¡Atención! Este artículo contiene spoilers
Una de las pruebas más icónicas de Drag Race como formato es el ball, esto es, un reto en la que las concursantes deben defilar con hasta tres vestidos. Generalmente, los dos primeros los traen de casa, y el tercero lo confeccionan en el taller, si bien hay excepciones, como sucedió en la primera temporada de España, donde no cosieron ninguno en el taller.
Este domingo, el tercer capítulo de la tercera temporada de Drag Race España giró alrededor de este desafío, que tenía como eje principal España. En la primera prueba, las reinas debían lucir un traje inspirado en los colores del país, cada cual interpretando esto desde su propio punto de vista. Y la primera en abrir la pasarela fue la sevillana Pakita, quien lució una “fantasía rociera” con el verde de la bandera de Andalucía, y con detalles pintados a mano. Y ofreció un giro mágico al sacar una botella de cerveza, que se echó sobre los pies, recordando uno de los momentos más icónicos que ofreció Carmina Ordóñez en esta fiesta religiosa. Sucedió en el año 2001, cuando en una parada del camino, la apodada ‘la Divina’ se lavó los pies echándose cerveza por encima, todo ello con la ayuda de Juan Díaz ‘El Golosina’.
Pakita tuvo una gran noche, tras el tropezón la pasada semana al meterse en la piel de Chanel Terrero. Pero quien consiguió escribir su nombre con letras de oro en la herstory del programa fue Pitita, quien se llevó el gato al agua con sus tres trajes. El primero de ellos se inspiraba en El Molino de Barcelona, y tenía literalmente unas aspas en su espalda, y el segundo era una croqueta de la que luego salía un calamar, pues la categoría era los sabores de España. Para Ana Locking eran los dos mejores looks que había visto no en la temporada, sino en todo el concurso.
El tercer traje consistía en reinterpretar, desde un prisma drag, algunos trajes regionales del país. Y hay que admitir que ha sido, quizá, uno de los más difíciles que se han visto en el programa en todo el mundo, pues no eran fáciles ni de replicar ni de reinterpretar. A pesar de ello hubo algunos trabajos muy destacables, y ciertamente, Pitita lució y vendió todo en la pasarela como pocas han sabido hacerlos.
[¿Ha bajado el nivel de las concursantes de la tercera temporada de ‘Drag Race España’?]
A pesar de esto, la pasarela presentó varias incongruencias que el jurado no detalló, pero que eran evidentes. Todo giraba alrededor de los colores, sabores y trajes regionales de España, pero Visa se lo llevó todo a su México natal, y Clover homenajeó a Cuba, donde están sus raíces. Visa, además, también apostó por los sabres mexicanos en el segundo desafío. Y Kelly Roller llevó a la pasarela como sabor la leche de España vestida como el cuadro de La Lechera de Vermeer, pintor holandés, por lo que de España había poquito.
En la parta baja de este capítulo vimos a Chanel Anorex y a Kelly Roller. La primera recibió críticas muy duras en general, y a la segunda le criticaron no prestar atención a los detalles, y tras el lipsync, en el que interpretaron ‘Genio atrapado’ de Christina Aguilera, Chanel se fue para siempre. Es verdad que Kelly vendió mucho mejor el lipsync, pero el programa pierde una gran narradora. Y es que Chanel había dado hasta el momento grandes confesionarios, cargados de ironía (y un poquito de mala leche) hacia lo que hacían o vestían sus compañeras. Algo que, desde casa, nos hacía reír, o al menos, llevarnos las manos a la boca por todo lo que salía de sus labios.
No se tomó demasiado bien la derrota. La propia Chanel contó que tenía la sensación de que no habían entendido quién era ella y su personaje, pero no se puede negar que su traje de fresón estaba muy mal traído, y que su versión del traje regional vasco era su visión de la moda, pero no un buen trabajo para lo que estaba pidiendo el reto.
Del resto del programa, hay que destacar el importante mensaje que mandaron Hornela Góngora y The Macarena, mientras se estaban vistiendo. The Macarena narró cómo al venir de Londres arrastraba problemas de adicciones, que ya está superando al ponerse en manos de profesionales. Que la primera vez que estuvo en el programa “no estaba bien”, pero que está “en recuperación”, dejando claro que no es una batalla que se gana de un día para otro. Y Góngora le tendió la mano al decir que sabía por lo que estaba pasando porque ella también ha estado en terapia y ha podido poner nombre a muchas cosas que le pasaban. “No es una vergüenza tener una adicción, que no hay que esconderse, esconderse es parte del problema. Solo necesitan pedir ayuda, que es lo primero”.