A España se le ha roto el sueño de estar cerca de ganar el Festival de Eurovisión. Después del brillante tercer puesto de Chanel del pasado año que supo casi a victoria, Blanca Paloma no ha logrado acercarse a las mismas puntuaciones, quedándose en decimoséptima posición con 100 puntos, en el certamen celebrado en el M&S Bank Arena de Liverpool.
Por parte del jurado recibió 95 puntos, logrando quedarse en el top 10 de las más votadas y lo que hizo soñar con una mejor posición. Sin embargo, el televoto nos dio la espalda ya que la candidatura española fue la menos votada de entre todos los participantes con apenas cinco votos.
De esta manera, nuestro país vuelve a esos años previos a Chanel en los que nos acostumbramos a obtener malos resultados. No obstante, a pesar del puesto 17, España ha demostrado que va por el buen camino para conseguir la tercera y ansiada victoria. Y es que con la elección de Blanca Paloma como representante se mandó el mensaje a la industria musical de que una apuesta arriesgada como la suya podía acudir a Eurovisión.
Y es que Blanca Paloma ha dejado muy buen sabor de boca con su actuación, lo que llevó a colarse en las casas de apuestas hasta el puesto tres solo por detrás de Suecia y Finlandia. Una actuación que, de hecho, ya está dentro de las mejores puestas en escena de nuestro país en la historia del certamen.
La actuación en cuestión empezó dentro de un círculo de invocación que recrea el mantón que le dejó su abuela Carmen, quien le transmitió su pasión por el flamenco. Una imponente estructura de flecos de 3,5 metros de altura que envuelve a la artista y a las bailaoras que la acompañan en un abrazo que rememora los mantones de manila que usaban sus abuelas.
Tras el arranque de EAEA y abandonar el círculo de invocación, se producía uno de los momentos más emotivos de la actuación. Ocurría justo cuando la de Elche cantaba "Mi niño, cuando me muera. Que me entierren en la Luna. Y toa' las noches te vea. Toa' las noches meno una". La artista cantaba cada nota con delicadeza mientras se agacha para cantarle a su chiquillo, con una enorme luna que se apreciaba a sus pies.
La tercera y última parte de la actuación fue la que presentó más cambios respecto al Benidorm Fest debido a las limitaciones del escenario de Liverpool. Por un lado, tuvimos un hermoso plano cenital en el que se veía a Blanca Paloma y sus mujeres, haciendo el rito en la pastilla central del escenario de Eurovisión, formando un ojo.
El último gran cambio que había suscitado una enorme ovación entre la prensa acreditada fue la nota final de la canción. La representante española sustituyó la nota sostenida por la nota final de la versión del estudio, algo que nunca antes se había escuchado. Un deje que hacía aún más personal su propuesta y que demostraba la gran versatilidad y capacidad de innovación de Blanca Paloma.