Este domingo Cuarto Milenio terminó el programa con el habitual cierre de Iker Jiménez. El periodista explicó cómo en el último programa del mes de noviembre en la sección Libros Prohibidos trató el último trabajo de la periodista Abigail Shrier, Un daño irreversible, en el que asegura que si cada vez hay más adolescentes que se identifican como personas transexuales es por una especie de moda fomentada por las redes sociales y en las escuelas. Y cómo su charla con Juan Soto Ivars fue señalada por muchos medios de comunicación la forma en la que se habló de la transexualidad, haciendo referencia explícita al artículo publicado por este medio, y que se tituló “Cuarto Milenio se tiñe de transfobia al hablar del “contagio” y la “moda cultural” de ser transexual”.
Iker habló de cómo “los medios están buscando la polémica fácil” y cómo hay gente que replica lo que dice esos medios sin haber visto el programa. Y alegó que “hay libros de los que no se puede hablar y por eso lo hacemos”, como el mencionado Un daño irreversible. Iker insistió que hablaron de la autora norteamericana, que no dieron ellos su opinión, y que a raíz de la publicación de nuestro artículo y otros tantos han recibido muchos mensajes en redes sociales pidiendo la cancelación del programa o la petición de disculpas, y que en el caso de Instagram muchos comentarios eran de bots.
Su speach iba encaminado a contar cómo hace poco tuvo que aparcar en el barrio de Chueca de Madrid y cómo recibió “el cariño de las personas, incluidas las personas de las que supuestamente estoy en contra” y que nadie le consideró en contra “de su gremio, su colectivo”. “Cómo me demostraron seguir el programa, si vosotros no estáis indignado ¿quién se indigna, por qué?”, preguntó.
Como ya señalamos en el artículo, Cuarto Milenio sí se tiñó de transfobia aquella noche al hablar del libro por varias razones. Para empezar porque, recogiendo el texto, se dijo que la transexualidad “se contagia” en los grupos de amigos, que hay una “epidemia” de casos de personas trans en lugares en los que es “fácil digamos la transición en adolescentes”, o que en grupos de amigos cuando uno se identifica como transexual otros también lo hacen “como se hubiesen contagiado”, y que esto pasa “por ver mucho en youtuber a los influencers trans”.
Soto Ivars e Iker Jiménez se limitaron a convertirse en un altavoz de una obra así y defendían que todo es una “opinión periodística” de una autora nortemaricana. Incluso negaron que fuese en contra de las personas transexuales. “No me parece tránsfobo, sino que analiza los límites del colectivo”, dijo Ivars. “¿Tener este libro aquí es tránsfobo, a esos estamos llegando?”, preguntó Iker, orgulloso de comentar una obra así en un programa de máxima audiencia.
Si literalmente el invitado dice que un libro de estas características “no me parece tránsfobo” o que “es ridículo” que se pida que actores transexuales interpreten a personajes transexuales, sí que da su opinión, aunque ahora Iker lo niegue. No se puso en tela de juicio ningún dato de los aportados del libro, ni se reflexionó cómo es de complicada la inserción laboral para las personas transexuales, incluida la industria del cine, no se habló de agresiones, ni de suicidios. Tan solo se dijo que no hay transfobia en una obra que habla de la transexualidad como algo que se contagia. Y se quedaron tan panchos.
“Son un hatajo de mentirosos y no tienen escrúpulos los que hacen la campaña, los que dictan la campaña y bailan el agua a los medios” dijo también ayer Iker Jiménez, entendemos que en referencia a este medio, que fue de los primeros medios (o quizá el primero) en señalar su discurso.
¿Por qué la opinión periodística de estas páginas es un hatajo de mentiras sin escrúpulos, pero no se dice lo mismo de la opinión periodística de la autora que discrimina a las personas transexuales en un libro? ¿Por qué el artículo que se escribió aquí merece un monólogo de diez minutos para desmontarlo -con argumentos inciertos, como que no se dio opiniones-, pero no se rebatió ni un punto de la citada obra de marras?
Del mismo modo, resulta llamativo que Iker critique que en las redes sociales haya personas que repliquen lo que dicen otros sin ver antes el programa, porque los periodistas de su espacio hacen eso mismo. La copresentadora de Cuarto Milenio Carmen Porter, esposa de Iker, compartió una noticia en Twitter cuyo titular era que “Irene Montero prohibirá las series de Netflix y HBO porque las actrices ‘son demasiado guapas’”.
La pieza, de Mediterráneo Digital -medio lleno de noticias racistas, machistas y homófobas- en cuestión hablaba de un estudio elaborado por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) para el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades (IMIO) en el que se analizan los “Estereotipos, roles y relaciones de género en series de televisión de producción nacional”. En ningún caso se mencionaba de que se vaya a prohibir ninguna serie.
Varios periodistas, entre ellos el director de BLUPER Juan Manuel Fernández, advirtieron a la copresentadora de Cuarto Milenio que el titular era completamente falso y que compartirlo solo ayudaba a propagar noticias falsas. “Pues parece que el titular es sensacionalista, pero el estudio del que hablan y lo que se dice de las actrices y las series es verdad”, respondió Porter, que se negaba a borrar el tuit, haciendo caso omiso a que en ningún momento se hablaba de prohibir series ni nada parecido. Haciéndose eco de lo que dicen otros, casi sin leer el contenido antes de alzar la voz. Y poco después, preguntado por este medio, Iker defendió la libertad de Carmen para compartir fake news. Sin embargo, los que “son un hatajo de mentirosos y no tienen escrúpulos los que hacen la campaña, los que dictan la campaña y bailan el agua a los medios” son los demás.