"La tele actual me aburre soberamente", afirma Inés Hernand. Y no le falta razón. En los últimos tiempos, las cadenas se han llenado de magacines casi todos cortados por el mismo patrón y replicando el mismo tipo de colaborador, muchos de ellos absolutamente alejados de lo que se cuece en la calle.
Por eso un perfil como el suyo, sin pelos en la lengua hasta el punto de que no le importa hablar abiertamente de sus diferencias con TVE, es de agradecer. El perfil necesario para complementar a otro toro desbocado como es Mercedes Milá.
De ahí que La 1 las haya unido ahora en No sé de qué me hablas un programa de entrevistas imprevisibles en el que se le explica a la gente joven cómo era el pasado de nuestro país y se trata de entender cómo es el presente a través de entrevistas y conversaciones espontáneas con ellos.
- ¿Cómo llegas a este programa?
- A través de Zanskar. María Ruiz (máxima responsable de la productora junto a Jesús Calleja) intermedia en plan 'oye, Mercedes, yo creo que te va a gustar esta chica. Vamos a conocerla'. Y tuvimos suerte, porque podíamos no haber congeniado una mierda, pero tuvimos buena comunicación desde el principio y creo que conectamos muy bien las dos por azares del destino. También es muy difícil que no te caiga bien Mercedes.
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Puede que yo tenga una línea editorial o una serie de cuestiones que en un momento dado pueden comprometer la imparcialidad o lo que cojones sea de la cadena.
- En estos meses se ha hablado mucho de tu relación con TVE, que si volvías, que si salías...
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A ver, la salida fue porque se acabó el programa Gen Playz. Bueno, no fue una salida, sino que se enturbió todo un poco por las declaraciones en el programa que hicimos del Orgullo. A partir de ahí, cuando dijeron que no renovaba, pasó todo el verano, siguieron con emisiones, y en septiembre fue cuando lancé el mensaje de “chicos, gracias por estos 283 programas”, que se dice pronto.
Pero después he hecho la alfombra de los Latin Grammy con RTVE Play, así que es como que no había habido un portazo. Creo que en todo momento me he comportado como una señora, otra cosa está en que yo tenga una línea editorial o una serie de cuestiones que en un momento dado pueden comprometer la imparcialidad o lo que cojones sea de la cadena.
- ¿Esto te coarta de alguna manera?
- No, no. Claro que no. Ahora mismo estamos Mercedes y yo aquí defendiendo un debate plural respecto a cosas que nos interesan a todas y a todos. Yo no siento que me... Vamos, es ya lo que me faltaría. Pero bueno, puede pasar.
- A veces la peor censura es la autocensura...
- Yo esa no la trabajo de momento. Al igual que te digo que hay curros que pierdo, sitios en los que, a lo mejor, se me representa de una forma en la que yo no me estoy acercando a esa conversación, que es lógico porque cada uno defiende una postura. El show business es así.
- ¿Cuál es tu primer recuerdo de Mercedes Milá?
- En Gran Hermano con la chaqueta negra diciendo 'buenas noches, vamos a hacer un experimento sociológico'. Es muy fuerte, es que yo por aquel entonces era muy pequeña. Y claro, ver eso y estar ahora al lado de ella... Nos conocimos en Menorca y fueron como unas juventudes católicas de estas que vas el fin de semana, de estas que se van de retiro Tamara Falcó y otra gente rica.
- Nosotras hicimos eso, pero todo lo contrario, y en un momento determinado le dije a Mercedes: 'oye, yo quería decirte que es muy fuerte, porque todos los de mi generación entendemos la comunicación alternativa gracias a ti. Gracias a que te daba igual, a que rompiste unos moldes del establishment'. Y es que hace lo mismo ahora. Es una cosa que lleva en el alma.
- Cuando decidiste dedicarte a esto, ¿qué referentes tenías en el mundo de la comunicación?
- Combino muchos porque yo hago comedia. Para mí, desde Patricia Conde, Silvia Abril y Yolanda Ramos, hasta Mercedes Milá, que es comunicación pura. Maruja Torres me encanta. Es una sinvergüenza. Se nos sienta aquí con 84 años a decirnos unas barbaridades.... Ana Blanco, dentro de un perfil más serio, es una tía que ha tenido una impronta muy fuerte. Es una tía con un posicionamiento, desde Informe Semanal, que me parecía 'joder, vaya tiarrona'. Gente con alma, en definitiva. Mercedes tiene mucha y se nota que le apasiona lo que hace.
- ¿Cómo has lidiado con la personalidad de Mercedes? Porque cuando una personalidad fuerte coincide con otra, a veces se opacan y a veces no. ¿Has tenido que hacer un trabajo de introspección de 'tía, sé tú misma'?
- Lo que le ocurre a Mercedes es que exige que tú seas tú. No quiere que te sometas a su energía. Además, ella lo huele. Si tienes carácter, mala hostia, quieres meter un chiste o una ocurrencia, que fluyas con ella. Hemos congeniado muy bien, pero una personalidad fuerte no quiere decir que sea una personalidad impertinente o cretina. Es una tía generosa, horizontal, trata increíblemente bien desde el público hasta el último de producción. Y esto nos da un aprendizaje al resto.
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Mercedes Milá tiene una personalidad fuerte. Pero eso no quiere decir que sea una personalidad impertinente o cretina. Es una tía generosa, horizontal.
- ¿Y este es un perfil raro en televisión?
- Buah. Bueno, qué te voy a decir.
- Te has encontrado cosas peores.
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Sí, pero como la tele ha pegado un bajonazo desde hace ya unos cuantos años... Cuando cancelaron al tercer día La Plaza estaba con Jordi González y Mariló Montero. Mariló es fuerte. Es una tía de tele desde hace mucho tiempo. En cambio, Jordi es un tío que ya dice 'chicos, aquí ya está todo el pescado vendido, tenemos que bajar las revoluciones'.
Los grandes de la tele han ido modulando su tono para tener una conversación más hacia lo digital. Creo que se echa de menos otro tipo de cosas, pero claro que hay 'estrellitas Castro everywhere', obviamente. Y directores, directoras y peña que dices 'por el amor de Dios'. Y gente que no está en la tele que se cree más que los que están en la tele. Una cosa rarísima.
- Cuando ves a Mercedes en las imágenes de los 70 y los 80, ¿te visualizas tú en esa época con esos entrevistados y esas conversaciones?
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Porque en los avances han sacado lo bueno, pero ahí la gente se marcaba unas machistadas, unos tocamientos y unas cosas que eran de una incomodidad extrema. Lo que pasa es que Mercedes ha sabido limitar muy bien, y esa personalidad es la que la ha traído al día de hoy. Esa actitud de 'yo aquí no tengo nada que perder, voy a hacer las cosas a mi manera y mi manera son establecer unos límites desde el principio y que hagamos una cosa alternativa'.
Ella escucha mucho, y verla trabajar es acojonante. No tenemos guion. Hay una estructura invisible de que ahora hay que meter un vídeo y tal, pero entramos y salimos de muchas historias porque de verdad hay mucha pasión por lo que hace y mucha escucha activa. Entonces, claro, yo veo eso y a quién no le gustaría estar con Javier Gurruchaga o con Pedro Almodóvar en un momento determinado. Y yo también he entrevistado a peña que ha sido dura de pelar, que han acabado cediendo y que eso ha sido una pequeña victoria.
- Los podcasts que haces han conectado con un público que se siente huérfano de televisión, y que es un poco lo que hacía Mercedes Milá en los 80.
- Una cosa muy pequeñita, como de nicho, y muy íntima. Yo siento a Mercedes absolutamente contemporánea, y yo me siento muy conectada a un nivel profesional, de hacia dónde ir y de dónde despertar. La televisión últimamente es un aburrimiento muy fuerte.
- Y por eso mucha gente se ha ido a los podcasts, porque no se sienten reflejados.
- El cierre de Sálvame es una cosa que yo he llorado profundamente porque yo quiero ver a alguien comiéndose un yogur. No sé por qué, pero es algo que me entretenía. Sálvame tenía un tempo de tele de que tenían que pasar cosas todo el rato. Ahora me tiro al suelo, ahora voy a decir una guarrada y el público espabila. Era increíble. Increíble.
- Para ti, ¿estar en un programa como No sé de qué me hablas es una evolución natural?
- No lo sé, porque a veces en televisión es lo que hay.
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El cierre de Sálvame es una cosa que yo he llorado profundamente porque yo quiero ver a alguien comiéndose un yogur.
- Aquí representas al público joven, que se junta con generaciones más veteranas.
- A mí me gusta mucho la cháchara y poder conciliar con todos los públicos me parece la hostia. Que se me haya dado esta oportunidad, insisto, al lado de Mercedes... Con ella, aunque tuviera que hacer ¡Ahora caigo! Esto es así.
- ¿Te ves en esa brecha generacional con gente más joven que tú? Porque incluso entre la juventud parece que todo es muy heterogéneo.
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No siento brecha porque estoy mucho en eso, en las redes sociales. Además, tengo una agencia de representación, así que estoy todavía más al loro de lo que se está cociendo. Me siento muy cercana a generaciones más jóvenes, no hay nada que me vaya a sorprender. Todos estamos digitalizadísimos, y creo que acentuar las diferencias es negativo.
Lo que tenemos que buscar son las argamasas que nos hagan conciliar los discursos en torno a temas como el feminismo, la comunicación y lo que queráis. Pero creo que tenemos que buscar la conciliación, porque son más las cosas que nos unen que las que nos separan. Esto es lo que a mí me gustaría que la gente se llevara de este programa. Y unas risas, por qué no.
- ¿Qué opinas de la gente que salía en los programas de aquella época y ahora dice que ya no se puede decir nada y que ya no hay libertad? Es un discurso que se escucha mucho ahora en la televisión generalista.
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Lo que no podemos es ser presentistas y mirar con una mirada actual un sketch de Martes y Trece cuando aquello era una cosa absolutamente estructural. No tiene sentido. Claro, puedo señalar desde el blackface hasta el machismo agudísimo que había en un momento en el que estaba vigente la Ley Marital, que decía que una mujer no se podía ir de casa si no estaba casada con un marido, ni podía abrir una cuenta ni tener un arrendamiento. Es gravísimo.
Que ahora haya ciertas personas, que no solo son ciertos comunicadores, porque también se han apuntado influencers que dicen que hablar es un deporte de riesgo y esta serie de cosas, es una falta de realismo absoluta. De lo que no se puede hablar es de cosas que no tengan gracia o que sean ofensivas, pero si tú dices una cosa ofensiva con un colectivo con gracia, es que no hay nada más que ver, a lo mejor, Drag Race. Drag Race tienen muchísimo humor hacia colectivos, pero bien hecho.
Si Alfonso Guerra va a decir 'eres una puta enana', ¿dónde está el chiste? Una cosa es comedia y otra es que te rías de un colectivo. Se puede decir absolutamente de todo, pero intentando darle una vuelta a tu privilegio, a tus cosas y decir las cosas con un poco de sentido común. No se pide otra cosa que no sea sentido común y un poquito de respeto. No me parece que sea tan difícil, pero claro, venimos de una turbina electoral muy loca en la que se han vendido unos discursos muy acentuados y muy confusos. Al final lo que queremos es convivir.
- ¿Crees que al final se terminan censurando las voces progresistas en televisión, que los medios son cada vez más conservadores?
- Eso no lo he oído nunca (risas). Por eso mismo hay otros espacios y hay comunidades en torno a esos espacios. Creo que se consumen ciertas cosas y ciertos podcasts que no necesariamente tienen que estar en el mainstream. Parece que solo vale lo que pones en La 1 o en Netflix. No, hay mucho público en torno a ciertas cosas, pero es una pena que no se entienda así. Por eso hay que ser también un poco disidente, plantarse ante ciertas cosas y no autocensurarse, que es muy importante.
- ¿Echas en falta que haya más pluralidad en la tele?
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Lo que veo es mucho aburrimiento. Me aburre soberanamente. No puedes dar por hecho que la gente sepa qué es la Constitución integralmente. Entonces, no es que eche de menos la pluralidad, lo que echo de menos es la profundidad en ciertos aspectos. Si tú le das más profundidad y hay una posición más tecnócrata y una posición más progresista o marxista, se puede discutir. Lo que no se pueden discutir son los hechos. Si hay un genocidio en Gaza, hay un genocidio en Gaza. No puedo blanquear en plan 'ay, una condecoración para Israel. Pobres, que también los han atacado'.
La televisión actual me aburre soberamente. No es que eche de menos la pluralidad, lo que echo de menos es la profundidad en ciertos aspectos.
Las muertes de civiles son muertes de civiles, hay una desproporción, esto tiene unos nombres y es un crimen de lesa humanidad. A mí me parece que esto no habría que discutirlo en ningún aspecto. Y ahora debatamos si Palestina puede ser un Estado o no según el Derecho Internacional porque yo pienso esto o yo pienso lo otro. Pero eso es lo que tendría que entrar a debate, no otro tipo de cosas. Insisto, falta profundidad. Y si encima a la peña la machacas con pildorillas que son Doritos cerebrales de TikTok y tal, al final tú te agarras a tu algoritmo y a lo que tú quieras creer en tu comodidad.
- ¿A los jóvenes del programa les preocupan todos estos temas? Porque a lo mejor están completamente alejados del mundo en el que viven y sus problemas o sus preocupaciones no son las que nosotros consideraríamos normales.
- Creo que les preocupa lo mismo que cuando nosotros salíamos de casa. Es decir, no me puedo pagar una casa y vaya curros de mierda y vaya precariedades larguísimas me esperan. Ahora hay más sensibilidad. Por ejemplo, el otro día surgió aquí un debate sobre respecto a las cuestiones LGTB. Hay cierta preocupación y más ganas de levantar la voz en ciertos temas, como son el feminismo y la emergencia climática.
- Es decir, que por mucho que los medios estén todo el día hablando de la amnistía, a los jóvenes no les preocupa la amnistía.
- Yo creo que no la entienden, pero es que no la entendemos muchos. O sea, no es que no entendamos por qué se hace una amnistía, sino qué es el concepto de amnistía. Estaría bien que alguien se dedicase a explicárnoslo.
- Mercedes Milá ha lamentado que no se pueda hablar de política en el programa. ¿Tú también lo lamentas?
- Todo lo que se toca es transversalmente político. Cuando tienes un posicionamiento y dices 'en mi nombre no' sobre estas cuestiones de las que estamos hablando, ya estás haciendo política. Pero claro, obviamente no estás hablando de planes para mejorar el parque público inmobiliario o la sanidad pública. Estos no son los temas, pero otra cosa es que tú hables de forma colateral de provocación y haya ciertos temas en los que puedas entrar en régimen de censura o no, de repente te venga un Valtonyc a la cabeza o lo que sea. Eso depende de las cabecitas que hay ahí.
- ¿Te preocupa tanto el tema de las audiencias como a Mercedes Milá o tú, viniendo de Playz, lo afrontas de otra manera?
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Claro, a mí con que me vean tres personas ya me parece un milagro (risas). La lástima de la televisión de ahora es que tienes muy poco chance para asentarte. Es como que tienes tres programas, y si al tercero no estás dando audiencia, chao, porque se nos jode lo anterior.
Es un horror ser esclavo de eso cuando nosotras estamos luchando por entregar una cosa digna de la que estemos orgullosas. Estamos verdadera y genuinamente preocupadas por un contenido. Es horrible depender de otras cosas, pero bueno, ya está. De todas formas, TVE no es el leviatán de las audiencias. Si estuviéramos en Mediaset, pues a lo mejor hacía así (hace el gesto de cortarse el cuello).
- En los últimos tiempos te hemos visto también en el papel de colaboradora. Por ejemplo, en La Plaza, con Jordi González, y también en Y ahora Sonsoles. ¿Has dejado de colaborar en este último porque te han dejado de llamar o porque tú no te ves en este tipo de programas?
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A Sonsoles fui un día y dije 'enough' (suficiente en español). No terminó de gustarme el formato para mí. El formato lo entendí para Sonsoles y para las personas que iban, pero con esto no quiero decir que no sea digno, ni mucho menos. Me preguntaron si quería volver, pero dije que no. Luego estuve en Más vale sábado, pero era los sábados, por eso se llama así (risas). No me disgustaba. También era un magacín chulo y dinámico, pero profesionalmente tengo que estar mirando ya hacia otro lado, sobre todo porque no quiero ser una persona que haga una intervención de un minuto y esté cinco horas sin decir nada. No porque quiera ser más protagonista o sea una narcisista de libro, sino porque quiero poner la energía en otra cosa aunque me vea una persona.
Yo vengo, literalmente, de dejar de currar en 2020 de la oficina en la que curraba por 1.089 euros al mes. Por tanto, todo lo demás me está pareciendo un regalo.
Así me siento ahora, pero a lo mejor me encanta llegar a un sitio como Chelo García Cortés. Es decir, no decir nada en tres horas. Pobre Chelo, es la mejor. Pero vamos, que está todo bien. A esos sitios fui a probar, lo que pasa es que a las cadenas les gusta una buena titularada: 'Hemos fichado a...' Esto te jode otros curros, y yo, que soy muy naif, me quedo en plan '¿en serio te pueden joder otros curros por...?'. Y claro que te los joden.
- ¿Tienes esa adicción a verte en un titular o a que hablen de ti en Twitter?
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Que va, que va. Por ejemplo, cuando tú haces un buen trabajo y hay un reconocimiento masivo, como pasó con los Latin Grammy, pues me parece la hostia. Pero el primero ya lo tienes todos los días pudiendo currar de lo que curras. Yo a lo que tengo terror, como toda mi generación, es a la escasez. Yo vengo, literalmente, de dejar de currar en 2020 de la oficina en la que curraba por 1.089 euros al mes. Por tanto, todo lo demás me está pareciendo un regalo. Y está viniendo dado de una forma orgánica, guay y bonita.
Además, me ha pillado en una edad más adulta. Entiendo que hay etapas más meseta, luego hay picos con trabajos chulos y también bajones. Y luego dices una barbaridad y, uf, a tomar por culo y piensas que se acaba el mundo, pero realmente no. Todo esto es así, pero no tengo adicción. Solo tengo adicción al queso.
- La alcaldesa de París se ha quitado Twitter recientemente. ¿Tú te lo has planteado alguna vez?
- Twitter me da igual. Me parece que tenemos el mejor humor. Viva España para eso. Tenemos muy buen humor y yo tengo entrenado el algoritmo para que solo me salgan cosas de gays, que es mi topic. Y ya está. Así que no, no me planteo cerrar nada. Evidentemente, cuando me siento herida porque ha pasado algo en lo que me he podido equivocar, veo cómo subsanarlo y, si no, dejo el móvil y me voy a hacer otras cosas.
- ¿Te han llamado del Benidorm Fest?
- No, no me han llamado del Benidorm Fest. Me encantaría que me llamasen, pero entiendo queun mes de que ocurra el concurso es una cosa que tienen bastante prevista y cerrada. ¿Me da cosa? Me da igual, porque he estado cuando me han llamado. Creo que he hecho un buen trabajo y, si pudiese estar, haría lo mismo con la misma ilusión. Y si no estoy lo veré desde mi casa con la misma ilusión. Punto. A veces, profesionalmente se cierran ciclos, caducan o quieren poner a otra peña, y ya está.