El pasado domingo, Viva la vida recibió a Raquel Mosquera, una de sus habituales colaboradoras. Solo que en esa ocasión interesaba y mucho lo que la famosa peluquera tuviese que decir, pues el viernes Rocío Carrasco habló en En el nombre de Rocío de la relación que tuvo con su padre, afirmando cosas como que Pedro Carrasco murió enamorado de Rocío Jurado, y Rocío de Pedro.
En un alarde de generosidad, Raquel accedió a responder todo lo que los compañeros del programa quisieran preguntarle, sin filtros, y sin cobrar más por ello. No era una entrevista exclusiva, ni nada por el estilo, ella simplemente estaba yendo a Viva la vida como una más y remaba a favor de obra.
Sin embargo, pronto el espectáculo se tornó más complicado y vimos a Raquel llorando desconsolada, o diciendo cosas a Rocío Carrasco como “solo que Dios te perdone, que trabajo le va a costar, y más con la persona que tienes al lado”.
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Todos sabemos que Raquel Mosquera tiene problemas de salud mental. El programa Aquí hay tomate, hace más de una década, dio buena cuenta de unas imágenes de la peluquera en la clínica López Ibor de Madrid. Después, ella misma ha visibilizado esos problemas, que no le han impedido participar incluso en Mira quién salta o Supervivientes. Allí se convirtió en todo un ejemplo para personas en su situación, pues demostró ser una excelente concursante.
Aunque con una medicación y un seguimiento correcto Raquel hace vida normal, es evidente que situaciones como las del pasado domingo en Viva la vida no le hacen ningún bien, igual que tampoco se lo haría a cualquiera de nosotros. Raquel estuvo encendida, perdió los papeles. La presentadora tenía que frenarle en alguna de sus declaraciones, sus compañeros exclamaban que qué barbaridad estaba diciendo.
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Telecinco no pasa por un buen momento de audiencias, y en el actual mes Antena 3 le saca medio punto. Pero no todo vale por lograr audiencia. Y menos, cuando puede estar en juego la salud mental de alguien.
La intervención de Raquel en Viva la vida se alargó durante varias horas, en las que su temperamento iba y venía según la cuestión que se estuviese comentando. En ningún momento se decidió cambiar de tema, pues era demasiado jugoso ver cómo respondía a Rocío Carrasco. Tampoco se le invitó a abandonar el plató para proteger su salud mental. Mosquera, comprometida con su trabajo, aguantó carros y carretas, sin dejar su puesto de colaboradora estelar. Parecía que el programa estaba deseando ver hasta dónde podía aguantar Raquel, o hasta qué punto ellos podían permitir el espectáculo.
Con su discurso, su llanto y su comunicación no verbal quedó patente que Raquel no estaba en condiciones para estar en esa silla mientras que el contenido del programa giraba sobre lo que giraba. La televisión tiene una responsabilidad, como ya aprendimos el pasado diciembre, para saber cuándo cortar una participación si la persona a la que han dado protagonismo no está en condiciones. Y con Raquel Mosquera, Viva la vida y todo Telecinco debió echar el freno.