Ver Secret Story, La Casa De Los Deseos, es como llegar tarde y sobrio a una fiesta en la que ya todos han bebido demasiado. No hay manera de entender nada, todo son gritos, no se sabe quién es nadie, ni por qué hacen lo que hacen, ni cuándo dejarán de hacerlo.
Yo lo vi porque iba a entrar Paquirrín. Kiko Rivera para mí siempre será Paquirrín, como Rocío Carrasco siempre será Rociíto, Isabel Pantoja será Chabelita, y Alaska será Alaska, jamás Olvido. El domingo pasado conectaron con él en directo mediante videoconferencia para anunciar que entraría en la casa, pese a ser esta edición de anónimos. Para animar. Y a mí me pareció una buena idea, claro. Un amigo mío guionista sostiene que cualquier chiste en un monólogo, si no funciona, se arregla metiendo a Paquirrín. Así que meter a Paquirrín en un reality debe ser un salvar el chiste.
Pero precisamente hoy llegaba a los kioskos la entrevista que había concedido Paquirrín a Lecturas y en la que se mostraba más dolido que nunca con su madre y hermana. El titular no podía ser más espectacular: “Pegué a mi hermana una vez, cuando quiso cortarse las venas”. Las declaraciones del hijo de la Pantoja han provocado gran indignación en redes, qué sorpresa, y la organización ha decidido finalmente que no entrase debido a esta polémica. Así que yo me he visto cuatro horas de programa sin ninguna gracia para nada. Eso me pasa por optimista, que yo pensaba que no cederían a las presiones de una turba indignadita y enfurecida.
Y ya que lo ví, os lo cuento:
Álvaro, el gordito, es virgen y está enamorado de Carmen. Y se lo ha dicho. Carmen y Rafa se chotean de él: “Desvírgalo, en esta casa nadie ha perdido la virginidad”, le dice Rafa a Carmen con inaudita elegancia. Carmen está enemistadísima con Elena, que está liada con Alberto (que está como un tren de cercanías) y le hizo daño en un brazo (a Elena, no a Alberto) y se montó un pollo (entre ellas, no entre todos) y entonces Carmen se hacía la víctima y Elena le decía que dejara de hacerse la víctima. Todo muy de adultos, como véis, muy templado.
Elena resultaba eliminada y Alazne y Rafa, del grupo de Carmen, se han salvado. A Elena le daba mucho miedo llegar a casa por lo que pudiera pensar su madre de su relación con Alberto, que se ha enamorado la criatura, porque la madre, a la que ha puesto a caer de un burro, no quería que entrase en el concurso y le dijo que no quería verla allí dentro con nadie. “Tu madre se ha puesto en contacto con nosotros, ¿Qué crees que nos ha dicho?”, le ha preguntado Sobera justo después de mostrar unas imágenes de la pobre, llorando a lo Katy Jurado al pensar en lo que podría estar pensando su madre: “pedazo putón verbenero eres”, decía entre hipidos y moqueos. “Me está dando mucho miedo”, contestaba ella, gimoteando. “Ha dicho que está contigo. Tu madre te apoya, que quede claro. Que te apoya y que está contigo”. Y venga el lloro.
Luego ha llegado el momento de las nominaciones y Laila y Nissy, dos hermanas gritonas y recauchutadas, tenían el huevo de la inmunidad. Y hoy, oh sorpresa, las nominaciones funcionaban de manera excepcional: salvación en cadena. Así, Laila y Nissy salvan a Cora y esta acude al cubo. La reciben con gritos, se tiran las tres en el sofá y siguen gritando como locas. Como Cora puede salvar también a alguien, salva a Brenda. Entra, gritan las cuatro, saltan, le dicen que la han salvado, gritan más. Brenda salva a Carlos. Se le cae el indescriptible pantalón brillante y se le ve el tanga. Entra, gritan todos, saltan, siguen gritando. Salva a David y solo grita una. David salva a Adrián. Todos gritan. Salva a Marta. Gritan menos. Salva a Virginia. Gritan poco. Salva a Kenny. Gritan. Salva a Alberto. Son insufribles.
Resultan nominados pues Carmen, Rafa, Alatzne y Álvaro. Ahora, las portadoras del huevo tienen derecho a una nominación directa, de obligado uso, de uno de los salvados. Lloran. No quieren. Lloran más. Nominan a Alberto. Siguen llorando. Y sí, he tenido que apuntar los nombres para no olvidarme de ninguno porque ahí dentro hay demasiada gente y se mueven todo el rato.
Reseñable me ha parecido que Bibi Andersen, para mí Bibiana Fernández siempre será Bibi Andersen, fuese vestida exactamente igual que la presentadora del Benidorm Fest cuyo nombre nunca recuerdo. Sí, hombre, la del programa de jovenzuelos enfadados que también presentó aquello de las humoristas sin sentido del humor. Esa. Y que hubiese un señor con la cara tatuada entre el público que daba saltos, bailaba y le jaleaban. Y que todo el mundo gritaba mucho y lloraba y se enfadaba. Y que yo me he quedado con las ganas de ver a Paquirrín y con la sensación de haber perdido cuatro horas de vida.