En febrero del 2018 se estrenó uno de los formatos que más ha dado de qué hablar en los últimos años: La Resistencia. Después de convertirse en colaborador habitual de los programas más desenfadados de la radio nacional, David Broncano tenía su primera gran oportunidad en la pequeña pantalla de la mano de Movistar+. Un espacio hecho a su medida en el que podía brillar con luz propia y que poco a poco se fue ganando la atención del público.
El formato comenzó a grabarse en el Teatro Arlequín, un pequeño y mítico espacio ubicado en la Gran Vía de Madrid que servía de marco incomparable para cada una de las peripecias que realizaban los colaboradores. Salidas de plató y entrevistas callejeras plagadas de costumbrismo y tratadas con un hilarante sentido del humor. Con con todos los elementos habituales de los programas clásicos de entrevistas -banda en directo, colaboradores habituales y mucho desparpajo- y de la irónica personalidad que había hecho famosos a David Broncano, el talk show fue cogiendo cada vez más popularidad teniendo a su conductor como máximo protagonista. Una inteligencia disfrazada de falsa inocencia con la que lograba poner sobre las cuerdas y sin previo aviso a cualquiera que se le pusiera delante. Un producto muy bien definido que sin embargo se presentaba al espectador como anárquico y desenfadado.
Las redes sociales se convirtieron entonces en el mejor aliado de La Resistencia, y es que cada una de sus entrevistas eran colgadas de manera íntegra en YouTube. Plataforma desde la que se disgregaba a otras como Twitter, Facebook o Instagram, y que dieron a conocer a la velocidad del rayo el espacio de Movistar+. El éxito del que en su día fue un proyecto más del canal de pago se convirtió de repente en uno de los buques insignia de la casa, lo que hizo que cada día fueran más y de mayor rango los invitados que quisieron ir a charlar con Broncano pese a la indiscreción de sus preguntas.
Tras dos temporadas saboreando las mieles del éxito, en 2021 La Resistencia decidió tomar un nuevo rumbo y cambiar algunos de los aspectos que formaban parte de su ADN. La primera novedad fue la ubicación del programa, que pasó a ser el teatro Príncipe de Gran Vía. Un espacio más amplio que sin embargo merma esa estética de antro 'grunch' con el que nació. Una aparente frivolidad que sin embargo no pasa desapercibida a ojos del espectador.
Por otro lado, Movistar+ decidió no ser tan generosa a la hora de ofrecer los contenidos de sus entrevistas de manera íntegra y gratuita a través de internet. Una postura con la que se entienden que confían en la fidelidad de la audiencia que ya les veía sin coste alguno y que ahora se verían obligados a pagar si decidieran seguir consumiéndolo.
En las últimas semanas son varios los espectadores que a través de las redes sociales señalan que el nivel de los invitados de La Resistencia no es tan bueno como antes. Cuestión que puede estar estrechamente ligada al hecho que ya hemos señalado, y es que mientras que en las dos temporadas anteriores la prensa digital se hacía eco al instante de cada una de las entrevistas, dado que el contenido era totalmente accesible, el hecho de que ya no lo sea dificulta la recogida de dicha información. Algo que no solo afecta a la hora de captar nuevos espectadores, sino que al llegar a menos personas y generar una menor repercusión los invitados que anteriormente accedían a ir para hacer promoción pueden no estar tan predispuestos a sentarse a contestar las mordaces preguntas de Broncano.
Como bien dice el refranero español "a perro flaco todo son pulgas", y es que David Broncano en las últimas semanas se ha visto inmerso en varias polémicas que lejos de sumarle adeptos ha acabado defraudando a parte de sus seguidores. Algunos espectadores advierten cierto cansancio en el joven presentador, que para muchos ha perdido la chispa de antaño. Cabe apuntar que desde sus inicios el cómico explotó en su personaje de manera magistral el discurso de una persona que de forma precaria trabajaba en los medios sin importarle nada demasiado. Una postura despreocupada de un Broncano en camiseta y vaqueros que ha pasado a un David trajeado y con zapatillas de marca. Una especie de 'patito feo' convertido en 'cisne' gracias a la varita mágica de la televisión que ya no puede colar al público tan fácilmente los mismos chistes que hacía en antaño, cuando ironizaba y utilizaba el sarcasmo hablando sobre su inestable situación económica. Sin lugar a dudas un asunto que servía como pegamento identificador con la audiencia masiva.
Por otro lado, nadie escapa de la implacable criba de Twitter, que analizando cada una de las sílabas que se pronuncian en la pequeña pantalla, y que últimamente han calificado algunas de las gracias de Broncano de 'casposas' o 'de cuñado'. Adjetivos que apuntan a que quizás su humor ya no conecta de igual manera con las nuevas generaciones tal y cómo sí lo hacía tres años atrás.
El 'rey Midas' de la promoción televisiva podría encontrarse en la antesala de un bache en su carrera profesional y es que, tras llegar al olimpo de la televisión, convenciendo a público y crítica se aventura a lo más complicado para un profesional: consolidarse. Una tarea nada sencilla en la que tendrá que evolucionar sin perder su esencia, algo verdaderamente complicado que en el mundo del humor resulta a veces una prueba de vida o muerte.