulo de Rubí en Televisión Española no se anotaba un dato similar. En el minuto de oro de la jornada, la serie llegó a 10.236.000 espectadores y 51,7 puntos de cuota de pantalla.
Hay que destacar que hasta que Bea “se hizo guapa”, la actriz Ruth Núñez se mantenía alejada de los eventos sociales para que el impacto fuese mayor. Tanto es así, que Telecinco apostó por Alejandro Tous (don Álvaro), Ruth Núñez (Bea) y Norma Ruiz (Bárbara) para la emisión de las campanadas que darían la bienvenida al año 2007 desde la Ciudad de las Artes y de las Ciencias de Valencia.
Siguiendo la estela de otras series como Aquí no hay quien viva, los actores retransmitieron la última noche del año metidos en la piel de sus respectivos personajes en la serie diaria. Así que ni por esas pudimos ver a Bea con un aspecto sofisticado y elegante: su ortodoncia o su peculiar peinado estuvo presente en la retransmisión.
En la era de las redes sociales, sin embargo, hay un cambio de look de uno de los personajes que se recuerda con más fuerza aún que el de Bea. Hablamos de aquella escena en la que Sandra de la Vega (Ana Milán) revela a toda la oficina su doble identidad. Y es que se ha estado haciendo pasar por la limpiadora Sonsoles para conocer, en la línea de El jefe infiltrado, cómo funciona la empresa familiar.
A pesar de que era obvio que eran la misma persona nadie parecía darse cuenta. Cuando Gonzalo (José Manuel Seda) la acusa de haber matado a Sonsoles y le dice que va a llamar a la policía, Sandra se quita la peluca y revela su juego de identidades. El vídeo de esta transformación se hace viral de vez en cuando, y sigue enamorando como la primera vez que lo vimos.
La segunda vida de ‘Yo soy Bea’ en Divinity
Once años después de su estreno en Telecinco, en 2017, Divinity recuperó Yo soy Bea para sus tardes. Y lo hizo con una pequeña reinvención: se presentó por primera vez en formato panorámico, y además, cambiaron su sintonía. En su primera etapa ‘Te falta veneno’ estuvo interpretado por Edurne, pero en esta reposición su sintonía corrió a cargo de la cantante Ana Mena.
Rescatar Yo soy Bea en el canal femenino de Mediaset se englobó en la tendencia del ‘feísmo’ que se defendía entonces, esto es, la corriente que rompía con los clichés de la belleza mundial y que legitima “la belleza de lo feo”.