Atresmedia ha confirmado esta semana la renovación por una segunda edición de Drag Race España, el que podríamos decir que, hasta la fecha, es el talent show revelación de nuestro audiovisual en el presente 2021. Un concurso presentado por Supremme de Luxe en el que un grupo de drags queens compiten en pruebas de baile, interpretación o costura para alzarse con el título de reina.
Esta renovación era algo de esperar. Drag Race España se ha convertido en una marca importante para Atresmedia. Para la imagen de la cadena es un formato totalmente transgresor y necesario, que aúna el arte y el espectáculo con cuestiones sociales.
Durante la emisión de la primera temporada, en la que resultó ganadora Carmen Farala, en estas páginas analizamos cuán importante era este programa para nuestra televisión. Ha supuesto una ventana para las personas no binarias en la pequeña pantalla, ha puesto sobre la mesa temas como la homofobia en el seno familiar, los problemas con la aceptación de tu propio cuerpo, ha servido de altavoz para denunciar agresiones racistas, entre otros.
De esta forma, el programa ha servido de referente a muchas personas que, por diversas circunstancias, sentían que no encajaban en la sociedad. Que estaban en un camino diferente del que otros habían elegido para ellos, que se podían sentir en un momento desorientado, en la búsqueda de su propia identidad. Y más que eso.
Hace unos días, Sagittaria, que fue finalista de la primera edición de Drag Race España, contó en sus redes sociales que había recibido mucho cariño del público, y mencionó el caso de una persona que les dijo que el programa le había supuesto un soplo de aire fresco durante su proceso de quimioterapia. Una historia que conozco bien, puesto que esa persona es una amiga, Naty, y yo en primera persona vi cómo se acercó con una ilusión enorme a la propia Sagittaria cuando estaban en el mismo bar que nosotros en una noche en Torremolinos.
Desde que descubrí el formato de Drag Race he sido un gran seguidor del mismo, de ver varias veces las temporadas, de buscar información de las reinas una vez acaba el programa, de seguirlas en redes sociales.
Y también lo he recomendado a multitud de amigos, aunque pocos se animaban a verlo, entre ellos, mi amiga Naty, que no descubrió el fenómeno hasta que tuvo que guardar reposo en cama por un tumor en un pecho. Desde el primer momento se enganchó, y comentábamos a través de mensajería móvil junto a otros amigos por qué temporada iba, quiénes eran sus favoritas, cómo se alegraba de algunas victorias, o lo mal que lo pasaba cuando algo salía mal (como las famosas mariposas de Asia O’Hara).
Incluso fuimos a ver el Hotel de las Reinas, el espectáculo con el que Arantxa Castilla-La Mancha, Hugáceo Crujiente, Carmen Farala, Inti, Dovima Nurmi, Vulcano, Killer Queen, Pupi Poisson, Sagittaria y The Macarena, junto a Supremme de Luxe y Paca la Piraña están de gira por España, y que tuvo su primera parada en la citada capital costasoleña.
Durante aquel show (muy recomendable, por cierto), mi amiga Naty se emocionó especialmente, pero no nos lo contó hasta unos días después. En la siguiente reunión de amigos nos explicó cómo de terapéutico había sido este espectáculo televisivo durante un proceso tan jodido como una quimioterapia.
Básicamente nos decía que lo estaba pasando mal, sí, pero que muchas concursantes, a través de sus testimonios, también habían tenido una vida dura, con agresiones homófobas, violaciones, abandonos familiares, trastornos alimenticios. Y que a pesar de ello sabían canalizar todas esas malas experiencias para convertirlas en un mensaje de paz y de amor, y querían divertir al público para que gente que, como ella, se pudiese olvidar durante unos minutos de sus problemas y disfrutase de su espectáculo.
Además, al no haberlo visto nunca, se encontró con 14 temporadas regulares, 5 All Stars (6 ahora) y una edición española esperando. Eso sin contar con las ediciones internacionales. Tan feliz le ha hecho este espectáculo que incluso ha escrito un mail al programa para ofrecerse voluntaria en la segunda temporada (antes incluso de que la misma se confirmara) para que las futuras participantes le hagan el make over y saquen la drag que lleva dentro.
Con historias recordamos que la televisión, más allá de ser una fuente de información o un entretenimiento, tiene una importante labor social. Sirve de compañía, de aliento para el que lo pasa mal, de motivación para el que anda un tanto bajo de ánimos.
Pasa con Drag Race y con mil programas más. Sin ir más lejos, este jueves vimos en Sálvame cómo Carlota Corredera recibía un ramo de flores de un admirador que le mandaba ánimos, al considerar a la comunicadora gallega como alguien más de su familia, y no le gustaba verla triste.