Hace unos días, el prolífico productor Enrique López Lavigne (Lo imposible, La llamada, Lucía y el sexo, 28 semanas después, Un monstruo viene a verme) comentaba en Twitter que "el Sucession español es Cantora y la Pantoja es Brian Cox".
A estas alturas nadie duda de que las constantes tramas que nos proporciona la familia de la tonadillera merecen una nueva serie que lleven a otro nivel lo visto en aquella loca tv movie llamada Mi gitana. Pero si en realidad lo que se busca es hacer un minucioso retrato sobre la política, la justicia, los imperios empresariales y los medios de comunicación en España, hay un nombre perfecto: José María Ruiz Mateos.
Sólo hay que echarle un vistazo a la sobresaliente serie documental que estrenó RTVE Play el pasado 27 de octubre sobre la mediática ycontrovertida figura del empresario jerezano, que logró poseer un holding formado por 230 empresas de todo tipo (bancos, bodegas, tiendas de lujo, grandes almacenes, seguros, construcción) que empleaba a 65.000 empleados.
Y es que, a través de sus cuatro episodios, Roger Gual (Smoking Room, Menú degustación, 7 años) y Àlex Solà logran tejer un fascinante y cautivador recorrido por la vida de este empresario cuya historia está cargada por igual de esperpento y disparate, a la par que de acusaciones de corrupción política y económica.
Lo hacen mezclando sus alocadas acciones mediáticas que en su día hicieron reír al país -¡Qué te pego, leche!-, con los duros testimonios de afectados por la estafa de Nueva Rumasa, uno de los mayores fraudes de la historia reciente de España. Testimonios que fueron eclipsados precisamente por todas esas excentricidades.
Así, en apenas unos minutos, el espectador pasará de quedar impactado por la aparición de una nostálgica Cuca García Vinuesa ya que fue su jefa de prensa, conocer el deseo del empresario de realizar una película sobre la Virgen María con Mel Gibson, o conseguir la aprobación del Papa para entregarle un rosario a Sadam Hussein; a no dar crédito por cómo Ruiz-Mateos y sus hijos consiguieron captar más de 385 millones de euros a través de dudosos pagarés. Y todo ello con unas autoridades haciendo la vista gorda.
Un relato muy bien armado que viene a demostrar cómo Ruiz-Mateos supo cómo nadie utilizar a los medios de comunicación a su antojo -se compró el Rayo Vallecano simplemente para que fuera su altavoz-, y que pone sobre aviso contra los peligros del populismo. Porque no hay que olvidar que, detrás de esos jijijis y jajajas, este empresario del Opus Dei montó su propio partido político logrando alcanzar hasta dos eurodiputados.
Un brillante documento que hubiera merecido mucha mayor transcendencia de la que ha tenido -los medios públicos deben servir para denunciar estas injusticias- y que vuelve a dejar en papel mojado las palabras del nuevo presidente de RTVE, José Manuel Pérez Tornero, sobre la necesidad de recuperar la relevancia.
Y es que no se entiende cómo un producto de tal calidad, que podría ayudar a la radiotelevisión pública a dar a conocer su plataforma RTVE Play gracias a que es muy apropiado para el boca a boca, tal y cómo lo está siendo el true crime ¿Dónde está Marta? para Netflix, no se haya promocionado de una mejor manera.
¿Por qué en Mediaset España y Atresmedia se reservan espacios en su prime time para estrenar productos como Patria o Veneno y en la Corporación simplemente se ha optado por estrenar este documental en el late night de los lunes después de MasterChef Celebrity?
Durante los últimos meses se ha convertido en un secreto a voces dentro de RTVE que la nueva dirección ha puesto precisamente en el punto de mira al director de RTVE Play, Fran Llorente, al que se le ha llegado a arrebatar el LAB RTVE, el laboratorio de innovación audiovisual de RTVE.es, a pesar de los distintos premios cosechados.
Sería una mala noticia para el futuro de nuestra radiotelevisión pública que, ciertas antipatías dentro de la televisión de todos, lleven a que productos tan excelentes como el de Ruiz-Mateos no se conviertan en un fenómeno viral.