No, 'SloMo' no habla de prostitución: se puede tener dinero y gustar a los 'daddies' sin ser puta
Chanel Terrero representará a España en Eurovisión 2022 y su propuesta ha recibido todo tipo de críticas por la letra de la canción.
20 febrero, 2022 02:24Noticias relacionadas
Desde que Chanel Terrero se convirtiera en la representante de España en Eurovisión tras vencer en el Benidorm Fest, su propuesta ha recibido todo tipo de críticas. A la controversia por sus vínculos con un miembro del jurado profesional del certamen se sumaron pronto las voces que censuraban la letra SloMo, la canción que defenderá en Turín.
La artista y los compositores del tema han tenido que sufrir la ridiculización de la canción y las acusaciones de hipersexualización y machismo. Pero el señalamiento más grave e infundado hacia SloMo es el de aquellos que aseguran que el tema hace apología de la prostitución. Algunos incluso se atreven a ir más allá y afirman con rotundidad que Chanel canta una oda a la prostitución ¡con menores! Un sinsentido ante el que la cantante no ha encontrado la sororidad esperable en estas situaciones y por el que, según ha conocido BLUPER, hasta RTVE se ha planteado cambiar la letra de cara a Eurovisión.
Antes de entrar en materia, es necesario exponer las estrofas que han dado lugar a este desvarío colectivo: "Si tengo un problema, no es monetary. Les vuelvo loquito' a todos los daddies'", canta una indignantemente perfecta Chanel mientras rompe el suelo bailando sin despeinarse.
Estas dos frases han sido suficientes para que algunas personas alcen la voz, muchas en nombre del feminismo, para clamar contra esta supuesta metáfora de la prostitución. Lo primero que llama la atención es que se elijan precisamente esas dos estrofas juntas, sin tener en cuenta la anterior ni la posterior. "El mundo 'tá loco con este body", dice la canción justo antes del momento 'monetary'. ¿Por qué a nadie se le ha ocurrido asociar esas dos frases? ¿Por qué se piensa en la prostitución y no en que Chanel puede estar presumiendo de tener dinero para conseguir ese cuerpo espectacular, bien sea con caros retoques estéticos o pagándose el mejor entrenador personal de su ciudad?
En este punto ya surge la duda sobre si el problema está realmente en el ojo de quien mira. Y la respuesta, como casi siempre en estos casos, es sí. La letra de SloMo no relaciona en ningún momento el hecho de no tener problemas monetarios con el de gustar a todos los 'daddies' (que, por cierto, no son señores mayores que dan dinero a jóvenes a cambio de sexo, es un término coloquial para referirse a los hombres).
Entonces, ¿por qué se asocia la letra a la prostitución? Pues bien, parece ser que el machismo ha vuelto a tender una trampa para, disfrazado de feminismo, atacar a una mujer. Y es que si una fémina tiene dinero, gusta a todos los hombres y además presume de ello, tiene que ser puta. No existe otra opción para la Inquisición heteropatriarcal.
Lo más curioso de todo es que, cuando el hombre es el elemento central y el que vuelve locas a todas las 'mamis', las putas también son ellas. La mujer siempre es la mal parada, independientemente del plano que adopte.
El problema con este asunto es que es muy fácil detectar el feminismo en una propuesta como la de Rigoberta Bandini, segunda clasificada en el Benidorm Fest, que hablaba del miedo a las tetas y de las madres que podrían acabar con tantas guerras. Pero cuando una mujer atractiva se sube al escenario enfundada en licra, contonea sus curvas y se entrega a la libertad de exponer su sensualidad, saltan las alarmas.
La propia Rigoberta estuvo en el centro de la polémica tras dar like a una publicación de Instagram que exponía lo siguiente: "El problema no es con Chanel (...) El problema es la letra, que ya cansa. Que no quiero estar siempre ready, ni gustar a todos los daddies. Ya bastante tengo con gustarme a mí y no siempre lo consigo".
Pero no, el problema no es la letra ni es Chanel, el problema es que cada mujer que se expone tenga que sentirse obligada a representar a todas las mujeres, a empoderar en cada uno de sus actos, a no poder ser superficial y disfrutar de su libertad sexual endulzando la cara con "jugo de mango" a quien le dé la gana. El problema es el de siempre, aunque ahora cueste más verlo.