Arón Piper y José Manuel Poga acudieron este miércoles a El Hormiguero para promocionar el nuevo proyecto que comparten. Se trata de El Correo, la nueva película de Daniel Calparsoro que se estrena en los cines el próximo 19 de enero. "Es un thriller de género, de alto voltaje, muy frenética, un ritmo que sólo lo tiene este director", explicó Poga. "La película se desarrolla en una época muy bruta, muy grotesca, muy hostil".
Más allá de la confesión que hizo el que fuese actor de La casa de papel sobre la comprometida escena de sexo -con lluvia dorada incluida- que tuvo que rodar en esta cinta, el público del programa de Pablo Motos conoció que Piper sufre discalculia, un trastorno específico del aprendizaje que dificulta la resolución de operaciones matemáticas. [Test para medir el nivel de riesgo de discalculia]
"Es como la dislexia pero con números. Me complica la vida en el sentido de que se me puede timar fácilmente con el dinero, sobre todo con la vuelta cuando pago", aseguró el actor que dio vida a Ander en Élite. De hecho, Arón Piper reconoció que delega absolutamente en su representante cuando tiene que negociar. Poga, por cierto, contó que sufre anosmia. "No tengo olfato de nacimiento".
Más allá de esto, Piper quiso tumbar la fama de fiestero que supuestamente tiene. "Yo creo que mi problema es que no me escondo y no voy a reservados, como muchos otros famosos. Entonces salen vídeos y paree que estoy todo el rato de fiesta. He estado durante muchos años todo el rato de fiesta, pero ahora salgo como mucho un día a la semana", dijo el intérprete de 26 años.
Preguntado por Pablo Motos por cuál es la mejor discoteca de España, Arón no se decantó por ninguna porque "las fiestas que más me gustan ahora mismos son las que son en una buena casa, a poder ser en un ambiente rural, con amigos, con buena música y a nuestro rollo".
Piper, por último, contó el día que le estafaron en un local de fiesta en Milán. "Estábamos en Italia de gira, era mi cumpleaños, un día entre semana que no había nada abierto en Milán y nos apetecía salir. Entonces fuimos a ver a unos amigos míos a su piso y nos dijeron que sólo había un sitio abierto, pero que nos recomendaban no ir", contó.
Pero acabaron yendo. "Nos recibió el encargado del sitio, nos metió dentro, que estaba lleno de chicas, y nos empezó a sacar botellas. Total, que cuando nos íbamos a ir, trajo la cuenta y, si no me equivoco, eran 18.000 euros o algo así. Yo dije que no pagaba, así que vinieron los Carabinieri y un lío tremendo, pero al final no pagué", recordó.