La mesa de actualidad de El Hormiguero de este jueves recibió, tras la visita de Karlos Arguiñano, a sus habituales colaboradores: Nuria Roca, Juan del Val, Tamara Falcó y Cristina Pardo. Juntos trataron diversos temas, como por ejemplo, el poco seguimiento que tienen temas que hasta hace poco centraban los programas informativos como la guerra de Ucrania o la crisis de los ‘pellets’ de Galicia.
Cristina Pardo apuntaba entonces cómo le ha sucedido a ella misma el estar informando de un asunto escandaloso por la mañana y otro más grande por la tarde. “Hay noticias de verdad y noticias de mentira”, afirmaba Pablo Motos. “No diría de mentira lo que hay es que creo que hay noticias que pueden estar engordadas artificialmente”, le corregía Pardo. “Hay noticias de mentira”, deslizaba entonces Tamara Falcó.
Esa frase sirvió a Pablo Motos para preguntar de forma directa a Tamara por los rumores de crisis en su matrimonio con Íñigo Onieva, y de los que habría ofrecido información en exclusiva el programa Así es la vida de Telecinco.
“Dicen noticias de mentira de mí continuamente”, se lamentaba la marquesa. “Hay gente que se piensa con derecho para mirar desde la calle con prismáticos. Yo he tenido prensa toda la semana, en casa de mi madre, y me miran desde la calle. Debería estar prohibido”, aseguraba. Sin embargo, no piensa tomar medidas legales porque “a ver cómo lo pruebo, una denuncia que tarda 15 años, y me desgasto”.
“Intento que esto no me agobie. Me he mudado a un sitio donde entro con mi coche, nadie tiene acceso. Tengo gimnasio en el propio edificio, después voy a casa de mi madre también y mi cochecito y estoy súper tranquila”, relataba. “Me estoy protegiendo, de escondiendo nada”, añadía poco después.
“Tengo la suerte de ir a unos sitios donde pues estoy protegida y no tengo por qué tener a un periodista que me está lanzando todo tipo de barbaridades sobre mi familia, sobre Íñigo, sobre su familia, mientras intento pasear al perro”, seguía diciendo Falcó.
Juan del Val pedía entonces a la ciudadanía que tuvieran empatía con personas como Tamara. “Nosotros venimos aquí y trabajamos, que nos tratas fenomenal, pero después llegamos en nuestras casas y creo seguimos con nuestra vida. Una cosa es que alguien te pida una foto, pero al camarero cuando termina su horario nadie por la calle le pide una razón de calamares”, sentenciaba, utilizando un símil que ya había empleado en otras ocasiones.