Los fans de Drag Race España veníamos la pasada semana de un segundo episodio buenísimo, un talent show que ha sido aplaudido por seguidores de todo el mundo. Vimos mucho nivel, y esperábamos que el capítulo de esta semana estuviese a la altura, y quizá por esas altas expectativas quedó todo un poco a medio gas. De hecho, lo más interesante de la entrega de este domingo en ATRESplayer Premium fueron los salseos y los dardos que se lanzan las concursantes, por encima de su desempeño.
Nada más llegar de la eliminación, Diamante Marybrown se dirigió a Samantha, y le dijo que, para ella, no era la ganadora del lipsync, así de buen rollo. Se ve que Ariel era alguien muy querido en el taller, por lo que decía Juriji, pero la vida sigue. Diamante se empieza a revelar como una reina muy shady, ojo con ella.
De vuelta al taller Estrella nos recordó que ella no traga a Jota. La más joven de las reinas empezó a contar que su bisabuela era artista e hizo gira con Lola Flores, y que él había llevado al programa un mantón que perteneció a la Faraona. Su paisana la Xtravaganza nos invitó a dudar de todo lo que escuchásemos, pues Jota sería bastante mentirosa, y con facilidad para creerse sus propios embustes. Estrella lo decía con tanta convicción que yo llegué a dudar de todo lo que decía Jota, la verdad.
El primer mini reto consistió en ‘El gran juego de la loca’; las concursantes ponían su cara, maquillada con un drag rápido, en un panel. Supremme Deluxe les leía un refrán, y si lo terminaban recibirían un besito en la mejilla de un chulazo del pit crew, y si no, un tortazo. Igual la generación más joven no entienda la referencia, pero todo era un guiño al programa de los años 90 El gran juego de la oca, en la que había una prueba llamada Beso o tortazo, en la que el concursante (o el invitado) podía acabar con un guantazo de una bailarina. Ganaron Onix y Diamante, que además se llevaron un lote de cosméticos. No entiendo, la verdad, que ganar la primera prueba tenga premio y luego por ser la mejor del capítulo te lleves el aplauso del jurado.
Tal como ya se había avanzado, el reto de la semana fue ‘El diario de Putricia’, un talk show al más puro estilo El diario de Patricia, en el que Supremme ejercía de presentadora y daba paso a las invitadas, por equipos. En la versión de Estados Unidos vimos algo similar con Ross Mathews en la temporada 10, aquella vez que Mizz Cracker salió vestida de pepinillo.
Lo mejor de la prueba fue la propia Supremme como presentadora; las participantes no llegaron a tener demasiada química entre sí, o no parecían entender bien el personaje que les había tocado defender.
El primer caso del diario fue una pelea entre la tortilla de patatas (Diamante), la cebolla blanca (Estrella) y la cebolla roja (Sharonne). Al menos las cebollas tenían un personaje, una andaluza y otra catalana. Diamante, que había podido elegir personaje, quería robar los focos con sus diálogos, pero quedaba poco natural y no encajaba con lo que decían sus compañeras. El punto de partida era delirante, y no supieron aterrizar demasiado bien. Estrella comiendo cebolla cruda entre arcadas y lágrimas en los ojos fue impagable, eso sí.
El segundo caso fue una prueba de paternidad, con Sethlas y Jota Carajota como expareja, Marina como una niña que desconoce su paternidad, y Veneditta Von Däsh como poligrafista. Jota sacó su lado más folclórica, pero no cuajaba, Marina era totalmente accesoria en el sketche, y los jueces aplaudieron mucho a Veneditta como poligrafista putón, pero no me terminó de convencer; hacía mucha comedia física, con mucho movimiento y mucha cara, que se perdía con tanta gente en el plató. Jota y Sethlas acabaron revolcándose por el suelo, enrollándose, como forma de terminar con la historia.
El último caso lo protagonizaron Samantha como una madre anciana dominatrix, Juriji como su hija que hace espectáculos sexys comiendo flanes por Internet, y Onyx como un perro (tal cual), que es el que más dinero da a Juriji por sus shows. Samantha volvía a errar en su modo de trabajar; ella es una bestia escénica siendo ella misma, pero se aferró a un personaje que costaba entender lo que decía, porque se pasó de anciana. Para mí Onyx como perro, con sus movimientos y sus cuatro frases, fue lo mejor de toda la prueba, era la reina que mejor había logrado un personaje.
La categoría del día fue Mujeres Almodóvar, y nos dejó una pasarela excelente. Drag Sethlas nos llevó a La voz humana, vestido como Tilda Wilson, con un tocado de hacha en la cabeza, y Estrella Xtravaganza fue una brillante Juana (Rossy de Palma) en Kika, y Samantha Ballentines salió como Julieta Serrano en Mujeres al borde de un ataque de nervios para convertirse después en Carmen Maura en la misma cinta, pasando de antagonista a protagonista. La idea fue buena, pero ambos trajes fueron muy sencillos, y el ruveal no fue nada limpio. ¡Qué pena!
Veneditta Von Däsh fue espectacular: apareció con ropas oscuras como Ignacio (Fran Boira) en La mala educación, y luego se convertía en Zahara (Gael García-Bernal), en la misma película. Un juego de personalidades que encaja con la historia de la propia película de Almodóvar y que fue espectacular, con ese desnudo pintado a grafiti sobre un traje de lentejuelas.
Diamante MaryBrown se inspiró en La piel que habito, en la escena en la que Elena Anaya se escapa de su habitación y se corta el cuello para que cesase la tortura a la que la sometía el médico interpretado por Antonio Banderas. Me gustó su propuesta porque soy muy gore y hubo sangre, pero el drag de Diamante, sobre todo, la máscara, me pareció demasiado pobre.
Sharonne se inspiró en el personaje de la diva Becky del Páramo de Tacones Lejanos para su pasarela, y fue vestida igual que Marisa Paredes en una escena de la película. La barcelonesa nos dejó una gran interpretación, clavando la interpretación de Marisa, brillante. El jurado la comparó con Eusebio Poncela.
Kika fue también la inspiración para Jota Carajota, que trajo una nueva versión de Andrea Caracortada ‘reina del Martes Santo’. El traje original, el que lleva para presentar su programa de televisión en la película, era ya muy drag, y ella quiso reinventar la zona de los pechos, lo que no gustó al jurado; yo no terminé de decidir de si me gustaba o no.
Penélope Cruz estuvo presente en la pasarela a través de Juriji der Klee en Los abrazos rotos, y Marina estuvo muy total como el tigre Zeca de La piel que habito. Esta reina no binaria fue la única que se inspiró en un hombre del cine de Almodóvar y lo volvió drag, y no le faltó ni un detalle: hasta tenía una mancha en el culo, igual que el personaje interpretado por Roberto Álamo, que se lo enseña a Marisa Paredes para demostrarle que es su hijo. Onyx también se fijó en Andrea Caracortada, en este caso, con el look de reportera, con cámara en la cabeza y focos en las tetas, como cierre de pasarela.
Eduardo Casanova era el juez invitado, y aportó mucho; su comentario sobre el hacha y José Luis Moreno me hizo soltar una carcajada, y la crítica que realizó a Jota Carajota me hizo querer verle ahí todas las semanas. Se ve que ha visto mucho el formato y que ha disfrutado la experiencia como pocos.
Mientras los jueces deliberaban descubrimos que Marina se siente un poco sola en la competición, y que a sus compañeras le importa poco o nada si se encuentra mal. Marina señaló a Juri como uno de sus principales dolores de cabeza, pues le haría muchos desprecios (que no hemos podido ver). La más internacional de las participantes negó primero la mayor, pero luego terminó llamando víctima a Marina, y también cerda y falsa (por lo visto es una buena pedorra). Y la acusó de ser un vampiro energético que roba la energía a quienes están a su alrededor. Será cosa de la edición, pero Juri ha quedado como una auténtica villana, y Marina como una incomprendida a lo Jinkx Monsoon. Yo este conflicto quiero que lo arreglen, cómo no, con un playback a muerte, que es como corresponde en este formato.
La ganadora de la semana fue finalmente Venditta (merecido por esa pasarela estupenda, aunque en El Diario para mí Onyx fue superior) y Samantha y Jota se jugaron la eliminación. Hicieron sincronización de Piensa en mí de Luz Casal, y Samantha volvió a tirar de comedia, sin encontrar su hueco. Se cambió de traje en mitad del número (literalmente, de quedase en faja) para mutar en Marisa Paredes, pero los jueces decidieron que su hora había llegado, y con lágrimas en los ojos la despidieron.
¿Era justa la salida de Samantha? Sí. ¿Me da pena? Mucho. Samantha es una artista brillante, pero no ha sabido bailar al son del programa. Su humor es rápido y fresco, muy ácido, y no permitió que aflorase ni en el concurso de talentos, donde hizo un número mudo, ni en el talk show, donde adoptó el personaje de una anciana en lugar de ser ella misma. Si algún día hay un Drag Race España All Stars patrio quiero verla concursar.
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