Este sábado, Ana Obregón se dejó caer por el programa La gran confusión que presenta Xavier Sardá en el late night de La 1, después de que se cambiase su horario por no funcionar en el prime time. Y uno de los temas que trató fue aquella época en la que intentó labrarse un futuro como actriz lejos de nuestras fronteras, haciendo las Américas. Como muchos recordarán, Ana llegó a aparecer, por ejemplo, en la serie El Equipo A, pero también intentó conseguir otros papeles en Estados Unidos.
Como cualquier profesional del gremio, la Obregón participaba en pruebas para conseguir papeles. "En los castings pasa cada cosa... ¿Sabes que acabé detenida en Estados Unidos? Me detuvieron porque pensaron que era prostituta”, reveló la que fuese presentadora de ¿Qué apostamos? o Gracias por todo. Sardá le puso una cara con la que le invitaba a seguir contando la aventura, y entonces Ana explicó que optó al papel de una prostituta, pero que le rechazaron por ir vestida demasiado sofisticada.
Entonces, ella cambió su imagen: estuvo una semana sin ducharse, se puso una minifalda y unas botas altas, para meterse en el personaje. “Estaba paseando por Sunset Boulevard con esa guisa y, de repente, veo que un coche de policía me iba siguiendo. Se para y me dice: "¡Eh, tú! Que no puedes trabajar aquí" y le digo mira que yo estoy trabajando”. El agente le dijo que eso respondían todas, y que la metió en el auto. La llamada que le permitieron hacer fue para contactar con su agente, Susana Uribarri, y celebrar su éxito: había conseguido hacerse pasar por una trabajadora sexual.
Esta anécdota, divertida donde las haya, ha sido recogida por numerosos medios de comunicación. Lo llamativo del caso es que de novedoso no hay nada en su relato, porque ella misma se ha encargado de contarlo en otras ocasiones y en programas de mucho éxito.
Por ejemplo, en El Hormiguero, en el año 2014, cuando se encontraba precisamente viviendo en Estados Unidos por cuestiones laborales. Entonces detalló a Pablo Motos que la película a la que optaba era Rainman, y que para ella fue una sorpresa poder hacer el casting porque “en América, todos los personajes son para americanas”. Y aportó que, además de usar las citadas botas “rollo Pretty Woman”, se puso peluca, uñas postizas.
“Según iba por Sunset Boulevard me para un coche y me dice ¿cuánto? Y digo ¿cómo? De repente me para un coche de policía y me dice: no puedes trabajar aquí, y digo: ¿trabajar? Que voy a un casting, que soy actriz, y me dice ya eso decís todas, venga para… y me metieron en el talego. Acabé en Beverly Hills y encima no me dieron el papel”, narraba. En aquella ocasión, explicó que su madre se estaría enterando por primera vez de lo que sucedió, y le mandó un mensaje para tranquilizarla.
Unos años después, en 2019, Ana volvió a hablar de aquella detención. Fue en el programa Aquellos maravillosos años, presentado por Toñi Moreno. “El papel era para interpretar a una prostituta”, le narró a Moreno. “Entonces fui vestida en plan Pretty Woman, y como llegué media hora antes, fui caminando por Sunset Boulevard. Iba vestida de una forma muy atrevida, con minifalda-cinturón, con peluca”, incidía. Entonces volvió a hablar de cómo un coche de policía la siguió, la pararon y le pidieron que fuese al vehículo, pues ahí no podía trabajar. “¡Me confundieron con una prostituta! Pese a que les dije que era actriz, me llevaron igualmente. Salí tras hacer una llamada a mi representante”, aseguró, añadiendo detalles como que fue esposada.
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Da igual las veces que Ana Obregón cuente esta historia. Cualquier anécdota de su vida funciona en televisión por más que la haya narrado tres o mil veces. Como la de la paella de color verde que le hizo a Steven Spielberg, y que fue “terrible y asquerosa”, pero que el director de E.T. se comió igualmente. Ese episodio lo contó también en El Hormiguero, o Ven a cenar conmigo: Gourmet Edition, incluso en MasterChef Celebrity.
Ana tiene frescura en su relato, y no ha perdido el magnetismo que un día enamoró a media España a través de la pequeña pantalla. Por eso, puede hacer con los espectadores lo que le dé la gana, como contar lo mismo varias veces, cambiando (o no) algunos detalles. Cualquier cosa que salga de sus labios resulta entrañable y divertido, y más si nos traslada a aquellos locos años 80. Algo que no todo el mundo se puede permitir.
Y es que Ana Obregón es mucha Ana Obregón, y hasta en sus momentos más complicados sabe sacarnos una sonrisa. Es de sobra conocido que pasa por un bache de ánimos, pero es tan generosa que deja las penas a un lado para recuperar su desparpajo más primitivo, aquel que le hizo ganarse el apodo de Antoñita La Fantástica cuando solo era una niña.