Es muy posible que alguna vez, con los amigos, hayas jugado con los amigos a ese juego de cartas en el que uno son policías, otros ladrones y tercer grupo, ciudadanos, que van muriendo mientras los malos van guiñando un ojo. Y los amantes de los juegos de mesa más genuinos conozcan de sobra Los hombres lobo de Castronegro, el Salem 1691, el Secret Hitler, el Saboteur, el Scape o cualquiera de las numerosas posibilidades que hay en las dinámicas de roles ocultos, en la que los villanos pueden ser hombres lobo, brujas, saboteadores o cualquier otro nombre, siempre que su fin sea el de fastidiar a los demás.
Para todos esos amantes de los juegos de roles ocultos, desde los más primigenios a los más sofisticados, HBO Max ha lanzado Traitors, un reality en el que un nutrido grupo de famosos, procedentes de todos los ámbitos, tienen que convivir para descubrir cuál de ellos es un traidor y quién un fiel. Hay políticos como Cristina Cifuentes, actores como Rubén Ochandiano y Sandra Escacena, actores que bien saben de guión para montar sus propias películas como Abril Zamora y Adrián Pino. Deportistas, periodistas, cantantes, escritores, jugadores de póker profesionales, los 18 perfiles son de lo más variado e interesante.
El que aquí escribe ha devorado este formato en dos atracones, e intentaré hacer una crítica sin spoilers de lo que pasa en ese castillo en el que se ambienta. Sergio Peris-Mencheta hace las funciones de presentador y máster del juego, el que va dando las instrucciones de cómo va la cosa. Cada día, los traidores matarán a un fiel, y luego, todos los concursantes, fieles y traidores, harán un juicio para eliminar a otro participante más, preferiblemente, traidor.
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Cuándo el espectador se quiere dar cuenta, ya está inmerso en el juego, como él se pone a disfrutar en YouTube de la partida a un videojuego que lleva a cabo un streamer. El programa te atrapa, y quieres ver más. Y descubrir si puede mentir mejor a la cara un actor, un escritor de novela negra, un político o un jugador de póker. Si los actores saben moderarse para no caer en la sobreactuación cuando les pilla el toro, si un freestyler como Skone puede dar argumentos tan largos para demostrar su inocencia como cuando se enfrenta a otros cantantes en las batallas de gallos, y si el atleta que siempre ha jugado limpio puede dejar a un lado la deportividad para hacerse con la victoria (y llevarse a casa unos buenos lingotes de plata).
Como amante de los juegos de mesa y de roles ocultos, Traitors ha sido una delicia. Era fácil verte reflejado en casi cada situación, recordando cómo has sufrido cuando has tenido que ser traidor, y cómo siendo fiel a veces no puedes aguantar la risa o la compostura y has parecido un embustero. Cómo las apariencias engañan y otras veces lo que ves a simple vista es lo que hay. Y nos recuerda lo difícil que es ponerse en la piel de otra persona e intentar adivinar sus pensamientos e intenciones, y vaticinar cómo reaccionará si haces X o si haces Y. O si matas por la noche a tal actor o si puede ser una amenaza aquel otro de allí.
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¿Es Traitors un programa solo para amantes de los juegos de mesa? En absoluto, igual que no hace falta tener en casa el Trivial Pursuit para disfrutar de El Cazador o de Pasapalabra. Traitors es un reality que mezcla convivencia, pruebas físicas y ese juego de roles oculto, creando un combo perfecto. Sus concursantes lo mismo tienen que hacer un recorrido en bicicleta o kayak que analizar la cara de la gente a la hora del desayuno, cuando se desvela quién ha muerto por la noche… Si es que hay algún muerto, y hasta aquí puedo leer.
En cualquier reality que se precie algún concursante debe decir que ahí dentro, encerrados, todo se magnífica. Y llega un momento en el que dicen que va a empezar a ser él mismo y que ahora le vamos a conocer de verdad, que ya ha dejado la careta a un lado. Con Traitors esto también ocurre, y así, puede ser un soplo de aire fresco para quien eche de menos Gran Hermano o similares. Habrá lágrimas, confesiones, moderadas discusiones, afinidades. Con Traitors, la productora Gestmusic ha demostrado que el género de los realities está todavía muy vivo. Larga vida a Traitors.