La infancia de Máximo Huerta no fue como la del común de niños. El escritor y periodista fue testigo de los malos tratos que su madre recibía por parte de su padre. Unas duras vivencias que marcaron su vida y que en los últimos meses ha decidido contar a través de diferentes entrevistas e intervenciones en televisión. La última, este martes en El camino a casa, el formato creado y conducido por Albert Espinosa.

Antes del estreno de la segunda temporada del programa de laSexta, Máximo Huerta y Albert Espinosa acudieron a El Hormiguero. Allí avanzaron ya algunos detalles sobre El camino a casa, formato en el que el también escritor acompaña a una persona famosa en su ruta desde el colegio hasta el hogar de su infancia, en este caso, en Buñol (Valencia).

Huerta reconoció en el programa de Pablo Motos que lloró bastante en la grabación, a pesar de que se había prometido ser fuerte. El escritor visitó su colegio, donde reveló la dura forma en la que le castigaban. "De rodillas, con una silla en la cabeza, de cara a la pared", contó, mientras había un profesor que "pegaba anillazos". "Sentías el dolor, como si te hubiera hecho un reguero de sangre. Te sentías Bruce Willis en La jungla de cristal antes de Bruce", afirmó.

El grave accidente de su padre: "Lo cosieron para enterrarlo"

El escritor abrió las puertas de su infancia a los espectadores, marcada por la controvertida relación que mantenía con su padre, fallecido en 2017. Un hombre rígido y distante, que trabajaba como camionero en la cementera de Buñol, hasta que un accidente de tráfico en una Nochevieja cambió la vida a toda su familia.

Huerta recordó en el programa la tragedia. "No llegaba, no llegaba... yo era niño, mi madre estaba preparada, y no llegó", cuenta el escritor, que recuerda cómo les avisaron por teléfono: "Mi madre me dejó con el pijama en casa de unos vecinos". Tras sufrir el accidente con tres camiones, "lo dejaron en un hospital de monjas y lo cosieron para enterrarlo, con lo cual lo cosieron mal, con cristales y hierros". "Mi madre decía que olía a muerto al llegar", recordó el periodista.

Máximo Huerta con el compañero y amigo de su padre. ATRESPLAYER

Huerta explica a Espinosa que "pronto se dieron cuenta de que estaba vivo y fue cuando le cambiaron de hospital y empezaron a limpiarlo": "A partir de ahí el carácter de mi padre cambió y nunca fue el mismo. Fue un hombre ya tocado por el accidente. Él era un toro y eso lo maltrató".

El escritor se reencontró con un camionero compañero de trabajo de su padre quien, además de recordar detalles del accidente, aseguró que su padre estaba muy "orgulloso" de él. "Mi padre hablaba bien de mí a los demás", afirmó Máximo.

Una infancia rodeada de violencia

El periodista hizo un emotivo recorrido por los momentos más felices de su infancia, pero también recordó los más duros, marcados por su padre. "Fue un hombre al que seguramente no quisieron bien y por eso no supo querer", contó. Su padre era un hombre "rígido" y "violento en casa". "Mis amigos dicen que salía poco, pero es que yo prefería quedarme vigilando a mi madre, porque era su protección de vida. El seguro de vida de mi madre era yo y si yo estaba, mi padre se podía cortar", confesó a Espinosa.

El escritor explicó que todas esas vivencias siguen haciéndole daño porque "eso no se cura". "Soy hijo de una familia que no se quiso, que tuvieron que evitarse y que la única cosa que les unía era yo", lamentó. "Una mirada de mi padre, ya había miedo", admitió Máximo Huerta, que recordó una impactante frase: "Mi madre decía algo muy duro y era, '¿cuándo se morirá mi padre?', porque eso significaba su libertad y la mía".

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"Cuando se oían las llaves de la puerta de mi padre la vida cambiaba, solo el sonido ya era el miedo, yo conozco el miedo, y lo que es peor, me acostumbré de niño a saber lo que era el miedo", explicó. Sin embargo, pese a su dura infancia y a que haya "dolor", el escritor no guarda "rencor". "Yo no puedo justificar nada de lo que hizo, pero sí reconciliarme con ese tiempo. Él se fue en paz y yo también, hubo una especie de perdón", aseguró.

El emotivo recorrido finalizó en la antigua casa de Máximo, un lugar al que no había regresado desde niño. "No he vuelto nunca", reconoció, mientras subía las escaleras para entrar en su antiguo domicilio. "No puedo pasar", aseguró el escritor, roto, en el recibidor de la vivienda.

Huerta se rompió al recorrer cada una de las estancias de la vivida. "No puedo hablar", aseguró a Espinosa, que recordó alguno de los momentos y detalles de la casa.

El periodista entró en la habitación de su infancia, pero se negó a entrar en la de sus padres. "No voy a entrar ahí, a la de mis padres no puedo entrar", aseguró el escritor, que terminó su recorrido mirando por la ventana de su habitación, mientras su amigo Carlos tocaba la trompeta.