Telecinco emite este miércoles la tercera gala de La última tentación. La primera secuela a nivel internacional de La isla de las tentaciones arrancó el pasado 15 de septiembre y, pese a la expectación generada y a contar con las principales estrellas de las tres ediciones anteriores como reclamo, lo cierto es que su acogida no está siendo tan espectacular como se esperaba.
La marca Tentaciones ha seguido demostrando su fuerza, liderando en sus dos galas del miércoles frente al resto de ofertas. Sin embargo, lo ha hecho por debajo de los dos millones de espectadores, con 1.866.000 y un 16,3% de cuota en su estreno y 1.825.000 y un 15,6% en su segunda entrega.
Bastante más discreta está siendo la repercusión de El debate de las tentaciones cada lunes. El espacio presentado por Sandra Barneda tuvo que conformarse con un 10% de share y 807.000 espectadores en su estreno, aunque este lunes lograba superar la barrera psicológica del millón con 1.008.000 espectadores y un 10,3%.
Sin tratarse de unos datos catastróficos, es evidente que las audiencias de La última tentación están lejos de seguir la estela del fenómeno televisivo que ha supuesto La isla de las tentaciones, que en sus tres ediciones ha firmado una media de 3.005.000 espectadores y un espectacular 24,3% de cuota.
La emisión de la tercera temporada del reality confirmó que el formato estaba en plena forma, pues se convirtió en la edición más vista en España con 3.114.000 espectadores y un 26.3% de media.
Todos los datos, por tanto, invitaban a Cuarzo y a Mediaset a seguir apostando por el programa para futuras entregas, pero la decisión de innovar produciendo una secuela con parejas antiguas no parece haber cuajado entre la audiencia.
Uno de los motivos que podrían estar detrás de este descenso es la escasa y confusa promoción que la cadena ha dado al formato. La decisión de dedicar dos entregas a un refrito de las tres anteriores ediciones, bajo el título Regreso a la última tentación y con una cuestionable comunicación previa, más que valer como aperitivo ha desorientado a los espectadores.
Por otro lado, esta 'reunión' de las parejas más polémicas de La isla de las tentaciones ha roto con la narrativa habitual del reality, que habitualmente mostraba la evolución de las relaciones en las villas y, tras la gala final, celebraba un reencuentro para contar a la audiencia en qué punto están ahora esas parejas. De esta manera, la trama se cerraba con esa entrega final, pero La última tentación ha tratado de revivir tramas que los espectadores ya daban por cerradas y que, en vista de las cifras, ya no generan interés.
Ese ha podido ser, precisamente, uno de los grandes errores de La última tentación: recurrir a sus concursantes VIP en lugar de continuar apostando por parejas (casi) anónimas. Y es que la magia del reality era descubrir en cada gala la personalidad de cada uno de los participantes a la vez que se iban conociendo detalles sobre su relación e iban surgiendo vínculos con los tentadores en las villas.
Sí, puede que Fani Carbajo o Marta Peñate sean auténticos animales televisivos, tal y como han demostrado en las villas del programa, pero volver a recurrir a sus agotadas tramas amorosas y abrir círculos que estaban más que cerrados no contribuye a explotar el potencial que tienen como personajes de Mediaset.
A pesar del traspié de La última tentación, hay que recordar que la productora también tiene grabada la cuarta temporada convencional del formato, por lo que los fans del reality revelación de Mediaset podrán volver a disfrutar de nuevas parejas, nuevas historias y, sobre todo, de la esencia de La isla de las tentaciones.