El documental sobre Marilyn Monroe acierta con el título en lo de las cintas inéditas, que las hay, pero algo menos en lo del misterio, que ni se resuelve ni se aporta nada nuevo. Vamos, que no nos revela nada que no se supiera antes, pero el material original es interesante. Es interesante, matizo, porque es Marilyn. Que si no, ya me dirán. Sigue fascinando la rubia tanto tiempo después de su muerte igual que entonces. Y va a hacer sesenta años ya, que se dice pronto.
Entrevistas a los que la conocieron
Más que un retrato de Marilyn y el intento de reconstrucción de sus últimos meses de vida, es este documental la historia de la investigación que el otro prota de la cinta, el periodista Anthony Summers (nada que ver con David, hasta donde yo sé, pero ya le pregunto), llevó a cabo para escribir su libro “Goddess: The secret lives of Marilyn Monroe”.
A través de las cintas con las entrevistas realizadas a su círculo más íntimo: desde la actriz Jane Russell (con la que trabajó en “Los caballeros las prefieren rubias”) a los hijos de su último psiquiatra, Ralph Greeson, pasando por John Huston, que la dirigió en “La jungla de asfalto”, Billy Wilder, que lo hizo en “La tentación vive arriba” y “Con faldas y a lo loco”, o el modisto Henry Rosenfeld, íntimo amigo de la actriz.
Entre todos acaban formando el retrato de la actriz que ya conocemos: el de símbolo sexual que nunca dejó de ser una vulnerable niña abandonada pese al glamour de su vida privilegiada, infeliz hasta el último momento. Se habla de su infancia, marcada por los abusos y el abandono, de sus inicios en el mundo del espectáculo, de la mano del millonario Johnny Hyde, que dejaría a su mujer por la actriz ya enfermo y dedicaría sus últimos meses de vida a impulsar su carrera, de su búsqueda infructuosa del amor, de su promiscuidad, sus problemas con somníferos, alcohol y barbitúricos... Lo de siempre, vamos.
Los Kennedy
Tras sus dos matrimonios fallidos, con Joe DiMaggio y Arthur Miller, aparecen los hermanos Kennedy en su vida, John F. Kennedy y Robert Kennedy. Que vaya dos piezas. Llegaría a simultanear ambas relaciones, hasta que ambos rompieron toda relación de forma abrupta (“recibieron una orden”), porque la relación con ella podía ser un peligro para la carreras de los hermanos. Coincide esta situación con la última etapa de la vida de la actriz, y un viejo amigo, Arthur James, reconoce que estaba muy dolida, que se había sentido utilizada, como un trozo de carne. “Y eso es lo que la mató”, añade.
“¿Fue un suicidio? ¿Fue un accidente? ¿Fue algo más siniestro?”, se pregunta Summers. Pero ni se responde ni nos responde a nosotros. El documental no resuelve estas cuestiones. Más bien se instala en esa zona tibia en la que ni dice ni deja de decir. No se decanta por la teoría del asesinato, puesto que no hay pruebas suficientes, pero sí deja claro que se ocultaron muchos datos sobre las verdaderas circunstancias de la muerte de la actriz, sosteniendo que los Kennedy estarían detrás de eso para no ver afectadas sus carreras.
Total, que acaba el documental sabiendo lo mismo que sabíamos. Y ni siquiera nos lo han contado mejor. Pero vale la pena aunque solo sea por volver a ver y escuchar a Marilyn con cualquier excusa. Desde mi rabiosa heterosexualidad lo digo.