Anoche visitaban a Bertín Osborne, Bárbara Rey y su hija Sofía Cristo. Con todo lo necesario para preparar una fideuá. A mí siempre me ha fascinado que la señora que había tenido un affaire, de todo menos secreto, con el Rey le hubiese cascado a su hija el nombre de la mujer del amante. Me parece de una malicia tan sofisticada que, se non è vero è ben trovato, a mí esta mujer me cae muy bien.
Pero no han hablado del Rey ni del romance. Ni siquiera se ha tocado así de refiloncillo. Qué decepción. Y eso que una Bárbara Rey cocinando fideuá daba para recordar el programa de cocina que tuvo en Canal 9 allá por el pleistoceno. Y de ahí a los rumores que rodearon a aquel fenómeno culinario y televisivo ya no iba nada.
Para calzar ya 72 añazos, la Rey está estupenda. También es verdad que hay un momento, es esto una opinión personal, que los lunares sexis dejan de ser sexis y pasan a ser otra cosa. Es el mismo efecto por el cual hay una edad a la que uno ya no debería ponerse petos vaqueros o sudaderas con capucha. Pero da igual: está estupenda. De hecho, hay un momento de la entrevista que le dice a la hija, y con toda la razón, “estás tú mucho peor que yo con la edad que tienes. Te lo digo para que te enteres”.
Drogas y malos tratos
Es muy entrañable la relación entre madre e hija, y muy emotivo (ay, Dios, me estoy ablandando) el recuerdo que Sofía Cristo (Cristo de primero y Rey de segundo, esto tendríamos que hablarlo también) comparte con la hija de Bertín (qué mona y qué simpática) sobre el momento en que le confesó a su madre que era adicta.
Nueve años lleva recuperada y sin consumir. Al mismo tiempo, su madre le contaba al presentador que su propio padre (el de la hija, no el de la madre) le facilitaba las drogas. “Él le daba droga a su hija porque lo que él le daba era mejor que la que ella podía encontrar. Con quince años”, explicaba la exvedette y exdomadora de elefantes. Que esto último me ha parecido maravilloso.
Sobre su separación de Ángel Cristo, con el que estuvo casada nueve años y fue padre de sus dos hijos, contaba que fue por malos tratos.“Malos tratos desde el principio. Físicos y psicológicos”, reconocía. Tampoco ha tenido remilgos para hablar durante la comida sobre su “noche de amor” con Chelo García Cortés, a la que Bertín había invitado a comer también y allí estaba.
La de Totana ha contado una divertidísima anécdota, más que por lo que contaba, que tampoco era para tanto, por los protagonistas: Bárbara Rey, Chelo García Cortés, José Manuel Parada y Encarna Sánchez. En el Bagdad, en Barcelona. Yo es que es imaginarme a estos cuatro allí y ya me da la risa.
Lo de Bigote Arrocet
Ya que estaban, han aprovechado para hacerle un traje a Bigote Arrocet, el último romance de la Rey. “¿Tú que opinabas de Edmundo?”, le pregunta Bertín a Sofía Cristo. “A mí me caía superbien”, dice ella, “pero lo que no me ha gustado es cómo se ha comportado luego”. Como no tengo ni idea de “cómo se ha comportado luego” lo he buscado para que no lo tengan que buscar ustedes: parece que él la traicionó filtrando unas fotos de ambos a una revista y esta las había publicado y a Bárbara Rey eso le ha sentado fatal. “Vaya currículum que está cogiendo”, decía Bertín, que ya sabía lo que había pasado antes que yo, claro.
Se han zampado la fideuá, Bárbara le ha puesto socarrat a Bertín, que le gusta, y nos hemos quedado con las ganas de que saliese algo jugoso. Porque todo lo contado, desde los malos tratos a las drogas, de la experiencia homosexual al complejo de rodillas, ya nos lo habían explicado en algún momento y en algún otro programa. Pero, oye, qué mona la casa de soltero de Bertín.