El pasado viernes el director de cine Carlos Saura fallecía a los 91 años de edad, justo un día antes de que se emitiese la ceremonia de los premios Goya, donde recibía el galardón honorífico. Y la casualidad también ha llevado a que el cineasta tuviese un peso especial en el episodio de este domingo de Cristo y Rey, la serie de ATRESplayer Premium que retrata la vida de Ángel Cristo y Bárbara Rey. (¡Atención! Este artículo contiene spoilers)
El sexto capítulo de esta ficción se titula La puta del rey, y narra, entre otras cosas, cómo la vedette a la que interpreta Belén Cuesta consiguió protagonizar el anuncio de Freixenet, en el que deseaba a todo el mundo un feliz 1981. En un momento dado, mientras hablan de cómo se desarrollará este spot, Chelo García-Cortés (encarnada por Adriana Abenia) y Paco Ostos (David Lorente), representante de Bárbara, le hablan de un proyecto que tiene entre manos para ella.
“Hay varios directores de cine que han preguntado por ti...”, dice Chelo. “Yo no quería decirte nada, porque estás muy centrada en el circo. Saura, está como loco”, añade el representante, lo que hace que Bárbara quiera saber si ha oído bien: “¿Saura, Carlos Saura?”. “Don Carlos Saura, sí. Y el nuevo, ¿cómo se llama este? Fernando Trueba”, le ratifica Ostos. Y Chelo García-Cortés le recuerda que hay vida fuera del circo.
Cierto tiempo después, Bárbara Rey está reunida con su familia ante la televisión y ven el anuncio por primera vez. Entonces recibe una llamada, y ella se disculpa para atenderla. Es Paco Ostos. Al regresar, la actriz no muestra mucha alegría en su rostro. Le preguntan si el representante le ha llamado para darle una felicitación, pero ella dice que no. “Iba a hacer una película...”, cuenta Bárbara, y Ángel Cristo (Jaime Lorente) aclara: “De Saura, muy buena”. “Pero al final no ha salido. Paco me ha dicho que alguien me ha vetado”, termina por decir Bárbara, deseando saber quién ha podido ser esa mano negra.
Casi al final de la entrega, Ángel Cristo y Bárbara Rey son recibidos por los reyes de España, y la artista acaba hablando con el monarca en un apartado. Él le dice que ha intercedido para que el circo de Ángel vaya a algunos países árabes, y que lo ha hecho porque “se supone que somos amigos”. “Los amigos no se boicotean, no. Juan, ¿tú me has sacado de la película de Saura?”, preguntaba entonces Bárbara. El rey (Cristóbal Suárez) responde que no, que por qué debería hacerlo. “Lo de hacerse el tonto está uy bien para la prensa pero no hace falta”, espeta la vedette, y le pregunta al monarca que si él no ha sido que le diga “quién tiene tantísimo poder como para hacer algo así”. Entonces Juan Carlos I mira a la reina Sofía, que parece ser la autora del veto, y calma a su interlocutora: “Tranquila, que esto lo voy a arreglar yo”.
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En Cristo y Rey han sido muchas las licencias que se han tomado para construir el relato de la vida de Bárbara Rey. Por eso es difícil saber si ese veto existió de verdad, o es algo que se ha ficcionado “con fines dramáticos”, como reza el aviso inicial. Dado que la acción transcurre en diciembre de 1980, la película en cuestión debía ser alguno de los siguientes proyectos de Carlos Saura: Deprisa, deprisa y Bodas de sangre, que se estrenaron en 1981, o Dulces horas y Antonieta, que vieron la luz en 1982.