Durante mucho tiempo se creyó que el mundo podía venirse abajo y destruirse, que el fin del mundo podría llegar, pero que a Sálvame no le iba a afectar. Nadie podía creerse que el buque insignia de la cadena, como el Titanic, podría llegar a hundirse. Pero es lo que está ocurriendo: el chiringuito está naufragando, pereciendo, dando sus últimos hálitos de vida.
Ya se lo advirtió hace un tiempo Paz Padilla a un todopoderoso Jorge Javier Vázquez: todo lo que sube, baja. Y vaya si está bajando. En primer lugar, las audiencias. Antena 3 hace tiempo que los adelantó por goleada, pero la soberbia de los jefes del cotarro les impedía actuar con sensatez y humildad. Ya estaban, hace un tiempo, los de La Fábrica de la tele recibiendo un feedback extraño: fuga de fieles y de espectadores.
Rechazo a un pensamiento único que se había instalado en ese programa de las tardes. Y ellos, desdeñosamente, restaron importancia. La era Rocío Carrasco arrambló como un tsunami, cierto. Pero lo que empezó muy bien -con audiencias apabullantes y fabulosas- acabó muy mal: el público pronto vio que aquello no era el Sálvame de siempre.
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Se les advirtió, pero todos miraron hacia otro lado. Llegó Sonsoles Ónega a Antena 3 y arrasó. Y ellos seguían en sus trece, más débiles, entre estertores, pero erguidos y henchidos de vanidad: ¡cómo se va a hundir Sálvame!
¡Sigamos, atrás ni para coger impulso!, parecían vociferar. Pero la semana pasada hubo un golpe, seco y rotundo, en una mesa de los despachos nobles. El jefe de los jefes, harto de ver cómo Atresmedia suma y suma, dijo basta. Este señor es Alessandro Salem, nuevo CEO tras la salida de Paolo Vasile. El buen hombre llegó a la conclusión de que ya no se podía sangrar más, y que tocaba un cambio en la comunicación de la cadena.
Hacer un lavado de imagen: abrir las ventanas para que entrase aire fresco. Y como estos de Sálvame no pillan las señales sutiles, vamos a actuar a golpe de decreto. Primero de todo: se veta, se prohíbe taxativamente hablar y emitir imágenes de 13 famosos, entre ellos, Rocío Carrasco, Fidel Albiac, Antonio David Flores, Rocío Flores, Kiko Rivera, Bárbara Rey, Olga Moreno, Marta Riesco, Gloria Camila, José Fernando, Ortega Cano, Rosa Benito y Rosario Mohedano.
No se habla, ni para bien ni para mal. Ni de ellos ni de posibles tramas en las que se pueda ver envuelto algunos de estos nombres. Yo, soy sincero, cuando leí esto di palmas con las orejas. Sí, me alegré mucho porque soy un seguidor de Telecinco -de Sálvame, en concreto- desde hace mucho tiempo y, reconozco, últimamente lo pongo con desidia, con pereza.
Aquí no se detienen las nuevas normas de obligado cumplimiento. Mediaset ha enviado en los últimos días, a todos sus trabajadores internos y externos, el nuevo Código Ético. "No se tolerará ningún incumplimiento", se subraya en el escrito, para añadir que se entenderá como una "falta laboral" si alguien lo incumple.
"Afectará a todos los empleados, colaboradores, clientes, proveedores y resto de terceros que mantengan relaciones profesionales con Mediaset España", se apostilla. Qué duda cabe de que Sálvame será el más afectado por estas normas.
"Los programas de entretenimiento son eso mismo, de entretenimiento y, por lo tanto, sus presentadores y colaboradores deben abstenerse de emitir opiniones, preferencias o comentarios políticos en el seno del programa. (...) No se debe atacar o criticar a ningún otro programa de la compañía o a sus presentadores y colaboradores", se puntualiza, con mucho tino, en el nuevo Código Ético.
Al leer este último párrafo me ha resultado inevitable acordarme de Jorge Javier, del rey del cortijo. Sobre todo, de su sonada frase aquella que decía que Sálvame era un programa "de rojos y maricones". Pues ya va a ser que no, querido Jorge. A partir de ahora no habrá hueco alguno para tus cuñas políticas ni para que cargues contra Isabel Díaz Ayuso como lo haces: libre y desbocado.
Según he leído en Twitter, los colaboradores de Sálvame, tras recibir este escrito, además de cumplirlo -no hay otra: o esto o la calle-, tuvieron una última pataleta en público. Se mofaron y se quejaron, pero eso sí, lo hicieron en la versión de Mitele, en Sálvame Plus o como se llame. Pero este blog está enfocado en Jorge Javier. El catalán sabe que su capitanía en Sálvame se acaba y por eso está pensando en su futuro fuera de la cadena.
No va a consentir que nadie calle su verdad, y por eso acaba de retar a sus jefes con una decisión sin precedentes: se abrirá su propio canal de YouTube, Los burros de Fortunato. Jorge Javier morirá matando y eso es lo que pretende hacer en este canal: hablar de todo lo que el nuevo Código Ético le ha vetado. "Pues sí, amigos, se viene pódcast", ha posteado Vázquez en su Twitter.
Él lo llama pódcast, pero en realidad es un canal de YouTube. Esto es como cuando María Teresa Campos se agarraba grandes enfados cuando la prensa tildaba de "reality" aquello que hizo con sus hijas, Las Campos. Ella lo envolvía con otra palabra más grandilocuente, pero no dejaba de ser lo que era. Pues lo mismo con Jorge: querido, esto es un canal de YouTube: no le des más vueltas.
Y veo muy curiosa esta nueva aventura porque no hace mucho el propio Jorge Javier, desde su púlpito en Sálvame, criticó y vino a decir que los que trabajan en esa plataforma pedían limosna. ¡Cómo son las cosas, Jorge! Hoy, aterrizas tú en esa plataforma. Claro está que tú no necesitas dinero ni pedirlo, pero las vueltas que da la vida: compartirás negocio con Antonio David Flores y Diego Arrabal, esos de los que tanto despotricaste. Ay, las piruetas de la vida.
Ah, atención a lo que dijo anoche Diego Arrabal en su canal: Jorge Javier no será el único rostro de La Fábrica que aterrizará en YouTube. Me da a mí que va a haber, en breve, una espantada masiva de Sálvame.