Tras la cancelación de Esta noche cruzamos el Mississippi (1995-1997) en el que Pepe Navarro adaptó a su estilo el late-show americano combinando ciertos rasgos del Saturday Night Live y los espacios de Jay Leno, David Letterman y Conan O’Brien, Telecinco necesitaba rellenar su franja nocturna con otro espacio rompedor. Así llegó Crónicas Marcianas, que el próximo 8 de septiembre hará veinticinco años de su primera emisión.

El ideólogo de aquella eclosión nocturna fue Joan Ramon Mainat, que tras dirigir TVE en Sant Cugat fichó por Gestmusic como Director Creativo y Productor Ejecutivo. Sí, la productora de los fundadores de La Trinca, Josep Maria Mainat y Toni Cruz.

Desde su última emisión en julio de 2005, EL ESPAÑOL ha buceado por el backstage del programa para recuperar algunas anécdotas desconocidas por el gran público. En aquella época, los controles a los espectadores a la entrada del estudio no eran tan extremos como en la actualidad, por lo que en un directo salió un individuo con un machete con la intención de dirigirse a la mesa donde estaba Xavier Sardà con los colaboradores. Se le entretuvo como se pudo y finalmente el equipo de seguridad pudo reducirle.

Javier Sardá presentó 'Crónicas Marcianas' en Telecinco. Mediaset

En aquella época se pagaba tanto dinero a los colaboradores que en comparación lo de hoy son limosnas, y eso que un Kiko Matamoros ronda los 1.400 euros diarios en Sálvame, Belén Esteban los 1.100 euros en el mismo vespertino y las Campos se habrían embolsado otros 500 euros por Viva la vida. Para hacerse una idea, uno de los asiduos a Crónicas Marcianas nos confirma que por noche el que menos se llevaba entre 2.400 y 3.000 euros. Por allí se sentaron Nuria Bermúdez, Rocío Madrid, padre Apeles, Fernando Ramos, Carmen Hornillos, Alessandro Lequio…

No hay que olvidar que fue el descubrimiento de Carlos Latre, quien a partir de ahí se convirtió en uno de los mejores humoristas e imitadores del mundo. No hay que olvidarse del histriónico Boris Izaguirre y del altivo Manel Fuentes, que tras acabar el programa se lo tuvo muy creído.

Sin duda, quien más se enriqueció fue Sardà. Los rumores apuntaban a que se embolsaba unos 60.000 euros diarios, otros que en la última temporada eran 42.000 euros, pero lo cierto es que a sus 64 años es millonario. Se le calcula una fortuna de entre 24 y 40 millones de euros. Esas cifras se consiguieron gracias a la filosofía de Joan Ramon Mainat ya que consideraba que todo invitado iba a trabajar y, por ende, se le tenía que dar su emolumento. Los que le conocieron hacen piña en que era un ser extraordinario.

Boris Izaguirre fue una de las estrellas de 'Crónicas Marcianas'. Mediaset

Desde fuera puede que esas cantidades de dinero no compensaran a ciertos colaboradores, como le ocurrió a Enrique del Pozo, protagonista muy a su pesar del famoso intento de agresión por parte de Antonio David. Aquel desgraciado acontecimiento que marcó un pico de audiencia que rondó el 50% se convirtió en el primer ejemplo de violencia televisiva en nuestro país. Del Pozo también hizo historia con otro hecho más banal. Se convirtió en el primer hombre en hacer un desnudo integral en la pequeña pantalla cansado, al igual que muchos, de que solo se hicieran referencia al listado de los mejores desnudos femeninos. Carmen Sevilla llamó para felicitarles.

Por el plató, que tardó 19 días en construirse bajo las directrices de Miquel Viciana con la realización de Álex Miñana y la iluminación de Xavi Costas, pasaron nombres consagrados de la música como Gloria Estefan, Lenny Kravitz o Ricky Martin, que a finales de los noventa ya se estaba convirtiendo en uno de los más grandes de la música latina. Antes de llegar dieron órdenes de que no se le podía tocar y que la entrevista la tenía que hacer Sardà a solas.

¡La que se lio aquella noche! Apreció Paz Padilla disfrazada como su profesora de inglés cuando en un determinado momento se abrió de piernas y metió la cabeza del artista boricua entre ellas. Ricky, por aquel entonces de 28 años, siguió el juego, pero al acabar, los gritos de cabreo del representante fueron tan apoteósicos que aún resuenan desde entonces.

Entre los colaboradores surgieron y se fortalecieron amistades que dieron mucho juego fuera del plato, especialmente, en el hotel Condes de Barcelona, donde solían pernoctar la gran mayoría. Las tristemente desaparecidas Mila Ximénez y Carmina Ordóñez emulaban a la diosa Ava Gardner cuando se bebía toda la noche y se hacían acompañar por jóvenes efebos con los que disfrutaban hasta el amanecer. Eran libres. Podían hacer lo que quisieran. Otros se quedaban en uno de los despachos desde cuya mesa solían observar ‘Sierra Nevada’.

Plató de 'Crónicas Marcianas'. Mediaset

Uno de los puntos fuertes positivos de Crónicas Marcianas fue que, a diferencia de otros espacios, las mujeres ocuparon muchos de los puestos de responsabilidad. Había paridad entre sexos. En eso, Joan Ramon Mainat fue un precursor. Otra de las bondades que casi nadie sabe fue que, tras la cancelación del show, Martí Galindo, que con sus 120 cm se granjeó la simpatía de todo el público, percibió una serie de ayudas para que tuviera una pensión digna hasta su fallecimiento en 2019 a los 81 años.

En la profesión todavía se le echa de menos por su honestidad, el respeto hacia los demás, su gran capacidad de trabajo, su ingenio y porque encajaba los noes muy bien. En cambio, su hermano Josep Maria Mainat y Toni Cruz eran despóticos, nada empáticos, egocéntricos y generaban un ambiente de terror en las oficinas de Gestmusic, que por entonces estaban cerquita del Parque Güell.

La noche en la que se confirmó la enfermedad de Joan Ramon y, por ende, el poco tiempo que le quedaba de vida debido al cáncer, todos supieron que se acercaba el final del programa. Al fin y al cabo, él fue el demiurgo. Falleció en noviembre de 2004 dejando atrás otras producciones que forman parte de la historia de la televisión como La palmera, Operación Triunfo, Cifras y letras, Un día es un díaTras 8 temporadas y 1.277 programas, Crónicas Marcianas se fundió a negro eterno el 21 de julio de 2005.



Sardà le quiso como a un hermano. Sin él, fue el final del gran presentador porque, en cierta manera, le había creado. Mainat había sido una especie de director de orquesta de cómo tenía que hacerlo frente a las cámaras.

De sus aventuras nocturnas, Sardá se llevó a la que todavía es el gran amor de su vida, Ana Gutiérrez, que trabajaba en el departamento estilístico del programa y que se la birló a un íntimo amigo suyo que también trabajaba allí. Se casaron en 2006 y, desde entonces, viven en la finca de 2,2 hectáreas que posee en Canet de Mar (Barcelona), feudo de ‘los trincos’ y donde Sardà da rienda suelta a su pasión por los trenes. De hecho, tiene una enorme maqueta a escala. De una anterior relación con la coreógrafa y bailarina Rosa Maria Grau tiene una hija, Helena, de 28 años.