La casualidad quiso que a la hora marcada para la llegada del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a las instalaciones de El Hormiguero para su entrevista con Pablo Motos, a las 21:25 horas, distintos medios publicaran el fallecimiento de una grande de España, Carmen Sevilla.

Menos casual fue que minutos antes el PP intentase de alguna manera colarse en ese trascendental cara a cara anunciando que se negaban a mantener debates electorales en RTVE de cara a las próximas elecciones generales del 23 de julio porque no confían en la "neutralidad" de la televisión pública y proponían que el cara a cara con Pedro Sánchez sea en Atresmedia. 

A las puertas, como no podía ser de otra forma, un despliegue policial como nunca visto en la historia del programa. Ni siquiera cuando acudió el expresidente Mariano Rajoy en 2016. De hecho, miembros del programa de Atresmedia reconocían que el despliegue podía ser fácilmente diez veces mayor en esta ocasión. No es para menos teniendo en cuenta la ola de tensión que se vive en las calles.

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Sin embargo, no hubo ningún altercado más allá de la presencia de un niñato manipulador de ese estercolero llamado Twitter, que solo un día antes se había inventado que en el programa solo habría público socialista, y que acudió a las puertas del programa para eso que tan bien se le da a la extrema derecha como es montar bulla. 

Ni qué decir que, por supuesto, hubo público en el espacio presentado por Pablo Motos. Y, obviamente, aunque no se preguntó en la puerta por la ideología, era evidentemente que no todos eran socialistas. Estudiantes, mujeres, jóvenes, mayores.... Sí que, como es habitual en este tipo de programas y como volverá a ocurrir esta noche con Alberto Núñez Feijóo, se pidió respeto al invitado y al presentador.

Y fue así como surgieron los aplausos de una manera de lo más espontánea y natural sin que el regidor tuviera que forzar a los asistentes, como sucede en muchas ocasiones. Y es que no hay que olvidarse que lo de ayer era un programa de televisión como otro cualquier donde hay público.

También es absolutamente falso que se confiscaran los móviles al entrar. Tan solo se pidió a los presentes, cómo se hace a diario en el programa, que estos aparatos permanecieran en silencio y guardados durante la grabación. Una conspiración que ni la de la llegada del hombre a la Luna. Y como en cualquier concierto, se retiraron los tapones de las botellas de agua que se ofrecieron al entrar en el programa.

Pablo Motos y Pedro Sánchez.

Nada más entrar a plató y, antes de que se encendiera el piloto rojo, Motos recordó que, aunque El Hormiguero es un programa en el que público acude aa divertirse, esta noche el show iba a ser algo distinto. “No habrá ciencia, pero sí química”, bromearon las hormigas Trancas y Barrancas. 

Obviamente, entre bambalinas se encontraban el presidente del grupo Planeta y la corporación Atresmedia, José Creuheras, y el consejero delegado de Atresmedia, Javier Bardají, que aguardaron en la sala VIP junto al director ejecutivo de la productora 7 y acción, Jorge Salvador. 

También estaba por allí Juan Del Val, quien desde la azotea de las instalaciones también esperaba ver llegar al presidente del Gobierno y uno de los tantos responsables de que Sánchez haya decidido hacer un tour por las televisiones para pinchar la burbuja antisanchista.

"Hoy viene a divertirse a El Hormiguero... ¡Pedro Sánchez!", dijo Motos en su habitual frase. ¡Y vaya si se divirtió! O al menos esa fue la opinión de muchos a la salida del plató. Después de años siendo azote del socialista, el valenciano le había brindado el mejor escaparate para iniciar la remontada: 2,9 millones de espectadores.

¿Su error? No haber medido bien la fortaleza de Sánchez en estos cara a cara y, sobre todo, que al contrario que otros rostros televisivos, Motos no lleve un pinganillo desde el que un director le dé indicaciones. Y en una entrevista política de este calibre y, sin ser periodista, era imprescindible.