'MasterChef 2022': la receta no cambia
Se estrena la décima temporada de 'MasterChef' y, como siempre, los dramas personales y las lágrimas son casi tan determinantes como las aptitudes culinarias.
19 abril, 2022 03:13Noticias relacionadas
MasterChef 2022 arrancaba anoche y son ya diez las ediciones. Se nos han puesto épicos y comenzaba la cosa con los tres jueces por los aires. Literal: Jordi Cruz, Samantha Vallejo-Nágera y Pepe Rodríguez sobrevolaban Madrid en helicóptero y aparecían imágenes del programa en los edificios más emblemáticos. Pequeño bochorno inicial, vamos bien. De entre todos los aspirantes, 50 han sido los elegidos para optar al delantal blanco que les convertirá en uno de los 15 concursantes de esta edición.
Para ello, ahora tienen que cocinar su mejor plato, ese “que hable de vosotros y de lo que buscáis en estas cocinas, un plato que nos enamore”, dice Jordi Cruz y se queda tan pichi. Tienen 40 minutos para hacerlo y cinco para terminar y emplatar. Emplatar es una palabra que solo utilizo cuando hacen MasterChef , lo admito.
Concursantes con sus dramas
Las primeras dos aspirantes en cocinar parecen un dúo cómico: una vive de rentas porque se quedó huérfana de pequeña (yo aquí veo candidata a ganadora, porque el drama familiar sale a devolver en MasterChef de siempre) y la otra es su ex y se acaban de reencontrar en el programa. Se rompieron el corazón la una a la otra, pero una un poco más. Casi se les olvida que han venido a cocinar mientras cuentan su vida. Hasta entran las parejas respectivas actuales, que se han conocido fuera. María Lo, la que no es rentista, se convierte en la primera en ganar el delantal blanco. Después de hacerse los interesantes, Teresa, la rentista huerfanita, también entra. Como soy mal pensada, creo que es por el morbo de que estén las dos dentro tras su reencuentro y no por el atún con butifarra y cosas que ha preparado la segunda y que pintaba regu.
Jokin, un vasco muy vasco, es el tercer delantal blanco. David, que ha tenido que superar un pasado duro de adicción a las drogas y que se dedicó al cine porno y que se emociona y tiene un padre con cáncer, es el cuarto concursante. Qué sorpresa. No sé ni lo que ha cocinado, pero da igual. Estaba claro que entraba al tercer hipido. Quinto concursante: Iván. También con drama familiar. Paula es la sexta (habla demasiado y tiene una perra que se llama Cayetana), Adrián séptimo (un vasco que canta flamenco, con padre muerto y que le ha pedido matrimonio a la novia allí), Claudia (culo infiltrado y ombligo de mentiras) octava. Uno rapea, otra baila, otro perrea, otros lloran. Luismi es el noveno, que el pobre llevaba un disgusto enorme porque no había entrado y luego sí. Verónica décima. La concursante número once es Patricia, Yannick doce, Giraldo trece, Berto (que casi le da un parraque y tira a la abuela) catorce y Eva quince. Ya están todos.
Prueba de exteriores
Yo ya habría acabado aquí, pero ellos no. Así que la prueba de exteriores empezaba sin solución de continuidad. Primer reto por equipos en la plaza de Colón. Toda la comida se donará a Mensajeros por la Paz y cocinarán para 240 personas. El equipo azul lo lidera Julia y, el rojo, Iván. Caldo de cocido y canelones de cocido los azules y bacalao con patatas panaderas, torrijas y rosquillas de Alcalá los rojos. 200 minutos. Hala, al lío.
Julia es un poco sargento y lleva al equipo azul como llevaría un cuartel. Me cae bien. Mientras tanto, en el rojo andan un poco más como pollo sin cabeza. Se llevan la primera bronca de Jordi Cruz por medir mal las cantidades y también por infusionar la leche reguleras. Le toca ponerse la chaquetilla y echar una mano para salvar los muebles. Visitan las cocinas el Padre Ángel y el chef Mario Sandoval. Las rosquillas se queman un poquillo, se salva alguna de milagro. Gana el equipo azul y continúan los siete una semana más (también Claudia que estaba ausente por problemas personales). Destacan el trabajo de Jokin que mientras llora dice “seré vasco, pero tengo corazón”. Debe ser el vasco que más llora del mundo. El equipo rojo pasa a la prueba de eliminación.
Prueba de eliminación
Tienen 75 minutos para cocinar un plato con sangre de cerdo como parte fundamental del plato. Francis Paniego es el chef que les presenta algunos platos elaborados con sangre y les ha dado algún sorprendente consejo: que la sangre es pura proteína y se puede manipular en la cocina como se haría con un huevo. Vale, pero yo creo que paso.
Mientras el equipo azul les anima, fuera de peligro, desde la galería, los del equipo rojo elaboran sus platos: unas albóndigas, unos arroces, purés, dulces… Una cosa variadita. Y sangrienta. El primer expulsado es Berto, con una brownie que podría ser utilizado como arma arrojadiza en cualquier contienda cotidiana.
La primera gala de la décima edición ha sido como cualquier gala de cualquier otra edición. Apuesto ya por el exdrogadicto con padre enfermo o la rentista huérfana para campeones, lo que no haría más que reafirmarme en mi teoría de que para ganar MasterChef el drama íntimo es determinante. Aquí lo dejo por escrito para que conste.
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