Este sábado, el programa Fiesta de Telecinco hizo que saltasen las alarmas por la situación de Pipi Estrada. Así, emitieron un vídeo en el que el periodista deportivo y colaborador del formato con un aspecto abatido. “Llevo arrastrando un sufrimiento constante durante años, hay veces que se hacen insoportable y ya no puedo más lo más triste. Es que no le puedo contar a nadie el peso que llevo encima, he hecho todo lo posible, pero hasta aquí hemos llegado, no puedo más, se acabó”, decía con tristeza el que fuese concursante de Pesadilla en El Paraíso.
“A mí me ha pillado absolutamente de sorpresa”, reconocía Emma García. Y Amor Romeira valoraba cómo Estrada ha sido “siempre el alma de la fiesta, y de repente verlo aquí, hablando así pidiendo ayuda, a mí me preocupa”. “Tiene una mirada que no había visto nunca en él en todo el tiempo que hemos coincidido”, añadía Suso Álvarez.
Sin embargo, este mensaje y esa alarma creada el sábado no era más que un cebo de una regresión a la que Pipi Estrada se ha sometido, y que se ofrecía en la entrega de este domingo. Así, esta tarde, Emma García se ha acercado junto a Alejandra Rubio a la habitación en la que se estaría llevando a cabo esta experiencia. El encargado de llevarla a cabo es Jorge Astyaro (quien fuese ganador de El castillo de las mentes prodigiosas), y se ha visto un adelanto de Pipi Estrada sentado en una silla pidiendo que le liberen, como si no pudiera levantarse.
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Pipi no es el primero en ponerse en las manos de Astyaro. La primera en tener tal honor fue Ana María Aldón. La ya exmujer de José Ortega Cano revivió algunos de los traumas de su niñez, y rompió a llorar al recordar los malos tratos que recibió por parte de su padre. Como suele ser habitual en estos casos, luego explicó que no recordaba nada. Todo esto sucedió fuera de cámara y lo vimos montado y editado, pero Ana María también fue hipnotizada en directo y acabó desplomada en el suelo.
Continuó Makoke esta aventura de la hipnosis regresiva. Como Ana María, regresó a su infancia y se vio a sí misma con su padre y su madre en la playa. Además, desveló algunos de sus traumas, a los que se puso nombre y apellido: Kiko Matamoros.