De no haber sido expulsada por la Unión Europea de Radiodifusión (UER) el pasado viernes tras la presión de varios países, Rusia pretendía volver a utilizar el Festival de Eurovisión para blanquear su imagen en plena invasión militar de Ucrania, eligiendo a una representante que provocara pena y ternura en los europeos.
Así lo ha revelado Eurovision.rus, que avanza que la televisión pública rusa Channel One había seleccionado de manera interna a la cantante Yaroslav Simonova, una joven invidente de dieciocho años.
La estrategia de los rusos sería similar a la de 2017 cuando, en pleno conflicto con Ucrania por la anexión de Crimea, optaron por seleccionar también de manera interna a Yulia Samoylova, una joven en silla de ruedas por atrofia muscular espinal con la canción con tintes pacifistas Flame is burning.
Era la manera de presionar a la UER ya que Ucrania, la organizadora del certamen de aquel año, advirtió de que Yulia no podía acceder al país ya que había visitado Crimea como parte de una gira de conciertos, lo que suponía un quebrantamiento de sus leyes.
A pesar de los esfuerzos del organismo europeo para que la cantante rusa participara en aquella edición, Ucrania se negó a que Yulia pisara suelo ucraniano. Un año después, como compensación, Rusia ofreció a la joven regresar al certamen. Finalmente, el país quedaría fuera de la final en esa edición por primera vez en su historia.
Debido a este conflicto, la UER impuso una multa de 200.000 euros a la televisión pública ucraniana, mientras que amonestó a la rusa por no asistir a las reuniones de la organización en Suiza y no retransmitir la cita musical de ese año.
Años antes, tanto en 2014 como en 2015, Rusia fue duramente criticada por llevar canciones pacifistas a Eurovisión en pleno conflicto con Ucrania por Crimea. Esos años, sus representantes las hermanas Tolmachovy y Polina Gagarina, fueron abucheadas por el público.
Ya en 2016, los eurofanes celebraron a lo grande el triunfo de la ucraniana Jamala sobre el ruso Sergey Lazarev con una canción sobre la deportación de los tártaros de Crimea ordenada por Stalin y que ahora se ha convertido en un himno de la resistencia ucraniana.
Jamala ha sido noticia en los últimos días al narrar en sus redes sociales el terrible infierno al que su familia, al igual que otras muchas en Ucrania, se está enfrentando por culpa de la guerra. De hecho, la situación se ha tornado tan preocupante que la cantante ha decidido abandonar el país con sus dos hijos, mientras que su marido ha tenido que permanecer en Kiev por la prohibición del gobierno ucraniano de abandonar el país a hombres de entre 18 y 60 años.
Por su parte, Lazarev ha publicado un desgarrador mensaje en el que pide que cese este conflicto bélico. "Hace una semana, mi hijo se despertó por la noche llorando. Cuando pregunté '¿qué te pasa?' mi hijo de 7 años respondió: 'Papá, tengo miedo a la guerra', relataba hace unos días el artista. "Le respondí 'Sunny, no te preocupes, cálmate, no habrá guerra'. ¡Joder, y hoy comenzó la verdadera guerra! Joder, ¿qué estáis haciendo?", añadía.
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