En viviéndose una fiebre de las series diarias en la televisión, dado que a partir de este lunes 12 de junio, con el estreno de Mía es la venganza en Telecinco; las tres cadenas generalistas principales tendrán en su parrilla ficciones de producción nacional en su franja de sobremesa. Algo que hacía tiempo no sucedía que recuerda los años dorados de producción diaria a finales de los 90 y e inicios del 2000, cuando, justamente el primer canal de Mediaset emitió El súper; mientras que La 1 conquistó con títulos como Calle Nueva, La verdad de Laura o Géminis, venganza de amor y Antena 3 lo intentaba con Nada es para siempre.
En esa misma época, los canales autonómicos de la FORTA, la Federación de Organismos de Radio y Televisión Autonómicos, también apostaron por producciones propias, de carácter local y costumbrista, para conquistar al público. Ejemplos de ellos son Poblenou o El cor de la ciutat, dos míticas ficciones de TV3; Arrayán consiguió conquistar al público de Canal Sur; eso sin olvidar a la vasca Goenkale, que estuvo en antena en ETB entre 1994 y 2005.
Esos tiempos han pasado y solamente TV3 continúa apostando por las series diarias de sobremesa, con Com si fos ahir, que lleva en emisión desde septiembre de 2017. Aunque los canales autonómicos sí que están manteniendo su apuesta por la ficción, esta se traduce en series para el prime time, miniseries o películas. Pero hubo intento, hace ya 10 años, que unió a todos los canales para producir su primera telenovela conjunta y que, de haber triunfado, hubiera marcado un inicio de producciones de series de sobremesa que hubieran servido de alternativa.
Está hablándose de El Faro. Cruce de caminos, estrenada en octubre de 2013 y que fue la primera serie diaria que estaba producida por la buena parte de los canales miembros de FORTA, dado que contaba con el apoyo de 12 cadenas autonómicas. Una propuesta que apostaba por ser pionera y que tuvo una premisa ambientada en el presente, alejada de las ficciones de época que triunfaban en esa época en la televisión nacional, como Amar en tiempos revueltos, Bandolera o El secreto de Puente Viejo.
Sin embargo, a pesar de ser una apuesta fuerte, El faro se convirtió en un fracaso que, desafortunadamente, tuvo como consecuencia que no se repitieran proyectos así, puesto que no incentivó más coproducciones que unieran a tantas cadenas y mucho menos para una serie de emisión diaria.
Dos familias enfrentadas y un amor imposible
Creada por Zaza Ceballos, El faro narraba la vida de la familia Peña, propietaria de un restaurante situado en la costa gallega y llamado El Faro. Clan conocido por el barrio y con fama de trabajador y honrado, sus miembros estaban enfrentados a la familia Muñoz, la cual era propietaria de una empresa de construcción y cuyo objetivo era hacerse con los terrenos donde estaba el restaurante con el fin de aumentar sus activos. Un conflicto de intereses económicos de la que surgió un inesperado amor, el de Lucía (María Mera) y Ricardo (Fernando Tato), ambos pertenecientes a las familias enfrentadas.
El faro fue histórica, dado que se llevaban muchos años sin haber un proyecto conjunto que uniese a las cadenas de FORTA. En 2013, la federación englobaba a Canal Sur, TV3, Telemadrid, la desaparecida Canal Nou, TVG, ETB, Televisión Canaria, Castilla-La Mancha Televisión (actual Castilla-La Mancha Media), Aragón TV, TPA e IB3. De ahí, que se viese como un milagro que se uniesen para producir una ficción. Solamente se quedó fuera la murciana RTRM. Por otro lado, el Canal Extremadura, no siendo miembro, sí que se unió al resto de cadenas.
Echando la vista atrás, puede considerarse que 2013 no era el año adecuado para una apuesta arriesgada que uniese a los 12 canales. En ese momento, se vivía una fuerte crisis económica en la mayoría de ellos. En ese 2013, TV3, Telemadrid, IB3, Canal Nou y Televisión Canaria se enfrentaban a un ERE; mientras que Aragón TV externalizaba sus servicios; hubo varios despidos en TPA. Por otro lado, TVG, Canal Sur y ETB consiguieron sortear el ERE gracias a un decreto.
De ahí, que se viese como algo demasiado arriesgado que, en mitad de una crisis económica de los canales regionales, se apostase por una ficción que tenía un coste de 22.500 euros por episodios. La verdad, no era una cifra alta y era más que asumible, más teniendo en cuenta que era un coste compartido entre 12. Sin embargo, el contexto era muy hostil, viéndose como un ‘dispendio’ y generando algunas críticas.
Una serie rodada en gallego y un doblaje que no convenció
No obstante, en esa unión a 12, no hubo igualdad de inversión. Fue la gallega TVG lo que se hizo cargo del 50% del coste de producción. La productora era Atlántida Media, también gallega. Con lo cual, TVG puso como principal condicionante que El faro no sólo se ambientase en Galicia, sino que fuese rodada en gallego, viéndose en el resto del territorio con un doblaje al castellano (y doblaje en otras lenguas cooficiales si la cadena estaba en una comunidad autónoma que tuviera un idioma oficial más que el español).
Con ya varios problemas durante el proceso de producción, el tener que verla con un doblaje le dio otro hándicap, que se hizo más grande al verse que este doblaje era ampliamente criticado por el público. Y, como bien saben los distribuidores de cine y los de series, de nada sirve tener un buen producto si un mal doblaje echa por tierra todo ese trabajo.
La mala recepción del doblaje, entre otros motivos, provocó que sus datos de audiencia fueran malos en la mayor parte de las cadenas autonómicas. Su versión al castellano sólo consiguió conquistar al público de Aragón TV. Por supuesto, esta es la parte mala. ¿La buena? Su versión original en gallego fue un éxito rotundo de audiencias, superando el 20% de cuota en TVG en la franja de sobremesa.
Esto se tradujo en que, tras finalizar el contrato con FORTA, el cual consistía una producción de 120 episodios que costaron 2.700.000 euros; a la hora de renovar temporada, sólo TVG apostase por su continuación, convirtiéndose en una producción exclusiva del canal gallego. El faro llegó a tener un total de 510 capítulos y ampliando su emisión hasta junio de 2016, alzándose con un Premio Iris. Con lo cual, al final fue un negocio redondo para TVG, al ser una de sus producciones más exitosas.
Sin embargo, la decisión de rodarla en gallego y no tener cuidado en contar con un buen doblaje al castellano provocaron que lo que hubiera marcado un buen precedente para atreverse con más producciones diarias que uniesen a todos los canales autonómicos se convirtiese en una oportunidad perdida, Pues, además, hubiera permitido a público de comunidades tan distintas como Andalucía, Aragón o País Vasco conectar y empatizar con personajes provenientes de una región distinta, conociendo así los localismos de distintas partes de la geografía española.
Justo en un momento en el que las cadenas generalistas están apostando por las series diarias de producción nacional, quizás sea el momento de dar una segunda oportunidad a una serie diaria que una de nuevo a los canales de FORTA. Precisamente, si hay algo que no tienen La Promesa, Amar es para siempre y Mía es la venganza es ese toque costumbrista que tanto han caracterizado a las ficciones autonómicas. Un filón por explotar que, bien planificado, puede triunfar en un contexto muy diferente al de 2013.