La periodista valenciana Valeria Vegas continúa rescatando historias que cambiaron la historia de nuestro país a través del espectáculo. Tras sus trabajos sobre Cristina Ortiz La Veneno, Susana Estrada o Manolita Chen llega este domingo a la plataforma atresmedia El enigma Nadiuska. Una serie documental de tres episodios en los que analiza a la conocida actriz del destape, que llegó a lo más alto de la industria para vivir, posteriormente, una fuerte caída para la que no tenía protección.
Con su sello personal, Vegas no solo repasa su filmografía y su vida personal, sino que la traslada a la de otras actrices de la época del destape, allá por los años 70, tras la dictadura de Franco, así como a la de otras actrices contemporáneas. “Si a Nadiuska le pasó todo esto, y era la número uno, qué no podría ocurrirle a la número dos”, explica.
Nadiuska, que intentó librarse de su personaje y comenzó a pedir, sin demasiado éxito, que todos la llamasen Nadia, protagonizó decenas de largometrajes en pocos años, pero llegados los años 80 su carrera se paró. Y en los 90, su salud mental se debilitó, hasta el punto de que aquellos que la conocían dejaron de saber dónde vivía o cómo se encontraba.
Gracias a El enigma Nadiuska, ahora podremos conocer en profundidad cómo era aquella mujer que denunció situaciones de acoso en la industria sin que nadie moviese un dedo, y que ahora descansa en un centro hospitalario de Madrid, alejada de la industria que un día la ensalzó, ni tampoco de los que un día fueron sus amigos.
Siempre le estaré agradecida a Àngel Casas porque ya estaba malito y nos concedió su última entrevista. Y encima enarbola ese perdón
¿Cuál fue el germen del proyecto?
Hará como cinco años que se me ocurrió hacer un documental de Nadiuska. Se lo presenté a un productor, y tras año y medio mareando, finalmente me dijo que no le interesaba. Pero a mí se me quedó enquistado, yo tenía que hacerlo. Y así llego Lavinia, la productora de Barcelona, que tiene documentales muy buenos, me contactaron con otra idea. Y yo salí por la tangente, y dije: la historia que tenemos que contar es la de Nadiuska. Se la vendí en 40 segundos. La vieron absolutamente, y remaron a favor de obra. Me preguntaron: ¿quién crees que podría dirigirlo? Y dije: mira, yo, porque me conozco las fotos, sé toda la historia y sé cómo montar este puzzle. Creo que necesita algo de verdad, que no sea un encargo, y no pusieron ninguna resistencia. Ni ellos ni Atresmedia tampoco.
¿En qué momento se decide que tú seas la que guía el documental?
Yo hago de conductora y era algo que no estaba previsto inicialmente, yo quería concentrarme en estar detrás, en las preguntas, en la historia, el archivo, que lo disfruto igual. Me lo pidieron desde producción y lo entendí, porque aunque haya 50 entrevistados, ninguno domina Nadiuska de principio a fin. Está el que vivió mucho los años 70, pero desconoce lo que pasó en los 80. Hay gente que pertenece a su vida de los 90, pero no te puede hablar de los 70, no hay nadie que te hable de tres o cuatro décadas del tirón, y hacía falta como esa especie de puente entre pieza y pieza.
¿Cuándo se comenzó a grabar el documental? Porque en él salen personas que ya nos dejaron, como Àngel Casas.
Es la última entrevista que hace en vida, no hay nada posterior, falleció unos tres meses después del documental. Siempre le estaré agradecida a este hombre, porque ya estaba malito, ya tenía las dos piernas amputadas, le habían hecho un homenaje… Es de estos entrevistados que te dicen que no, y lo entenderías. Nos fuimos a Barcelona y grabamos en su casa, nos abrió las puertas. Y encima enarbola ese perdón. Que es muy difícil que alguien que está tan arriba lance un perdón.
En el documental se recoge una entrevista de Casas a Nadiuska que ahora nos haría llevarnos las manos a la cabeza por las cosas que pregunta.
Es fuerte. Cuando la veía el equipo de redactoras decían: ¿se está pasando mucho, no? Y Nadiuska, decepcionada, diciendo: Àngel, si no me ayudáis no voy a poder superar esto, como diciendo 'estoy encasilladísima'. Está lanzando un mensaje abierto al público, para que le ayudasen a cambiar.
Es la historia de Nadiuska, pero de forma transversal nos cuentas que como ella hubo otras, y que su aciaga vida podría haber sido la de otras actrices de su época.
Esa frase que dice Jenni Llada, tan empática, que está increíble, y me dice: es que esto nos parece lejano, pero te puede ocurrir, nos puede ocurrir a cualquiera. No por haber sido la actriz de más éxito, porque la diferencia con las demás es que Nadiuska era la número uno, qué no le puede pasar a la número dos. Fue un testimonio superimportante. Mi labor era ensalzar a todas esas actrices y poner el dedo en la industria y cómo las trataron después. Yo tuve que explicar a todo el mundo quiénes eran, porque la mayoría llevaban ya más de 20 años fuera de la profesión, porque la profesión las echó, o porque ellas lo eligieron. Y ahora tienen un presente muy feliz, con sus familias, sus negocios, y eso ayuda a que sean más claras hablando, no tenían nada que perder, como Carmen Platero, Sara Mora…
Hay una deduda con las actrices del destape. Ellas no eligieron que la industria fuese así, y no es justo.
Parece que las actrices del destape eran menos actrices.
Hay una deuda con ellas. Ellas eligieron trabajar, no eligieron el cine de esa época. Si les hubiese tocado vivir en los años 50 habrían hecho cine de folclóricas, pero en los 70 hicieron el cine que había en los 70. Ellas no eligieron que la industria fuese así, y no es justo. Porque gracias a ellas, que tuvieron que pasar por esa época, luego hemos visto con naturalidad los desnudos de Maribel Verdú, Emma Suárez, Victoria Abril, Paz Vega, todas se han desnudado en el cine, y gracias a que otras lo hicieron antes. Pero fueron apartadas por nuevos directores, que iban de prestigiosos, y no consideraban que estas artistas pudieran dar el callo.
También se trata el tema del #MeToo, y se pone el foco en cineastas como Ignacio Iquino.
Yo no sabía cuánta gente se iba a sumar a ese testimonio. Ricard Reguant, que trabajó con él, sabíamos que iba a estar en esto. Pero, de repente, le preguntábamos a Carmen Platero y reconocía que sí, y cómo hacía grabaciones y situaciones que ya Nadiuska denunció en su momento, Emma Cohen abandonó un rodaje suyo, y no pasó nada. No lo recogía ningún periódico. Como cuenta Sara Mora, yo no tengo problema en desnudarme, pero deme el guion y yo me desnudo. No me haga desnudarme antes de darme el guion, no me haga un casting desnudo.
La historia de Nadiuska y sus problemas de salud mental sigue vigente con actrices que ni siquiera han sido sexualizadas, y con las que cuentas en la serie documental, como Angy Fernández, Anna Allen o Lydia San José.
Quería recoger esas voces de las que podía ser el público del documental y no conocían a Nadiuska, y estaban flipando. Era para transmitir esa vulnerabilidad que realmente tiene esa profesión, la de actriz, que es maravillosa, vocacional, pero eso no quita que cuando el teléfono no suena es difícil. Porque depende mucho de que el teléfono suene, de caer bien.
Si el representante te deja mal ante los demás, y toma malas decisiones, te puede hundir tu trayectoria y hasta tu vida
Y del mánager que tengan.
Todas coincidían en lo importante que era el mánager, y que si el representante te deja mal ante los demás, y toma malas decisiones, te puede hundir tu trayectoria y hasta tu vida. En el caso de Nadiuska fue su primera piedra en el camino, el mánager.
¿En este documental es la primera vez que se habla abiertamente de la relación de Nadiuska con el rey emérito?
Yo estuve en el montaje, y me apetecía que esa historia fuese in crescendo. Empieza con Josele Santiago hablando de una leyenda urbana que la conectaba con el más poderoso, y ahí se van sumando otros, como Juan Luis Galiacho, que se moja, actrices de la época que se mojan. No hay pruebas, pero no nos resulta irreal. Como dicen en el documental, igual no fue tan hábil como Bárbara Rey de grabar pruebas, porque ella se ha salvado porque tenía pruebas. Pero Nadiuska era muy inocentona, muy noble, por más que en las fotos o cines fuese una tigresa. Estaba en un país que no es el suyo, sin familia, y en una industria a la que llegó pisando muy fuerte.
¿Se pueden encontrar similitudes entre Nadiuska y La Veneno? Algo así como iconos que estaban rodeados de gente, pero que en realidad se sentían solas, y que por haber usado su escultural cuerpo muchos nunca se las tomaron en serio, y no veíamos su soledad.
Eso es lo que tienen en común, pero creo nada más. Recuerda por el lado triste, por el declive, porque Cristina tomó otra línea, la de hacer humor a costa de su desgracia, con la intención de que la volviesen a llamar. Pero ambas lidiaron con mucha incomprensión. Además, La Veneno tuvo solo dos años buenos, 96 y 97, luego un goteo, y otro goteo tras la cárcel. Pero Nadiuska estuvo en primera fila, trabajó con Concha Velasco, Arturo Fernández, y tras cinco o seis películas ya era cabeza de cartel. A Nadiuska nadie la tomó en serio, pero su repercusión fue brutal.
Nadiuska tiene una vida más normal de la que nos pensamos
Podría decirse que este documental sirve de enlace del de Susana Estrada que guionizaste para TVE y todo lo que has contado sobre Cristina.
Pero Susana lo que le pesó, pero fue elección de ella, fue eligió el sexo. Asumió la etapa del destape, y quiso ser la primera. No era solo actriz del destape, montó un consultorio sexual, cantó canciones de sexo. Y las demás no tenían intención de que el sexo se metiese en su vida. Susana cogió las riendas, y eso provocó que no se valorase todo lo que hacía en un escenario, llenando salas de fiestas con sus shows, que ella producía. Pero Susana tenía padres, hijo, parejas, económicamente no ha tenido baches. Entonces, dentro de que no será reivindicada durante mucho tiempo como merecía, nunca ha tocado fondo.
En el tercer capítulo hay un rayo de esperanza sobre Nadiuska, sin querer desvelar demasiado.
Tiene una vida más normal de la que nos pensamos. Podríamos decir que es un capítulo 3 esperanzador, con final feliz.