Este lunes se cierra la décima temporada de MasterChef, y son cuatro los aspirantes que se juegan el premio, consistente en 100.000 euros en metálico, el trofeo de MasterChef España, la posibilidad de publicar su propio libro de recetas y un Máster en Cocina, Técnica y Producto del Basque Culinary Center.
Así, María Lo, David, Adrián y Verónica han logrado superar semana a semana las diferentes pruebas, a veces brillando y otras estando en la cuerda floja para volver a casa, y ahora se lo jugarán todo por la victoria. ¿Quién ganará? Analizamos la trayectoria que han tenido los cuatro aspirantes, con sus puntos fuertes y débiles.
María Lo
El concurso de María Lo empezó salpicado por su vida personal. Se reencontró en el casting final con Teresa, su expareja, con la que, por suerte, se llevaba bien. Aunque Teresa era muy fuerte, cayó eliminada en el sexto capítulo, y eso permitió que María brillase en solitario, sin contar con ninguna amistad de fuera entre los fogones.
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Aunque ha tenido algunos tropiezos (entregó su pin de la inmunidad en una prueba de eliminación que se le torció), María ha sido una concursante muy disciplinada, con grandes inquietudes culinarias. Tiene un gran respeto a los productos, escucha a los jueces cuando le hacen críticas, y ha sido de las mejores (o la mejor) en muchas ocasiones.
MasterChef ha servido a María como una catarsis para ser la mejor versión de sí misma; poco antes de entrar al concurso habló con su padre y le explicó que era lesbiana, algo que el hombre desconocía. Podría decirse que es la gran favorita para ganar, aunque de no hacerlo, no pasa nada. Se lleva del programa un contrato de un año en un resort en México, y Jordi Cruz le ha dicho que la quiere en su equipo.
David Pascual
David llegó a MasterChef con la mochila llena de malas experiencias. En el pasado fue cocainómano, e hizo sufrir mucho a su familia. Buscaba en el programa una oportunidad de empezar de nuevo, en un oficio que le apasiona. En un capítulo contó que el sentido del olfato no lo tiene del todo bien por el excesivo consumo de épocas pasadas.
Ha demostrado ser muy tenaz en las cocinas, ha realizado platos muy buenos, y es también de los rivales más fuertes. María Lo decía en la entrega del lunes anterior que le gustaría enfrentarse a él en el duelo final, pues lo considera el mejor de los que quedan.
Su concurso, en ocasiones, ha quedado empañado por su fuerte carácter. Porque a veces lo hemos visto llorar y derrumbarse, pero también enfrentarse a quien corresponda. Con Pepe Rodríguez tuvo sus más y sus menos en el capítulo anterior. En otra ocasión le vimos trolear a Verónica; tenía que guiarla en la prueba de eliminación, y le dio mal las indicaciones para que perdiese el tiempo.
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Verónica Gómez
No sabemos si por cuestiones de guion o de edición, a Verónica le ha caído este año la etiqueta de la prepotente o la conflictiva. Ha tenido problemas con compañeras como Patri, y que fuese una de las ganadoras del pin de la inmunidad y tardase en desprenderse de él tampoco le grajeó muchas amistades. Ni siquiera parecía llevarse demasiado bien con los jueces, que a menudo le soltaban sonoros rapapolvos.
Sin embargo, no se puede negar que su concurso ha sido muy bueno, ha dejado muy buenos platos, y que ha demostrado un control de las emociones que muchos querrían para sí. No todos sabrían lidiar con la presión que ha lidiado esta publicista salmantina.
En la entrega del pasado lunes, Pepe Rodríguez, Samantha Vallejo-Nágera y Jordi Cruz comenzaron con un mensaje personalizado para cada aspirante. Jordi se dirigió a Vero, y le pidió perdón por haberla tachado alguna vez de soberbia. “Tu imperfección es perfecta”, añadía el chef, que consideraba que la concursante necesita derribar una fuerte coraza que tiene frente a sí. Realmente, tiene todo para poder alzarse como ganadora.
Adrián Rejón
Al igual que David, Adrián llegó al programa con un pasado muy áspero. Tal como ha contado en más de una ocasión, vivió en un hogar en el que el alcohol causó estragos, y eso le hizo vivir una juventud muy rebelde, en la que se metía en peleas. Acabó un tiempo en la cárcel, y allí comprendió que tenía que buscar un cambio de rumbo en su vida.
De todos los finalistas, este vasco es quizá el que más veces ha tropezado durante sus cocinados, pero tan pronto te hacía un plato fallido que brillaba en una de sus elaboraciones. Parece que la competición ha hecho mella en él, que está cansado. En el capítulo anterior tuvo un bajo desempeño en la prueba inicial y en la de exteriores, y fue el segundo peor aspirante en la de eliminación, en la que cayó Patri. En su defensa, recordar que empezó su aventura con mal pie: estuvo ausente en el episodio 2 porque había contraído la covid-19.
Ya sabemos, de todas formas, que en MasterChef cualquier cosa puede suceder. En la temporada anterior, por ejemplo, parecía casi seguro que Fran sería uno de los duelistas, y se quedó por el camino en la gran final. Quién sabe si en esta Adrián da la campanada.