El cantante colombiano Camilo ha visitado de nuevo El Hormiguero, y lo hace poco antes de saber si ganará algún Grammy el próximo fin de semana. “Estoy nervioso, porque me gusta hacerme el que no me importan los premios, pero la verdad es que cuando dicen los nominados aprietas un poquito esperando que digan tu nombre”, reconocía divertido.
El artista hizo un breve repaso a su carrera, y en cierto modo, El Hormiguero la ha marcado. Y es que Alejandro Sanz le vio tocar la guitarra le conoció gracias al programa. “Me vio tocando la guitarra, me regaló una guitarra con la que grabé, y empezó el vínculo. Ahí nació la idea de hacer una canción juntos”, relataba a Pablo Motos.
En dos días, Camilo estrena Salitre, en colaboración con Manuel Carrasco. Y además de ver un fragmento del videoclip, el invitado se animó a cantarla acompañado de la guitarra. Continuando con su currículo, Pablo Motos le preguntó por la vez que visitó Japón, y si tuvo miedo a no llenar el concierto. “Era un temor que yo tenía, pero faltando un minuto para el concierto lo confirmé (que no fuese nadie). Me asomo en el lateral, y había como 15 personas, pero el lugar era de 4.000 o 5.000 personas. A lo que salgo yo, a la mitad de la primera canción ya eran 4.000”, aseguraba con humor.
En Japón estuvo acompañado por sus padres. “Mi mamá tiene un vicio precioso de robarse el show allá donde vaya y se encarga de decirle a todos que yo soy su hijo”, contaba con humor. En concreto, en Japón estuvo bailando y moviendo las caderas y cuando se dio cuenta se había formado un círculo alrededor de ella.
De gira se lleva también a Índigo, su hija, que justo ayer cumplió un año y siete meses. “Ese viaje fue muy especial para ella. Sus canciones favoritas son las de un tipo que se llama Camilo, pero ella no asocia que yo vengo siendo Camilo. Y cuando agarro la guitarra le canto sus canciones, y me dice no: Camilo. Y va al speaker y dice: Pon Camilo”.
Eso de que no le identifiquen con su propia persona le ha sucedido en varias ocasiones. Por ejemplo, bajando de un avión, el oficial de inmigración le sacó parecido con “este artista que canta”, en referencia a sí mismo. Le comentó cómo el cantante también tiene bigote, es de Colombia o se llama Camilo, pero no terminaba de identificarle. “Al salir me pidieron una foto y me encargué de que el tipo lo viese, y se puso blanco, blanco”, comentaba con humor. Del mismo modo, en Estados Unidos una vez casi le echan de su propio concierto, al no reconocerle como el artista.
De sus seguidores, Camilo habló de un chico que conoció en Urugay, y que es sordo. Lo identificó en un concierto, pues lo vio con una chica que estaba de espaldas, que le interpretaba las canciones en lenguaje de signos. “Buscamos su teléfono y lo invitamos al día siguiente”, contó. El joven, llamado Nacho, le pidió tocarle el cuello mientras canta, y Camilo interpretó para él su tema Millones. Sin embargo, no sabía que para el admirador era su tema favorito, y se lo había contado en una carta que todavía no había leído. “Fue una experiencia espiritual”, aseguró.