La erupción volcánica de Cumbre Vieja, en la isla canaria de La Palma, ha movilizado a equipos de todas las cadenas, que se han desplazado hasta la zona para informar sobre el terreno de la última hora sobre este fenómeno de la naturaleza. Grandes figuras televisivas como Carlos Franganillo, Susanna Griso o Pedro Piqueras llevan varios días en la Isla Bonita para narrar en primera persona los angustiosos momentos que vive la población palmera.
Como suele ocurrir en estos casos, la línea entre capturar la realidad y hacer espectáculo con una tragedia es delgada. Mientras los habitantes de la isla desalojados de sus casas se encuentran con serias dificultades para acceder a sus domicilios y recoger sus cosas antes de que la lava arrase con todo, los periodistas televisivos han entrado en una arriesgada competición por mostrar la colada de magma lo más cerca posible.
Después de que los profesionales de Televisión Canaria se hayan jugado la vida para captar los momentos iniciales de la erupción, el primer periodista de una televisión nacional en acercarse peligrosamente a la lava fue Alejandro Rodríguez, de Cuatro al día. El reportero mostró una de las lenguas del volcán a escasos diez metros de la masa incandescente, lo cual generó numerosas críticas.
Sin embargo, lo cierto es que el periodista estaba escoltado por un equipo de Protección Civil que marcaba los límites de distancia mínima a la que debía estar de la lava.
Lo mismo ocurrió con Carlos Franganillo. El presentador del Telediario 2 de TVE compartió una foto en el mismo punto en la que, al menos desde el ángulo captado por la cámara, parece estar mucho más cerca de la lava de lo que lo estaba el periodista de Mediaset.
Polémico ha sido también el caso de Pedro Piqueras. El presentador de Informativos Telecinco está ejerciendo de enviado especial en La Palma y, además de retransmitir en directo la última hora sobre la erupción, no ha dudado en recorrer micrófono en eb mano las zonas afectadas por la colada.
En uno de los reportajes que el veterano periodista ha grabado, se encuentra hablando a la cámara de espaldas a la lava cuando, de pronto, se desprenden varias rocas de gran tamaño que comienzan a rodar hacia él, con el consiguiente peligro para su integridad y la del cámara que le acompaña. A pesar de ello, Piqueras continúa su intervención sin inmutarse: "Aquí viene esta roca de lava", comenta.
Este miércoles, el presentador ha conectado con El Programa de Ana Rosa y ha confesado que ya siente los primeros estragos por exponerse a la erupción: "Esta noche he notado una especie de ardor en el pulmón, y no soy el único que lo ha notado", relata.
En el caso de Antena 3, Susanna Griso también ha protagonizado su reportaje de alto riesgo a escasa distancia de la lava en Cumbre Vieja. Espejo Público ha destacado este miércoles que su presentador a ha estado "a metro y medio de la colada" y "ha vivido en primera persona la lluvia de piedras y ceniza con una sensación de calor impresionante".
Estas prácticas de riesgo han abierto el debate sobre el límite entre la actividad periodística y el espectáculo innecesario. Si bien se entiende que la labor de los periodistas está siendo supervisada y guiada por los expertos y por las fuerzas de seguridad, lo cierto es que resulta difícil justificar informativamente la presencia de los presentadores en zonas a las que la población ni siquiera tiene permitido acceder.
A pesar de ello, quedan también para la posteridad imágenes como la del equipo de Informativos Telecinco que suelta la cámara y el micrófono para ayudar a una familia a desalojar su casa, o los incontables testimonios que estos días recogen todas las cadenas y que favorecen la empatía con quienes están sufriendo esta tragedia.
En el caso de La Palma, las televisiones están dividiendo sus esfuerzos entre hacerse eco de los dramas humanos que ha provocado esta erupción y mostrar el innegable espectáculo natural de la misma. Porque, como en cada acontecimiento histórico, el periodismo se encarga de llegar donde nadie llega para trasladar a la sociedad lo que está ocurriendo.