Este martes, La 1 emitirá un nuevo episodio de Ana Tramel: El juego, la serie protagonizada por Maribel Verdú (que ya está disponible al completo a través de RTVE Play). La ficción, basada en la novela Ana de Roberto Santiago, nos cuenta cómo una abogada que ha tocado fondo, que es adicta a los medicamentos y al alcohol, tiene que ponerse las pilas y volver a ser la fiera judicial que fue antaño. Y es que su hermano, que tiene adicción al juego, ha sido acusado de matar al dueño de un casino en el que se jugaba auténticas fortunas al póker.
Se trata de una serie muy áspera, que lleva al espectador al mundo de la ludopatía, con una gran dureza. Muestra cómo la adicción al juego puede destrozar una familia, y cómo muchos jugadores creen que solo saldrán de su ruina apostando más, arriesgando un dinero que no tienen, haciendo sus deudas más y más grandes.
Ana Tramel es muy realista al comparar la ludopatía con el alcoholismo u otras adicciones. Bordea el marco ético de la publicidad del juego, y nos recuerda que todos estamos rodeados por el azar, por todas partes. Casinos, salones de juegos, administraciones de lotería. Que no es un problema propio de gente que se salen de la norma y acuden a salas clandestinas, que también las hay.
Como tantas otras adicciones, el juego no entiende de clases sociales, de oficios, de educación ni de estudios. En él pueden caer atrapados jóvenes que viven con los padres, abogados prometedores, perdedores sin escrúpulos y también aquellos que se creen profesionales del póker o de otras disciplinas.
Esta serie de Televisión Española se estrenó el 21 de septiembre. Y solo unos días antes, el 17, llegó a Netflix El juego del calamar, quien a pesar de sus evidentes diferencias en la forma, comparte muchos puntos de fondo con Ana Tramel.
Allí nos encontramos, en principio, con la historia de Seong Gi-hun (Jung-jae Lee). Un hombre que pasa sus días en Seúl apostando en carreras de caballos, dejando sus propios órganos vitales como garantía de pago para sus acreedores. No tiene nada, lo ha perdido todo, y solo encuentra en el juego una forma de intentar recuperar las riendas de su vida. Tanto es así que incluso echa una de sus pocas monedas en una máquina de garras para intentar darle un regalo a su hija por su cumpleaños.
Como le sucede al personaje de Alejandro Tramel (Unax Ugalde), Seong se verá obligado a jugar a lo que sea para ganar dinero. Primero levantando unos sobres, similar a un juego de cromos, en los que tiene como aval su cara si no puede pagar. Y más tarde, aceptando una misteriosa oferta para jugar una serie de seis juegos infantiles tradicionales para tener la oportunidad de ganar millones.
Será entonces cuando el personaje se dé cuenta de que tras las apariencias hay mucha gente en su misma situación de desesperación, desde un viejo amigo de la infancia que parece un hombre de éxito a un trabajador indocumentado de Pakistán.
Las lecturas que tiene El juego del calamar son múltiples. Podemos entender que todos estamos endeudados por un sistema cruel, con una fuerte competencia a nuestro alrededor y una estructura social no muy halagadora. Incluso nos podemos quedar en la superficie y ver una aventura de fantasía y violencia sin más, que puede recordar a Los juegos del hambre o Battle Royal.
Pero también podemos entenderlo como una metáfora de la ludopatía. Solo el juego puede salvar una situación desastrosa provocada por el juego. Y para seguir tirando hacia adelante hay que jugar más y más, aunque tu vida te pueda ir en ello. Todos los jugadores tienen una historia detrás, pero al fin y al cabo son vistos como números, clones, que pueden tener el deseo de salir de aquello y volver a una vida normal. Pero más pronto que tarde les hacen creer que en el peligroso juego del calamar encontrarán el dinero que solucionará sus problemas. Mientras juegan se sienten vivos, trazan alianzas, y se olvidan de las humillaciones que viven en su día a día. Tienen una esperanza mayor que en el mundo real.
Y esa es la conexión entre Seong Gi-hun y Alejandro Tramel, entre El juego del calamar y Ana Tramel: El juego. Ambos se han visto atrapados en una espiral de la que no pueden salir solos, pero se encuentran con una falta de apoyo y cariño de sus familiares más directos, hartos de deudas, de promesas incumplidas. Sin embargo, mientras que la serie de Televisión Española se vuelve muy realista y tira hacia el mundo de los juicios, El juego del calamar nos ha presentado un mundo distópico, violento y fantasioso, que en realidad tiene demasiado de auténtico.