La espera ha terminado Sálvese quien pueda, el nuevo docurreality de Netflix con ocho colaboradores del extinto Sálvame ya está aquí y la prensa ha podido ver sus tres primeros episodios, los grabados en Miami, ya que los otros tres no llegarán hasta comienzos de 2024.
La gran pregunta es: ¿está a la altura de lo que esperan sus más fieles seguidores? Sí y no. Como consumidor de Sálvame durante los últimos catorce años, lo cierto es que me ha sido fácil verle las costuras a este nuevo proyecto de La Fábrica de la Tele.
El pasado fin de semana, en la enésima colaboración entre la productora, la plataforma y un diario, supimos que Terelú se gastó 35 euros para poder pedir todos los vasos de leche que correspondían para llevarse los sobres de Cola Cao. "Eso no te lo da un plató ni puede escribirlo un guionista, a nadie se le ocurre", contaba Óscar Cornejo.
Y ese momento, al igual que el de María Patiño perdiendo siete veces las llaves del hotel en un día, curiosamente no forma parte del reality, sino que se lo han reservado para los redes sociales. Un hecho que ayuda a definir muy bien lo que les espera a los espectadores cuando se sienten a ver este nuevo docurreality.
La mayor dificultad a la que se enfrentaban sus responsables era, por supuesto, la de perder la naturalidad y la imprevisión que te da un directo. Y aquí, en distintas ocasiones, se nota que hay momentos demasiados forzados para provocar a algunos de sus protagonistas para conseguir justo la escena o el contenido que se requería.
En Sálvame, cuando necesitaban contenido e ir un poco más allá, siempre sabían a quien recurrir. Llámese Lydia Lozano o llámese Chelo García-Cortés. Y aquí han vuelto a esos lugares efectistas ya conocidos de usar a ambas como sacos de boxeo.
Sin embargo, donde antes el imprevisible directo ayudaba a disimular la estrategia, aquí se nota a veces tanto la artificilidad de determinadas situaciones que incluso te hacen sentir incómodo. El final del primer episodio da prueba de ello.
Belén Esteban, Lydia Lozano, Terelú Campos, María Patiño, Chelo García-Cortés, Kiko Hernández, Kiko Matamoros y Víctor Sandoval son unos verdaderos animales de la televisión que saben a la perfección que es vital entregarse al show para que un producto televisivo funcione.
Sin embargo, donde 'panelistas' como la Esteban funcionan a la perfección por su espontaneidad o Terelú por ya haber grabado un docurrelity como Las Campos, hay otros como Kiko Hernández a los que se le nota demasiado que necesitan instrucciones para brillar.
Precisamente hablando de Las Campos, allí la clave del éxito fue que nos acercaban a unos personajes hasta entonces poco conocidas en su día a día y que, aparentemente, se mostraban de lo más naturales de una manera que nos recordaba a Paquita Salas. Muchas veces dejándolas a solas ante la cámara porque en televisión los entrevistas hablan más en los silencios.
Aquí, como decimos, precisamente falta eso. Más entrega. Más ahondar en sí mismos, salvo excepciones como las de Belén o Patiño, la gran protagonista. Quizá por el enfoque del programa. Quizá porque precisamente contar con personajes tan resabiados, no han querido 'desnudarse' como un reality de estas características requiere.
Habrá que esperar a 2024 para ver si en los los tres próximos episodios en México se han solventado estos fallos, como así parece que sucede en el adelanto que se muestra al final del tercer capítulo, o por el contrario el docurreality se ha quedado un quiero y no puedo.