La competición ha entrado ya en su recta final, y lo ha hecho con un programa que ha tenido sus luces y sus sombras. El séptimo capítulo de Drag Race España arrancó, como era de esperar, con un breve recuerdo a Diamante Marybrown, última expulsada, y resultó que mucha, mucha pena, no tienen las demás reinas. La dominicana se dejó en la mesa de taller su casco-parabólica, y le atribuyeron fama de estar maldito. En un momento de broma, se lo colocaron a Sethlas y le dejaron claro que él sería la próxima en irse. Pero la canaria venía de ser la ganadora del reto semanal, está demostrando ser muy fuerte y no se iba a ir por algo tan chorra como una maldición… ¿verdad?
Llegó un nuevo día al taller, y las chicas nos han acostumbrado ya a hacer el chorra en su entrada; en esta ocasión se han dedicado todas a hablar de fútbol, sin tener ni puñetera idea. Me quedo con una frase de Marina, que ha dicho algo como “Ser heterosexual es la cosa más difícil del mundo”, y sus palabras tienen mucha verdad en su trasfondo. Cuando eres disidente sexual y te han hecho avergonzarte de tu condición, intentar hacerte pasar por heterosexual para encajar es algo muy complicado, y también muy triste.
El mini reto de la semana consistía en vestir a todas las reinas de luchadoras de sumo y hacerlas pelear en un círculo; la primera que saque a su rival, gana. De todas las reinas que quedan en la competición, Estrella Xtravaganza fue la que se alzó con la victoria, siendo algo así como nuestra Matilda la Grande, aquella luchadora de Glow. Su duelo con Sethlas, con la una metiéndose con la otra, fue de lo más divertido. Sin olvidarnos de Marina, que sabía que no ganaría a Estrella, pero al menos intentó desconcertarla girando como una peonza.
El reto, por su parte, consistía en hacer tres vídeos promocionando España para las otras drags del mundo, bajo el eslogan “vente a España, coño”. Pensaba que el reto iba a ser un poco en el de la tercera temporada de RuPaul’s Drag Race en el que se animaba a las tropas, o que iba a ser una forma de demostrar que la bandera de España pertenece por igual a las drags que al resto de ciudadanos. Algo con más chicha y más mensaje; sin embargo, todo se tiró hacia el ocio, la droga y el consumo de pollofres, esto es, gofres con forma fálica. Hubo demasiados chistes sobre el consumo de popper, todos los chascarrillos eran demasiado cochinos y obvios. Esperaba algo con un poco más de trasfondo, la verdad, aunque ese mensaje hubiese ido envuelto en algo de sexualidad.
Estrella Xtravaganza formó las parejas, y ella trabajó con Sharonne, con quien ya brilló en El Diario de Putricia y en La Llamada. Han demostrado ser una pareja artística de lo más solvente, se entienden de maravilla y me recuerdan a la química que tenían Sasha Velour y Shea Couleé en la temporada 9 de Estados Unidos. Fueron las mejores con diferencia, y su chiste de “y los glory holes” funcionaba, aunque, como digo, se repetían en temas de sexo.
Marina y Sethlas interpretaron a una catalana y una canaria que promocionan España y sus fiestas; fue un vídeo que se hizo bastante largo, y que no terminó de aterrizar. El popper tuvo exceso de protagonismo, hasta el punto de vender España como “el país en el que nieva popper”. Juriji y Venedita Von Däsh se entendieron bien, haciendo de dos amigas en la playa, y creo que ha sido la vez que Juriji más ha brillado en una prueba de interpretación, aunque el jurado no se lo haya dicho a ella.
Mientras se preparaban en el taller para la pasarela, dedicada a Raffaella Carrà, Marina se quitó esa máscara de frialdad que tanto le atribuyen, y habló de cuán importante es para ella su madre y su familia. Y nos ha dejado a todos con ganas de conocer a su progenitora, a la que define como un personaje salido del cine de Almodóvar. Este protagonismo repentino, sin embargo, me daba malas vibraciones: cuando una reina se abre mucho a sus compañeras, esa noche acaba en la cuerda floja o con las maletas en la calle; la semana pasada sucedió así con Estrella, por ejemplo.
Con Ruth Lorenzo como invitada (a quien hubo que explicarle qué es un glory hole), arrancó la pasarela basada en La noche de las mil Raffaellas, con inspiración en Raffaella Carrà. El resultado de los looks fue bastante bueno, aunque algunas pelucas rubias daban realmente mal ante la cámara. Personalmente, me encantó Venedita, que con sus hechuras naturales, sin rellenos, nos dio una Carrà maravillosa. Juriji brilló al sacarse un teléfono de la entrepierna, a modo de guiño a Hola, Raffaella, y en general, todas supieron vender muy bien su versión particular de la cantante, actriz y presentadora italiana. Hubo algunos detalles que mejorar, eso sí: a Juriji se le veía a veces su pelo bajo la peluca, y Sethlas llevaba unas medias que dejaban verse la parte de arriba y rompía un poco la magia. No coincido con la crítica de Ana Locking a Sethlas por su maquillaje; el reto no consistía en imitar a la Carrà, como bien aclaró la canaria. Como leí por Twitter (¡no recuerdo a quién, lo siento, si no, lo citaría!), a los jueces les parece mal un maquillaje de fantasía, porque no es Carrà de verdad, pero sacarse del bajo vientre un teléfono sí que lo es.
Supremme Deluxe, la presentadora, hizo la clásica pregunta de a qué compañera se debería eliminar esa noche. Sharonne propuso a Marina, y Estrella, a Sethlas. Marina y Sethlas coincidieron en Juriji, y Juriji y Venedita, que era Marina la que sobraba.
Eso abrió un cisma en el taller, mientras los jueces decidían. Juriji pecó de soberbia, y se le fue el espectáculo un poquito de las manos. Estrella terminó malita de los nervios, y Marina y Sethlas también. Parece que a Juriji el conflicto le da la vida, porque está resultando la que más agita el avispero.
Finalmente, Estrella y Sharonne ganaron el reto de la semana, y Drag Sethlas y Marina se jugaron la permanencia en un lipsync con el tema ‘Qué dolor’ de la Carrà. Cuando arrancó la canción, Marina se transformó y nos dio la esencia de Raffaella con mucho brillo y carisma; cuidado quien tenga que enfrentarse a ella en un playback en el futuro. Sethlas, sin embargo, todavía tenía la cara de cabreo por su desencuentro con Juriji, y le costó cambiar el chip. No brillaba, y en mi mente aparecía la imagen de Anna Locking animando con las manos a Dovima para que sincronizase labios por Rosalía de la temporada pasada. La canaria confió demasiado en un ruveal de purpurina que tenía en sus mangas, pero el truco resultó insuficiente para levantar su propuesta, y terminó eliminada.
Fue un mazazo; muchos espectadores veíamos a Sethlas como una de las más claras finalistas, una potencial ganadora con muchísimo que ofrecer. En Italia hicieron también un homenaje a la Carrà y aquella noche ninguna concursante se fue a casa, y esperaba que, en un último momento, se obrase por aquí un milagro similar, que no tuvo lugar.
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