Durante los años 90 Carmen Sevilla fue la reina y señora de la televisión nacional desde que Telecinco la rescatase para presentar Telecupón. En este programa Carmen enamoró a la audiencia dando una imagen de señora que va por los platós como por su casa, y gustaba mucho cuando cometía algún despiste o metedura de pata.
Uno de sus momentos más célebres fue el día que salió a presentar con babuchas; en lugar de disimular este hecho la cámara se centró en grabar su calzado, y ella se justificaba, entre risas, porque no le había dado tiempo a ponerse los tacones.
Otro día se equivocaba al decir el nombre de un concursante telefónico, y en otra jornada era capaz de enseñarte que ella tenía la piel muy tersa porque se ponía esparadrapo por detrás del cuello para estirar las arrugas. Aunque parecían ataques de espontaneidad, en el fondo formaba parte de una estrategia televisiva totalmente calculada, y que funcionaba a las mil maravillas.
Esa esencia de estrella televisiva, pero doméstica, la rescató esta semana María Patiño en Sálvame Lemon Tea, la primera parte de Sálvame. Y es que el lunes salió a presentar junto a Terelu Campos vestida con un albornoz, en puro estilo de estar por casa, de forma totalmente premeditada, por supuesto.
En una especie de teatrillo, Patiño acusó a Terelu Campos de copiar sus estilismos, y esa sería la razón por la que se plantó delante de las cámaras en plató. La hija de María Teresa Campos, por supuesto, negó la mayor y luego terminaron lanzándose mutuos piropos.
Si antes mencionábamos aquella vez que Carmen Sevilla mostraba sus trucos de belleza, esparadrapo mediante, Patiño también hizo algo similar este martes. Y es que cuando acababa Sálvame Lemon Tea y Jorge Javier Vázquez tomaba el testigo, la gallega mostraba mucha prisa en salir, y Jorge le preguntaba la razón. “Yo me voy a pinchar”, se justificaba la presentadora.
A Vázquez no le importó mucho este detale y le reprochó que no haya ido a verle al teatro todavía, pues está representando en Madrid la obra Desmontando a Séneca. Terelu, por su parte, ponía el contrapunto diciéndole que no se pinche tanto porque “se va a estropear” la cara. María, libre de prejuicios, respondió que se retoca la cara “porque me la quiero pinchar”. Y punto.