Este lunes arrancó la nueva temporada de MasterChef, la décima con concursantes anónimos. Y en la línea de otras ediciones, en la primera noche asistimos al casting final, en el que un buen número de aspirantes preparaba un plato que sirva de carta de presentación para entrar en la competición con un mandil blanco.
Resultó muy llamativo que, de todos los aspirantes, casualmente hubiese un buen número de creadores de contenidos allí reunidos, intentando entrar en el programa. Así, por ejemplo, vimos a Nuria Pajares, la mujer que se hizo viral por regalarle a su hija su “primer Luisvi”, un bolso de Louis Vuitton por haber terminado la selectividad. Y también participó Tamara García Romero, una gallega que consiguió cierta repercusión por sus dificultades para mover la boca tras salir del dentista. Aitortilla parecía más interesado en cantar su canción ‘Heterito básico’ que en cocinar, y había otro con millones de seguidores, que comprueban en su canal de TikTok si aquellas cosas que se dicen de boca en boca, como que meter un huevo en vinagre lo vuelve gomoso, es verdad.
Respecto a otros años, la gala ha sido más rápida y concisa. Nos hemos encontrado ediciones en las que nos presentaban al detalle la vida de un aspirante, nos tragábamos su vídeo de presentación… y luego le dejaban fuera y te daban la sensación, como espectador, de que habías estado perdiendo el tiempo. Esta vez todo ha sido mucho más directo.
Sí que es cierto que, en algunos momentos, la edición se mostraba un tanto brusca. Había algunas valoraciones del jurado que tenían un exceso de tijera, y parecían valoraciones a medio realizar, dejando un sabor un tanto extraño. Del mismo modo, se volvió a abusar un poco del aspirante que parecía que no había conseguido entrar y se sacaba a última hora el mandil de la espalda, entre lágrimas y emociones. Y también se repitieron con eso de decirle que no a alguien para, al rato, decirle que bueno, que vale, que entra y que se lo han pensado mejor.
Pepe Rodríguez, Samantha Vallejo-Nágera y Jordi Cruz alentaron a algunos de los que se quedaron fuera a volver al año siguiente; de hecho, dos de los que terminaron convirtiéndose en concursantes de pleno derecho, Berto y Verónica, se quedaron a las puertas de entrar el año pasado. El caso de Berto fue de esos que primero se convirtieron en un no, luego le hicieron entrar de nuevo, le dijeron que sí… Y finalmente se convirtió en el primer expulsado de la edición, en una prueba final en la que le reprocharon su actitud, algo que ya había sucedido un año atrás.
El casting es, en apariencia, bastante variado y potente. Hay perfiles que dan la sensación de déjà vu (la historia de superación de David nos puede recordar a la de Tony del año pasado, por ejemplo), pero en teoría promete bastante. Veremos cuál de ellos consigue colocar su cuadro en esa especie de cocina de la fama en la que arrancó la primera prueba.
[Más información: Televisión Española estrenará ‘MasterChef 10’ antes de que termine ‘Maestros de la costura’]
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