El pasado jueves 21 de octubre se estrenaba en Netflix Insiders, el nuevo reality show conducido por Nawja Nimri en el que nada es lo que parece. La premisa del programa es sencilla: buscar al mejor concursante de realities, sin saber que ya están participando en uno.
Como ya analizamos, se trata de un inquietante y adictivo concurso de telerrealidad que hará las delicias de los espectadores, pues tanto los participantes como los espectadores tendrán que desconfiar en todo momento de lo que ven, sin diferenciar qué es real y qué forma parte de una ficción.
Una de esas concursantes es Estefanía, una joven natural de Valencia. En la actualidad es estudiante, y aunque entró al programa con novio ha insistido en todo momento que ella es un espíritu libre. Se define a sí misma como una persona transparente, cariñosa y justiciera.
Da la casualidad que Estefanía no es una desconocida para esto del mundo de la televisión. Y es que hace justo diez años, en 2011, conocimos mejor su historia personal en la segunda temporada de El Campamento, en Cuatro, donde Pedro García Aguado ejercía de coach del mismo.
Entonces se nos presentó a Estefanía como una chica que sentía pánico a sentirse sola. Y es que cuando era un bebé fue abandonada por su familia y fue dada en adopción. “Un día mi padre me dijo que ellos no eran mis padres, que era adoptada. Me sentía mal”, confesaba entonces la levantina, que no podía olvidar que su hermana sí es hija biológica.
Esto provocó que Estefanía tuviese un carácter irascible, y una fuerte obsesión con el mundo de la imagen. Su armario estaba repleto de ropa y zapatos, y admitía que era una chica muy presumida, a la que le gusta ir bien.
Su paso por El Campamento (cuya segunda temporada se emitió entre octubre y noviembre de 2011) estuvo marcado por sus enfrentamientos con otra compañera, Itxyar, quien era aficionada a las peleas callejeras. En un enfrentamiento sufrió un ataque de ansiedad, pero aprendió a ser fuerte y a no llorar ante sus ataques. Además, finalmente Estefanía supo reconducir su vida y estrechó lazos con su madre.
De todos los compañeros, Estefanía fue, de hecho, la primera en graduarse y poder abandonar el programa al haber conseguido los objetivos marcados. Su progreso fue muy positivo y también muy rápido: aprendió a quererse y a afrontar las adversidades.
Por primera vez en mucho tiempo la joven supo hablar de sus propios sentimientos con su madre y su hermana, y pudo decir en voz alta lo mucho que las quiere.