Drag Race España ya nos advertía la pasada semana que en el capítulo de este domingo 24 de abril veríamos la prueba del Snatch Game, en el que las participantes deben imitar a celebridades. Lo que nunca hubiésemos imaginado es empezar el episodio con una advertencia: una de las celebridades imitadas fue Verónica Forqué, pero se grabó antes de su defunción, el pasado diciembre. Como era imposible cortar sus intervenciones por la propia dinámica del formato, se consideró dejarla. ¡Eso sí que es una buena forma de encender los motores!
Ya metidos en vereda, este quinto capítulo arrancó con Onyx bastante tocada de ánimo, lo cual no pintaba nada bien. Y Sharonne, con muchísima luz, demostró que es una madre drag maravillosa, que no dejaba de preocuparse por todos los que están a su lado; esta barcelonesa tiene un ángel muy especial. Juriji, que es una chica transexual, contó que no se encuentra muy bien consigo misma, pues le tocaría hacerse el láser, y el ver más pelo del deseado en su cuerpo le generaba disforia.
El mini reto de la jornada consistía, a priori, en aprenderse un poema y recitarlo. Para ello aparecieron dos chicos del Pit Crew con un saco y diferentes poemas en su interior. Y todas las reinas se mostraron como lobas, babeando por ellos. Onyx tuvo la mano un poco larga, y Sethlas demostró, como dijo Supremme, que además de parecer fácil, lo es.
Al final, la prueba tenía un giro mágico. Tenían que recitar la poesía no solo montadas en drag, sino delante de un gran ventilador, mientras Supremme Deluxe se lo pasaba teta tirando al aire palomitas, flores y bragas, literalmente, para que les rebotase en la cara. Estrella Xtravaganza tuvo que defender un texto de Góngora y lo calificó como poesía putera; Sharonne, por su parte, lamentó que hubiese compañeras que no supiesen quién es Gloria Fuertes. ¡Ay, esos referentes! La mejor de la prueba resultó Onyx, quien ganó mil euros en juguetes eróticos. Me encantó que el eslogan del patrocinador del premio fuese “tu marca de bienestar sexual”, me pareció un eufemismo precioso.
Luego se anunció, como sabíamos, que la prueba semanal sería el Snatch Game. Y como tantas veces ha sucedido, dos reinas querían defender un mismo papel: el de Isabel, la vecina de Valencia a la que el programa Callejeros convirtió en un icono pop. Las interesadas eran Onyx y Juriji, y la primera cedió y le regaló el personaje a su compañera.
Finalmente, el Snatch Game quedó así:
Sharonne imitó a Verónica Forqué. Una Verónica de todas las épocas, con guiños a sus frases de MasterChef, pero también a sus entrevistas en Viva la vida, o a sus personajes en el cine. Fue brillante, no se le faltó el respeto en ningún momento a la artista fallecida, y el cariño y admiración estuvo presente en cada momento. Alguien que no ama a Verónica Forqué y no se ha empapado de su filmografía no consigue hacer esa imitación.
Jurijii fue Isabel, la vecina de Valencia. Yo no terminé de ver la esencia de Isabel, y ni siquiera dijo bien algunas de sus frases (“orines y productos químicos”), ni resolvía bien algunas frases que daban juego, como la de la decoración de Navidad. Poco a poco se encontró, pero para mí no estuvo brillante. Isabel es un personaje que solo soltando todas las frases del famoso vídeo ya se habría tenido resuelto el Snatch Game.
Veneditta Von Däsh fue Miguel Bosé, el de los últimos tiempos. El negacionista, el que casi no puede hablar. Su entrada fue regularcilla, pero luego mejoró mucho, y la reina nos mostró una nueva faceta cómica que todavía no había explorado en el programa a fondo.
Onyx fue Juana la Loca. Elegir personajes históricos, cuya forma de hablar y actuar no está en el imaginario colectivo, es un arma de doble filo. Le salió mal la jugada; con Juana la Loca me esperaba una actuación delirante, al más puro estilo de Millán Salcedo haciendo ruidos y pedorretas. O alguien que chilla sin venir a cuento, o que hace cualquier clase de locura. Pero Onyx estuvo comedida, y sus chistes no aterrizaban.
Marina encarnó a Antonia Dell’Atte. En algún momento se perdió, pero pudo salvar los muebles. El momento surrealista que responde hablando de un aeropuerto me pareció una delicia, porque es verdad que la modelo italiana a veces se va por los cerros de Úbeda en sus intervenciones.
Drag Sethlas fue Carmen Lomana. Porque él lo dijo, vaya, porque también podría haber sido Carmen Porter, o cualquier otra celebridad. No tenía bien pillada la forma de hablar de Carmen, utilizó como apoyo libros que parecía más atrezo que otra cosa… Tenía como otra opción hacer de Aless Gibaja, y sin duda le habría ido mejor.
Diamante Marybrown fue RuPaul. La herstory ya nos ha demostrado que imitar a mama Ru es una mala elección, y ahí tenemos a Jessica Wild en la segunda temporada de Estados Unidos, y a Trixie Mattel en la tercera del All Stars. No sé cómo calificar la RuPaul que nos quiso ofrecer Diamante, pero allí no estaba la Ru del concurso, ni la cantante, ni la actriz. Ni un “silent, bring back my girls”, ni un “now aviable on iTunes”, ni su risa exagerada. Fue muy fallido.
Estrella Xtravaganza fue Paquita Salas. Y me resultó curioso, porque en Estados Unidos solo se puede imitar a personas famosas, no a personajes de ficción; a Sharon Needles, por ejemplo, no le dejaron ser Freddy Krueger en la temporada 4. La semana pasada Estrella brilló en La llamada, bebiendo mucho de Belén Cuesta, y esperaba un Snatch Game de altura. Sin embargo, ni clavó los vicios del personaje interpretado por Brays Efe, ni supo lanzar bien las bromas, repitiéndose en cosas como lo de Puente Viejo. Una lástima, porque esta andaluza se podía haber comido la prueba con patatas de haber hecho otra elección.
Ya en la prueba de la pasarela, la categoría era “muñeca española”. No sé qué es lo que esperaban ver, si a la Nancys, las Barriguitas, la Chabel y a la muñeca Gwendoline vestida de legionaria, o qué había que esperar. Cada reina interpretó la categoría según su santo Pepe, y lo que mejor encajaba era la muñeca-cojín de Sharonne (que luego se volvía un Masters del Universo, nada español) y la muñeca de Lladró de Onyx, que dejó su belleza alien a un lado para demostrar algo más normativo, dentro de lo que cabe.
En lo más alto estuvo Sharonne, Jurijii y Veneditta; las alabanzas a Jurijii no las comparto. Ganó el capítulo Sharonne, que ya lleva dos victorias en cinco episodios. Sabemos que esto no es nada en la historia del programa; en Estados Unidos acaba de ganar una reina con un solo win, y en Italia la ganadora no fue la mejor de ninguna de las entregas. En Holanda, una reina se fue el día antes de la final con tres victorias. Sharonne es brillante, hipnótica, pero no podemos dar su concurso todavía por ganado.
En lo más bajo estuvo Sethlas, que se salvó, y Diamante Marybrown y Onyx, quienes se enfrentaron en un lipsync con la canción ‘Arrasando’, de Talía. ¿Qué dios del mal eligió esa canción, con tantísima letra? Resultaba imposible de cantar, ni Coco Montrese te hubiese conseguido sincronizar labios y estrofas. La lucha estuvo bastante igualada y finalmente los jueces dieron pasaporte a Onyx. Era de esperar; hay una regla no escrita que nos dice que cuando una reina cuenta en el taller sus miedos y sus inseguridades y tiene más tiempo en pantalla que las demás, que nos despidamos de ellas. Su marcha fue un drama, con todos llorando, otra vez.
Y la semana que viene tendremos el ball, esto es, la prueba en la que desfilan con tres trajes, y uno de ellos se lo tendrán que confeccionar ellas mismas en el taller. A ver cómo se les da la prueba, y cuánto vemos cosido, y cuánto pegado con silicona caliente.
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