La actriz Penélope Cruz volvía este lunes a El Hormiguero, y, como es habitual, lo hacía para promocionar un nuevo trabajo. En este caso se trataba de Ferrari, un largometraje que se estrena el próximo viernes y que cuenta la historia real del matrimonio de Laura y Enzo Ferrari. “Ella tuvo una vida triste que merece pena contar. El espectador que espere carreras la va a encontrar, pero es mucho más que eso”, avanzaba sobre la cinta, que definió como “una película de personajes, habla de la familia, de la pérdida, y tiene un ritmo alucinante”.
Para prepararse el papel de Laura, Cruz se encontró con el problema de que había poca documentación. “Llegué un mes antes para conocer gente que la conocía bien, entrevistaba extraños y la entrevistaba de esta mujer y me llegaba falta de compasión y empatía no gustaba”, reconocía. Y es que a Laura muchos la veían como una “loca”, una mujer “difícil” a la que temían porque era “complicada y oscura”. Sin embargo, pocos podían entenderla, a pesar de que es conocido que perdió un hijo, y que su marido formó otra familia y que ella no se enteró de que tenía un hijo fuera del matrimonio hasta que el niño tenía 7 años.
De hecho, Laura tuvo un papel fundamental en los orígenes de la marca Ferrari, porque fue “de los primeros inversores”. “Vendió un objeto valioso, y Enzo se sintió en deuda”, relataba Cruz sobre el matrimonio. Por ese sentimiento, Laura acabó con un cargo relevante en la empresa, aunque “todos los hombres intentaban que Enzo se la quitase de encima”. “No tenía un lugar creativo, que pudo haberlo tenido. Sé que podría haber tenido otro lugar, como tantas mujeres en la historia”, añadía.
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Para darle vida al personaje, Penélope utilizó plantillas ortopédicas, pero no fue para que “sufriese más”, como bromeaba Pabllo Motos. “En un ensayo surgió, me vino una sensación de caminar muy concreta”, detallaba. “Apareció esa manera de caminar, y me ayudaba a colocarme en un sitio. Los zapatos son importantes en un personaje, no por si son bonitos o feos, cambia la forma de moverte, de caminar”, aseguraba. Por esta razón, ha habido trabajos en los que ha usado “zapatos talla y media más pequeños, o muy grandes”. Y otra forma con la que trabaja sus interpretaciones es con el olor, y por eso “no uso el mismo perfume en dos personajes”.
Sobre esa construcción de personajes, Motos le comentaba que la pasada semana Fernando Gil contó cómo seguía a la gente por la calle para ver cómo respiraba, y ella admitió que también. “En los restaurantes no me centro, porque estoy espiando a las mesas de alrededor”, admitía. Por eso, definió su profesión como “un estudio constante del misterio del comportamiento humano”, y que es algo que hace desde niña.