Este viernes 9 de junio Belén Esteban presentaba en Málaga, en el céntrico local Antojo Málaga, su nuevo gazpacho en tetrabrick. De camino al evento pasé por una frutería, y un señor hablaba con el frutero, en referencia a la gente que ya se agolpaba en la puerta. “Véndeles a estos para hacer gazpacho. Que viene Belén Esteban a presentar sus productos, dile que te compre a ti los tomates”, comentaba con humor.
Ya en la sala, la prensa comenzó a tomar posiciones, y también había bastante gente de la calle. Grupos de amigas, que rondarían los 60 o 70 años, que querían ver de cerca a la ganadora de Gran Hermano VIP. “Ayer dijeron que Kiko Hernández se va a casar con su compañero”, decía una, evitando quizá decir la palabra novio. “Pues yo no me he enterado de nada”, le respondía la que estaba a su lado, que se ve que el día anterior se perdió Sálvame.
Pasaban las once de la mañana cuando Belén Esteban hizo su entrada entre aplausos. “Gracias a la prensa que ha venido. Pero sé que también ha venido mucha gente de la calle, y es lo que más ilusión me hace. Han venido amigos, ha venido mi familia, y mucha gente que yo quiero”, introducía Belén. “Porque a parte de trabajar en Sálvame, que es el programa de mi vida, también me dedico a mi empresa, y hago gazpachos y salmorejos. Y mi gazpacho no tiene nada que ver con ninguno que haga otro negocio”.
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En su intervención, Belén, que iba vestida de verde pies a cabeza, sacaba pecho del último producto, un gazpacho en brick de litro que estará a la venta todo el año, y no solo los meses de verano, como gama previa de productos. “A mi fabricante lo traigo loco, yo creo que ninguna persona ha probado tanto gazpacho como yo. Pero es el gazpacho que yo quería”, detallaba sobre este producto, del que espera que el año próximo también se comercialice en bricks individuales.
Eso sí, esta faceta de empresaria no hará que desaparezca de televisión, ni siquiera cuando acabe Sálvame. “No voy a dejar nunca de trabajar en la tele, aunque voy a trabajar mucho, y quiero dedicar mi futuro a mi empresa”, recalcaba.
La Belén Esteban que estaba en este Antojo Málaga es la misma de la televisión. La que se emociona hablando de la gente que quiere, como su padre, del que dijo que estaría el primero allí sentado viéndola en la presentación. Y pidió que le grabasen vídeos para mandárselos a su madre, que presume de ella en Benidorm, y que lo que estaba sucediendo allí lo iba a ver hasta el alcalde.
Resultaba curiosa la manera en la que Belén se refería a sus productos, pues hablaba directamente a las mujeres. “El salmorejo viene muy bien para cuando viene el marido a casa. Tú le pones el plato, un huevito cocido y un poquito de jamón y dices: Mira cariño lo que te he hecho”. Para ella, un valor que hay que resaltar que es “producto español, no como otros, que son americanos”.
Hablando más de la cuenta, o para crear un compromiso dado que el fabricante estaba presente, Belén adelantó que Los sabores de la Esteban incluirán próximamente referencias, como un sofrito, “con su pimiento rojo, su pimiento verde, su ajito, su cebolla. Que sepa a casa, no a condimento. Todo natural”, explicaba entre risas.
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Llegada la ronda de preguntas, pidió la palabra una señora que estaba sentada al lado del que aquí escribe, llamada Isabel. Había ido sola en el metro para poder ver a Belén de cerca, y le dijo que era su fan número uno. Agradecida, la anfitriona se acercó a darle dos besos y a hacerse una foto con ella, emocionada, y poniendo en valor la compañía que Sálvame ha hecho estos 14 años a las personas mayores.
Ahí quedó claro que Belén se ganó el título de princesa del pueblo, y que sigue siéndolo. Le alegró el día a esa señora, que a veces me pedía que hiciese fotografías con su teléfono móvil, porque no sabía utilizarlo. Tras la presentación hubo un espectáculo flamenco, e Isabel volvió a acercarse a Belén, que le invitó a quedarse sentada a su lado. Al final del mismo le dedicaron a Belén la canción La chismosa, que popularizó La Camboria, sobre una mujer de barrio muy cotilla, y terminaron con un popurrí de éxitos rumberos donde no faltó el “pim, pam, pum, tengo una pistola, pim, pam, pum, que dispara sola”. Y ahí la Esteban se acercó a Isabel y la subió al escenario para que bailase con ella. Y la buena mujer, que decía que ni sus hijos sabían que estaba allí, aceptó encantada y se echó unos bailes.
Fue emocionante, casi una gala de Sorpresa, sorpresa, improvisada. Sin esperarlo, Isabel se había sentido la reina de la fiesta, Belén sabía que con un par de pequeños gestos esa señora se iría a casa sintiéndose ella la princesa, si no del pueblo, al menos de su barrio. Y no sé si puedo decir esto, pero me consta que Belén y los suyos se preocuparon mucho porque a Isabel no le faltase ni leche de hormiga, tanto, como que le pidieron un Uber para que la dejase en su hogar y no tuviese que volver a recorrer Málaga en el metro. Por cierto, el gazpacho nuevo, riquísimo, muy suave de vinagre.